Más allá del avión a Oviedo: el motivo por el que un estadounidense irrumpió en una pista de despegue y fue succionado por una turbina
Un joven de 30 años sorprendió en 2024 al entrar a la carrera en la pista del aeropuerto de Salt Lake City por motivos que aún conmueven, sobre todo tras lo ocurrido en Bérgamo

Composición estadounidense avión
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Mientras el mundo aún se estremece por el suceso ocurrido este martes en el aeropuerto de Bérgamo, donde un hombre perdió la vida al ser succionado por el motor de un avión de Volotea con destino a Oviedo, otra tragedia similar, aunque con un trasfondo aún más desgarrador, conmocionó hace seis meses el Aeropuerto Internacional de Salt Lake City (Utah, EE.UU.).
Kyler Efinger, un joven de 30 años, murió el pasado 1 de enero de 2024 tras ser absorbido por la turbina de un Airbus A220-100 de Delta Airlines. Pero a diferencia del caso italiano, donde las autoridades barajan la hipótesis de un acto voluntario, la historia de Efinger es la de una carrera contra el tiempo marcada por la desesperación y un viaje que nunca pudo completar.
Una carrera contra el reloj para despedirse
Según informó Fox 13, Efinger había llegado al aeropuerto con un objetivo claro: volar a San Francisco para visitar a su abuelo, quien se encontraba gravemente enfermo. Sin embargo, una serie de contratiempos, posiblemente agravados por una crisis de ansiedad, lo llevaron a perder su vuelo original.

Motor de un avión Airbus A319 en Bristol
En un último intento por no fallarle a su familia, el joven decidió saltarse todos los protocolos de seguridad. Las imágenes de las cámaras, a las que accedió la cadena estadounidense, muestran a Efinger corriendo por la terminal con los zapatos en la mano, intentando forzar puertas e incluso golpeando una ventana con sus zapatillas en un acto de frustración que anticipaba el desenlace trágico.
El momento más impactante del vídeo lo capta cuando, tras hablar brevemente con un empleado del aeropuerto, logra acceder a la pista por una puerta de emergencia. Allí, con el avión ya en movimiento para posicionarse en la cabecera de despegue, Efinger corrió hacia la aeronave y trató de trepar por el motor izquierdo. La turbina, que giraba a miles de revoluciones por minuto, lo succionó en cuestión de segundos. Los socorristas lo encontraron inconsciente dentro de la cubierta del motor, pero ya era demasiado tarde.
Un fallo de seguridad que aún se investiga
El incidente, que obligó a cancelar el vuelo Delta 2348 con 95 pasajeros a bordo, reabrió el debate sobre los protocolos de seguridad en los aeropuertos estadounidenses. La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) sigue investigando cómo Efinger pudo burlar los controles, especialmente en un aeropuerto con sistemas de vigilancia avanzados como Salt Lake City. Las preguntas son muchas: ¿Por qué no se activaron las alarmas al forzar la puerta de emergencia? ¿Cómo ningún agente lo interceptó a tiempo?.
Familiares del joven aseguraron a Fox 13 que Efinger tenía antecedentes de problemas de salud mental, lo que podría explicar su comportamiento errático. Sin embargo, también señalaron que su desesperación por llegar a San Francisco —donde su abuelo fallecería días después— fue el detonante de una cadena de decisiones fatales. "No era un intruso, era alguien que necesitaba despedirse", declaró un primo de la víctima bajo anonimato.
Paralelismos con Bérgamo
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El caso de Efinger guarda inquietantes similitudes con el suceso de Bérgamo. En ambos, una persona ajena al aeropuerto accedió a la pista sin autorización y fue succionada por un motor en funcionamiento. Pero mientras en Italia las autoridades sospechan de un posible suicidio, en Utah la tragedia parece fruto de un cúmulo de circunstancias personales y fallos sistémicos.
Expertos en seguridad aérea consultados por este medio coinciden en que ambos incidentes subrayan la necesidad de reforzar las barreras físicas y los protocolos de respuesta rápida. "Los motores de los aviones son máquinas letales incluso en ralentí. Un segundo de distracción puede costar una vida", advirtió el exinspector de la FAA Michael Boyd en declaraciones a Aviation Week.
Más allá de las investigaciones, la historia de Efinger ha impulsado campañas para mejorar la atención a pasajeros en crisis emocionales. Delta Airlines, por ejemplo, implementó en abril un programa de formación para su personal en la identificación de conductas de riesgo. Mientras, asociaciones de salud mental como The Hope Squad han pedido que los aeropuertos cuenten con equipos psicológicos disponibles las 24 horas.