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Schlichting: "Seguimos siendo tan mortales como Lázaro, tan frágiles como la samaritana; necesitamos amor"

"Empieza esta Semana Santa extraña y no podemos quejarnos en España" dice la directora de 'Fin de Semana' porque estamos mejor que Francia, Italia o Alemania

Cristina López Schlichting

Cristina López Schlichting

'Fin de Semana' COPE

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 11:50

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"¡Muy buenos días España! Comienza oficialmente la Semana Santa con este Domingo de Ramos en el que Jesús de Nazaret se mete en la cueva del lobo y va a Jerusalén, donde le esperan los fariseos que lo odian, para celebrar la Pascua judía. El hombre llega al lugar donde acampan y se alojan los galileos sobre todo, que también han llegado a la capital sagrada para celebrar, y éstos lo acogen tan contentos, poniendo mantos al paso de su borriquilla y agitando palmas. Son la gente más sencilla, los que lo han visto resucitar a su amigo Lázaro, o hablar con aquella bella mujer a la que tanto gustaban los hombres, en el brocal del pozo de Samaria, o los que han recuperado la vista, como el ciego de nacimiento. Qué poco saben que otros, a poca distancia de allí, ya planean la muerte de aquel hombre que dice que es Dios. Los cuadrados de mente, los puros, los partidarios de la ley, no soportan la libertad que respira este hombre que abraza a todos, también los de otros religiones y razas, que se salta las estrictas normas con las mujeres, que antepone la humanidad a las normas. Y eso, esta libertad y tanto amor le van a costar la vida. Pero eso será el próximo viernes.

No habrá procesiones, lo que parecía inamovible en España, las tradiciones más antiguas, todo ha sido removido por la pandemia y no nos lo creemos y tenemos que inventar conspiraciones porque no nos cabe en la cabeza que los que hemos llegado a la luna o hemos explorado con batiscafos las profundidades abisales, los que hemos inventado la penicilina o las centrales nucleares tengamos que encerrarnos en las casas para no morir. Pero es así, seguimos siendo tan mortales como Lázaro, tan frágiles como la samaritana, tan frágiles como los ciegos y los lisiados del Evangelio. Seguimos necesitando todo el amor del mundo.

Empieza esta Semana Santa extraña y no podemos quejarnos en España, donde la mayor parte de las comunidades están confinadas y hay toque de queda de once a seis de la mañana, pero andamos lejos de Francia, donde París y 16 departamentos más están totalmente cerrados y sólo hay comercio esencial. No hay bares ni espectáculos culturales. En Italia, el 66 por 100 de la población sale de casa sólo para trabajar y hacer la compra básica, no hay escuelas ni ocio y sólo se permitirán visitas de dos personas en los días de Pascua, del 3 al 5 de abril. En Alemania se asombran de lo mismo que aquí, que se puede viajar a España, por ejemplo, pero no a las costas del norte ni a los bosques del sur. La hostelería alemana languidece, pero los turistas pueden ir a Canarias o Baleares. Son las paradojas de un continente que se esfuerza por no hundir los centros turísticos estratégicos, pero que no sabe qué hacer para detener la que llaman cuarta ola. Desde ayer se pide a los turistas franceses que llegan a España por tierra la misma prueba negativa de PCR que se les exigía por avión y barco, vamos a ver si esto frena un poco la llegada de turistas galos que, por desgracia, se juntan en fiestas y jolgorios que se están haciendo tristemente famosos.

¿Por qué vamos mejor aquí en lo que a la epidemia de coronavirus se refiere, llegará también este panorama europeo de la cuarta ola? Enseguida tendremos con nosotros al jefe del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona, Juan Pablo Horcajada, que está preocupado por la evolución de los datos. Nos recomienda que nos juntemos al aire libre, en la medida de lo posible. Y al menos en España se puede, por el tiempo y porque las restricciones son menos severas que en el resto de Europa.

En la crónica internacional nos llegan las horribles noticias de Birmania, de Mianmar, un lugar que el papa Francisco nos puso en el mapa en uno de sus viajes. La Unión Europea ha señalado que ayer quedará grabado como “hundía de terror y deshonra”. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dice estar “profundamente conmocionado” y los Estados Unidos están denunciando que los militares, que acaban de protagonizar un golpe de estado, están asesinando a los civiles desarmados que se han atrevido a acudir a las manifestaciones pacíficas. El ejército se alzó contra los resultados de las recientes elecciones en el país. Un centenar de personas al menos han sido asesinadas, niños entre ellos.

En España, entretanto, la mejora del tiempo trae la oleada de pateras, que otra vez alfombran nuestros telediarios con su ola de desgracias. Al menos dos muertos y nueve desaparecidos es el triste balance de una patera que volcó ayer en agua de Mazarrón, Murcia. La barcaza, que iba ocupada por unas 14 personas, se hundió y sólo se salvarón tres inmigrantes. Se sigue buscando al resto. Otras sesenta personas han llegado a las costas andaluzas en este fin de semana, tras cruzar el estrecho o el mar de Alborán.

La campaña electoral de Madrid ha hecho que Sánchez baje a la arena

Y en política destaca, lógicamente, la campaña electoral madrileña. Pedro Sánchez ha vuelto a bajar a la arena y ha sacado de su chistera el conejo de oro al que confía la campaña de su candidato, Ángel Gabilondo.

Vox va a ser el pim pam pum con el que pretende asustar a los progresistas de la capital. Qué verdad es que la escisión de la derecha ha sido el regalo electoral para el PSOE. No hay nadie más partidario de un éxito controlado de Santiago Abascál que el presidente del Gobierno, al que le encanta enarbolar la bandera del miedo. Un miedo que no le da la ultra izquierda ni sus amenazas contra la libertad de expresión, de enseñanza y hasta contra la libertad política-.

Sánchez no pude ocultar que sus intereses en Madrid coinciden una vez más con los de Podemos. Pablo Iglesias, que el martes dejará su puesto de vicepresidente, intenta mantener a flote su partido, que se hundía en las encuestas y azuza también contra una posible alianza del Partido Popular con Vox.

El dirigente del Podemos quiere prescindir en Madrid de Ciudadanos y hacer una envolvente con PSOE y apoyo de Mas Madrid, pero Ángel Gabilondo ha dicho claramente que prefiere gobernar con Errejón y Ciudadanos que con Pablo Iglesias. ¿Alguien se cree que rechazaría gobernar con Podemos en Madrid y repetir la alianza que forma el Gobierno?

El pobre Edmundo Bal, por su parte, intenta salvar Ciudadanos tras la debacle y subraya, con sentido común, que lo importante son los programas y no las alianzas ente partidos.

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En el caso del PP, ya lo sabes, Toni Cantó, que viene de la formación naranja, es el fichaje estrella, que ha subrayado por ejemplo, que si los madrileños quieren seguir siendo los que menos impuestos paguen, tienen que votar a Isabel Ayuso".

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