Sonia y Miguel decidieron vivir en un pueblo de Navarra con 16 habitantes: "Hace 15 años dejé mi trabajo y me hice ganadero, mi padre se jubilaba y tenía una granja de vacuno y otra de ovino"
Este matrimonio rural, ella médico y él ganadero, encontró en el valle de Atez la tranquilidad y el contacto con la naturaleza que anhelaban para criar a sus tres hijos

Carlos Moreno 'El Pulpo' conoce a Sonia y Miguel y su vida de matrimonio rural en Navarra
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El programa Poniendo las Calles de la cadena COPE, con Carlos Moreno 'El Pulpo', ha dado a conocer la historia de Sonia y Miguel, un matrimonio que ellos mismos definen como rural. Esta pareja, ella médico y él ganadero, vive con sus tres hijos pequeños en una localidad de tan solo 16 habitantes y cuatro casas en el valle de Atez, en Navarra. Ambos nacieron en la zona y, tras casarse, tuvieron claro que su futuro estaba allí, donde se construyeron su propia casa.
Para ellos, la mayor ventaja de esta elección es la calidad de vida que ofrece el entorno rural. "Lo que más nos gusta es, sobre todo, la calma, la tranquilidad, el estar en contacto con la naturaleza", explica la pareja. Consideran que en el pueblo "la vida pasa más despacio" y se aprecian mejor los pequeños placeres, lejos del "ritmo arrollador de las ciudades".
La vida pasa más despacio, que se disfrutan de las pequeñas cosas más fáciles"
Madre de tres hijos en un pueblo de Navarra
Un giro vocacional hacia el campo
Miguel es ganadero por vocación. Tal y como ha contado en los micrófonos de COPE, su camino comenzó hace casi quince años: "En mi caso, me instalé como joven ganadero hace 15 años, en el 2010, dejando un trabajo fijo de mantenimiento en una empresa de termoplásticos, cogiendo el relevo de mi padre, que se jubilaba". Aunque su padre tenía una granja de vacuno, él optó por la ganadería de ovino, una labor que requiere "mucha dedicación".

Calles antiguas de Lantz, Navarra
Sonia, por su parte, es médico y trabaja habitualmente en un centro de salud en Pamplona, lo que la obliga a desplazarse a la capital navarra. A pesar de las dificultades y la burocracia, que Miguel define como exigencias que les están "apretando", ambos defienden su elección y animan a otros a seguir sus pasos. "Opté por esta forma de vida, porque me gusta el pueblo, vivir en el pueblo, y es una forma de mantener vivos los pueblos", afirma Miguel, convencido de que hay recursos suficientes para vivir de la ganadería, una de las muchas oportunidades para valientes en la España vaciada que se reinventa.
Si no se quedan en los pueblos vacíos y hay suficientes recursos como para poder trabajar y vivir de la ganadería"
Ganadero y padre de tres hijos en un pequeño pueblo de Navarra
Crecer rodeados de naturaleza
La pareja tiene tres hijos pequeños: Miguel, de 6 años, Ane y Lucía. Los niños crecen rodeados de campo y animales, una experiencia que sus padres consideran una bendición. El mayor acude al colegio público de la Reinzard, un centro comarcal al que asisten alumnos de varios pueblos de los valles cercanos, como también lo hacen los jóvenes que disfrutan siendo alcaldes en pueblos pequeños. "Es un colegio pequeño, se conocen todos desde pequeños a mayores", relata Sonia, quien valora positivamente que sus hijos aprendan unos de otros y establezcan "relaciones muy bonitas".
Aunque la vida en el pueblo es tranquila y feliz para los niños, Sonia reconoce que a veces echa en falta más compañía de su edad. En su pequeña localidad solo vive otra chica de 12 años, aunque a veces juegan con su primo cuando viene de visita. "Al final te juntas con niños de diferentes edades, pero también se aprenden otras cosas, es otro tipo de relaciones", comenta, recordando su propia infancia en un pueblo similar.

Puente Trinidad de Arre sobre el río Ulzama. Navarra
Los retos del día a día
No todo es idílico, y Sonia es consciente de las dificultades, como la dependencia total del coche para servicios básicos. "Para hacer la compra o para cualquier cosa, tenemos que ir a Pamplona, pero bueno, está al final a 20 minutos y estamos acostumbrados", señala. La apertura de una pequeña tienda a dos kilómetros les ha facilitado mucho la vida para recados de última hora, una decisión valiente como la de quien deja Madrid para emprender en un pueblo de Soria.
Incluso para asistir a la misa de los domingos, la familia se traslada a un pueblo cercano, un momento que aprovechan para reunirse con los abuelos. La historia de Sonia y Miguel se ha convertido en un ejemplo para muchos que, como ellos, valoran abandonar las grandes urbes para mejorar su calidad de vida, demostrando que la España vaciada todavía tiene mucho que ofrecer.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



