Tras las pulseras, el juez Francisco Gutiérrez denuncia el nuevo problema para atender a las víctimas: "Es complejo garantizar la protección"
El titular del juzgado de violencia sobre la mujer número 2 de Sevilla advierte en "La Linterna" del colapso judicial mientras arrecian las críticas por los fallos de los dispositivos

Fachada de los Juzgados de Motril
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La controversia por los fallos en las pulseras antimaltrato ha destapado una crisis más profunda y silenciosa: el colapso de los juzgados de violencia sobre la mujer. Así lo ha denunciado en 'La Linterna' de COPE el juez Francisco Gutiérrez, titular del juzgado número 2 de Sevilla, quien ha lanzado una seria advertencia ante los micrófonos del programa de Ángel Expósito. Más allá de la polémica tecnológica que ha generado inseguridad en miles de víctimas, el juez ha señalado un problema estructural que amenaza con desbordar el sistema: la saturación judicial y la falta de medios para hacer frente a nuevas competencias penales.
Estamos sobrecargados con un nivel de carga judicial superior a la media"
Titular del juzgado número 2 de Sevilla
El colapso del sistema judicial
En su conversación con Ángel Expósito, el juez Gutiérrez ha detallado un panorama desolador que va más allá del escándalo de los dispositivos. “Estamos sobrecargados con un nivel de carga judicial superior a la media”, ha afirmado, explicando que la situación se agravará a partir del 3 de octubre. En esa fecha, los juzgados de violencia asumirán las competencias sobre delitos de violencia sexual, pero sin un aumento proporcional de recursos. “Seguimos disponiendo de los mismos recursos que teníamos antes e incluso menos”, ha lamentado el magistrado, denunciando que la única respuesta del Ministerio de Justicia ha sido la creación de plazas aisladas, sin incrementar funcionarios, médicos forenses o salas adecuadas. Esta precariedad, según el juez, hace que sea “muy complejo poder atender adecuadamente y garantizar la protección de la víctima”.

Ana Redondo, ministra de Igualdad
La polémica sobre las pulseras, que ha provocado que desde diversos sectores se denuncie que deliberadamente ocultaron que las pulseras no funcionaban, no es nueva para la judicatura. Gutiérrez ha confirmado que los jueces ya habían alertado de los fallos a nivel provincial y nacional, poniendo de manifiesto la “concurrencia de fallos en el dispositivo, localizaciones erróneas, manipulaciones y especialmente dilaciones”. Este cúmulo de incidencias ha minado la confianza en una herramienta que, para muchos, era clave, una situación que ha llevado a que se cuestione si las pulseras fallan o les falla el Ministerio y se busquen otras medidas.
El calvario de las víctimas
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¿Qué ocurre con las pulseras antimaltrato?
El rostro humano de estos fallos técnicos lo ha puesto María José, una víctima que ha vivido seis años dependiendo de una pulsera antimaltrato. Lejos de sentir seguridad, su vida se ha llenado de ansiedad y desamparo. En su testimonio en 'La Linterna', ha relatado el horror de recibir llamadas de madrugada alertando de una desconexión: “Si se desconecta y no lo tienen localizado, pues, evidentemente, la víctima está desprotegida”. Su caso refleja la debilidad de un sistema que, en lugar de proteger, a menudo revictimiza, obligándola a revivir su trauma con cada fallo o cada trámite burocrático, como han denunciado otras víctimas por el criterio para poner las pulseras.
Si se desconecta y no lo tienen localizado, pues, evidentemente, la víctima está desprotegida
Víctima que ha vivido seis años dependiendo de una pulsera antimaltrato
La raíz del problema ha sido un fallo en la migración de datos del sistema Cometa, la central que monitoriza a los agresores 24/7. Como ha explicado el experto en ciberseguridad Antonio Ramos, la pérdida de los datos de trazabilidad de los maltratadores es inexcusable y se debe a una “mala planificación del proyecto de ingeniería”. Mientras tanto, desde el Ministerio de Igualdad, la ministra Ana Redondo ha intentado minimizar la polémica hablando de un “número muy, muy pequeño de casos”, una reacción que ha generado indignación y ha sembrado aún más dudas sobre la gestión de esta crisis y los fallos de las pulseras antimaltrato.

La ministra de Igualdad asegura en Valladolid que la pulseras antimaltrato nunca han dejado de funcionar
Desconfianza y el impacto psicológico
Esta cadena de errores tiene consecuencias directas y devastadoras. El abogado penalista José Antonio Sires ha advertido en COPE que la falta de pruebas por la pérdida de datos conduce a “un procedimiento abocado a una sentencia absolutoria”, lo que para la víctima supone una “revictimización psicológica”. La neuropsicóloga Aurora García Moreno ha añadido en 'La Linterna' que estos fallos agravan el estado de miedo y ansiedad, ya que el agresor puede usar las falsas alarmas como un “arma psicológica” para seguir acosando. Aunque para algunas mujeres sigue siendo una garantía, para otras se ha convertido en una fuente de estrés que dinamita su autoestima y su capacidad para rehacer su vida, en un debate donde muchas voces claman que a veces corresponde el ingreso en prisión preventiva en lugar de la pulsera.
Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres, ha pedido claridad y transparencia a las instituciones para no arrojar una “duda general” sobre todo el sistema, que ha sido un referente internacional. Sin embargo, también ha señalado un dato preocupante: el crecimiento en la instalación de dispositivos se ha estancado desde enero de 2024, coincidiendo con la crisis. La polémica sobre las pulseras ha abierto una profunda grieta en la confianza de las víctimas y los operadores jurídicos, dejando al descubierto que, más allá de la tecnología y la política, urge tomarse en serio la protección de quienes, como explica la periodista Marta San Miguel, deben entender que estas pulseras las llevamos todos.