Ana Velasco, historiadora: “Ana de Cleves, cuarta mujer de Enrique VIII, estaba en el 'Tinder' de la época y no quería que le cortaran la cabeza, por eso dijo que el matrimonio no se consumó”

La experta en Arte explicaba en 'Herrera en COPE' por qué Enrique VIII, una de las figuras más polémicas de la Historia, se fue divorciando de cada una de sus mujeres, hasta llegar a tener seis

Ana Velasco

Ana Velasco

Ana Rumí

Publicado el - Actualizado

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Seis mujeres, ni una más, ni una menos. Esas son las esposas que tuvo Enrique VIII, el rey inglés que se ha convertido, con el tiempo, en una de las figuras más polémicas de la Historia. No es para menos, porque se esforzó por romper peras con la Iglesia católica y por ser cruel con su pueblo y su familia. 

Tenemos, sin duda, la imagen de él como un gobernante vil y sin escrúpulos, que no tenía ningún problema en ajusticiar a sus propias mujeres para conseguir un beneficio propio. Pero vayamos por partes porque, como en cualquier gobernante, Enrique VIII tuvo sus luces y sus sombras.

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Ana Velasco es historiadora del Arte y, como cada semana, habla en 'Herrera en COPE' sobre curiosidades de la Historia que son algo más desconocidas. En este caso, toca hablar de Enrique VIII y de aquellas cosas que hizo bien y otras que, por supuesto, no tanto.

Y es que el rey inglés marcó un antes y un después en la Historia de Europa y, por supuesto, de Reino Unido. Empecemos, dado que son menos, por aquellas cosas que no son negativas del reinado de Enrique VIII.

Enrique VIII, un apasionado del tenis  

De Enrique VIII sabemos lo obvio: que se casó hasta seis veces porque, además de ser un enamoradizo, estaba obsesionado con tener un hijo varón que solo le proporcionó una de sus esposas.   

Sin embargo, poco sabemos de sus aficiones más nobles. Lo hemos visto retratado en multitud de pinturas, y de él tenemos la imagen de un gobernante “gordo” y bajito. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, él medía 1,90 metros y era bastante deportista. Amaba las justas, por supuesto, pero también el tenis.

“El tenis le encantaba, construyó muchas canchas y pistas. En Royal Hampton Court, donde tenía él establecida la corte, fue uno de los que promovió el tenis como deporte moderno. La corte de Enrique VIII era un sueño” decía Ana Velasco.

Pista de tenis construida encima de la que creó Enrique VIII en el Palacio de Hampton Court

Alamy Stock Photo

Pista de tenis construida encima de la que creó Enrique VIII en el Palacio de Hampton Court

A pesar de ello, el rey inglés jugaba al tenis con las reglas del tenis de Francia, que acostumbraban a jugar al juego de la pelota, algo así como un juego de pelota de frontón. “Hay una anécdota divertida sobre por qué los puntos son 15, 30, 40 (o 45). El tanteo original del tenis se marcaba con un reloj, moviéndose la aguja un cuarto de vuelta cada vez: 15, 30, 45” decía.

Pero no era el único deporte que él practicaba, porque le gustaba mucho practicar la justa a caballo, aunque le costó algún que otro disgusto. “Tenía mucha fama en las justas. Le gustaba tanto montar a caballo que uno de los motivos por el que luego fue muy obeso, era precisamente porque tuvo una grave lesión y acabó prácticamente impedido. Se le empezó a ulcerar las heridas, y esto pasaba porque los reyes comían cosas muy grasientas, tenían gota, y bebían muchísimo” decía.

Ana de Cleves, esposa 'clave' en su vida personal  

Pese a su pasión por el deporte, Enrique VIII es mundialmente conocido por su pasión por las mujeres. O, más bien, pasión por tener un hijo varón. El rey, se casó en primeras nupcias con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos. Si bien no era su primera opción, ya que se casó con Arturo, su hermano y heredero, que acabó muriendo.   

El matrimonio con Catalina de Aragón, fundamentado en el catolicismo, fue el más largo de su vida, y, aunque aparentemente funcionaba bien, no fue próspero por dos razones: Enrique VIII ansiaba un hijo varón que Catalina no le dio y, además, se enamoró perdidamente de Ana Bolena, dama de la corte.

Cuando se casa con Catalina de Aragón tienen una niña, María Tudor, pero la obsesión en aquella época era por tener varones. Se empieza a obsesionar y quiere una nueva mujer. Quiere que el Papa anule su matrimonio, pero el Papa dice que no hay nada que anular. Enrique se enamora de Ana Bolena perdidamente y entonces ahí es cuando rompe con la Iglesia de Roma para fundar su propia iglesia, la Iglesia protestante” contaba Ana Velasco.

Pintura de Henry Nelson retratando a Catalina de Aragón defendiendo su causa contra el divorcio que quería Enrique VIII

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Pintura de Henry Nelson retratando a Catalina de Aragón defendiendo su causa contra el divorcio que quería Enrique VIII

Es, sin duda, en ese momento en el que se vuelve tiránico. “Todos los consejeros saben que no ceñirse a la voluntad del rey es ser un traidor, y acababan cortados la cabeza. Tenemos al mártir Tomás Moro, que se negó a renunciar al catolicismo y acaba condenado a ser asesinado” contaba.

A Ana Bolena, de quien tan enamorado estaba, acabó ajusticiándola, un destino que sufrieron otras de sus esposas y que Ana de Cleves, su cuarta mujer, quiso evitar. A pesar, por cierto, de los celos enfermizos de Enrique VIII.

Se casa con Ana de Cleves por interés político. Ana de Cleves ve que la van a matar porque estaban en el "Tinder de la época". Había ido un pintor a la corte de los Cleves y la había pintado guapísima. Pero cuando Enrique VIII la ve, dice: "esta mujer picada de viruela, no me gusta". Entonces, Ana de Cleves dice: "a mí me van a cortar la cabeza ni de broma." Y dice: "no se ha consumado el matrimonio y a partir de ahora seré la hermana y amiga del rey." Y así consigue sobrevivir, porque en aquella época lo que el rey quería era su voluntad” sentenciaba.

Visto en ABC

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