Prohíben la entrada a los franceses en una piscina de este país de Europa: "Para garantizar la seguridad de los usuarios"
Desde el pasado 4 de julio y hasta el 31 de agosto, solo permitirían el acceso a la piscina a ciudadanos nacionales

Una piscina llena de bañistas
Madrid - Publicado el
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En un país donde el 28,73% de la población es extranjera, según datos de la ONU, y donde los franceses representan el 6,8% de los residentes foráneos, una medida local ha desatado un intenso debate sobre convivencia, seguridad y fronteras. Las autoridades de Porrentruy, una localidad suiza a escasos kilómetros de Francia, han prohibido temporalmente el acceso a su piscina municipal a todos los extranjeros, con especial impacto en los franceses, argumentando "actitudes inapropiadas" y la necesidad de "preservar un clima sereno y respetuoso".
La decisión, vigente hasta el 31 de agosto, ha dividido opiniones: mientras algunos la defienden como una solución pragmática a incidentes recurrentes, otros la tachan de discriminatoria y desproporcionada.
La presencia francesa en Suiza
Suiza alberga a más de 170.000 franceses, según cifras oficiales, muchos de ellos trabajadores fronterizos que cruzan diariamente la frontera para emplearse en sectores como la hostelería, la salud o la ingeniería. En regiones como el cantón del Jura, donde se ubica Porrentruy, esta dinámica es aún más visible: el 90% de los puestos de trabajo en localidades como Boncourt son ocupados por franceses.

Menores jugando en una piscina
Sin embargo, la coexistencia no siempre es armónica. Lionel Maître, alcalde de Boncourt y presidente de la Asociación Jurassiana de Comunas, explica que "el 90%-95% de los incidentes en la piscina eran causados por personas que cruzaban la frontera", incluyendo acoso a mujeres, vandalismo y peleas.
La medida de una piscina
El Ayuntamiento de Porrentruy y el Sindicato Intercomunal del Distrito (SIDP) anunciaron el pasado 4 de julio que solo permitirían el acceso a la piscina a ciudadanos suizos, residentes legales o titulares de permisos de trabajo válidos. Según el alcalde Philippe Eggertswyler, la decisión respondió a un verano especialmente conflictivo: "Había insultos, robos, enfrentamientos verbales e incluso pequeños actos de vandalismo que creaban una sensación de inseguridad". Medios locales como Quotidien Jurassien detallaron casos de jóvenes franceses que nadaban en ropa interior, lanzaban comentarios sexistas o ignoraban las llamadas al orden del personal.
Eggertswyler insistió en que la medida no es xenófoba, sino de protección: "Ser elegido es asumir responsabilidades. Hoy hay una gran afluencia, y debemos asegurar que nuestros vecinos disfruten de esta infraestructura" 13. No obstante, la prohibición ha bloqueado el acceso al 95% de los bañistas habituales, en su mayoría franceses, generando malestar en la región transfronteriza.

Una piscina con mucha gente en verano
entre el apoyo y la acusación de discriminación
La polémica ha trascendido las fronteras suizas. En Francia, el vicepresidente del grupo de amistad Francia-Suiza en la Asamblea Nacional, Matthieu Bloch, pidió una reunión con el alcalde para "evitar malentendidos". Mientras, en redes sociales, usuarios franceses acusaron a los suizos de hipocresía: "Dejan basura en Francia cuando van de compras o no respetan los límites de velocidad".
En Suiza, la sociedad también está dividida. Célia, una residente de Porrentruy de 32 años, declaró a La Liberté: "Me avergüenza que mi ciudad salga en los medios por una decisión claramente xenófoba. La extrema derecha alemana ya usa este caso para difundir odio". Por el contrario, otros vecinos apoyan la medida: "No es xenofobia, sino civismo. Ya basta de acoger a los expulsados de las piscinas francesas".
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Inmigración y tensiones fronterizas
Este incidente refleja un conflicto latente en Suiza, donde el 27% de la población es extranjera y la libre circulación con la UE, vigente desde 2002, ha facilitado la llegada de trabajadores europeos. Aunque la economía depende de ellos, sectores políticos y sindicales alertan sobre el "dumping salarial" y la presión sobre servicios públicos. En 2014, un referéndum para limitar la inmigración fue aprobado por un ajustado 50,3%, aunque otra iniciativa similar fracasó en 2020.
Para Maître, el problema no es la nacionalidad, sino el comportamiento: "El 90% de los fronterizos son respetuosos, pero el 10% restante genera el 90% de los problemas". Sin embargo, críticos como Christian Rayot, presidente de la comunidad de comunas francesa Sud Territoire, consideran la medida desproporcionada: "Por 20 o 25 personas que causan incidentes, se castiga a todos".
Y es que las autoridades de Porrentruy han dejado abierta la posibilidad de levantar la prohibición antes del 31 de agosto si mejora el comportamiento. Mientras, la piscina se ha convertido en un símbolo de las tensiones entre pragmatismo y derechos, entre seguridad y apertura. En un país donde casi uno de cada tres habitantes es extranjero, el caso de Porrentruy plantea una pregunta incómoda: ¿dónde está el límite entre proteger a la comunidad y caer en la exclusión?