El príncipe cuya muerte posibilitó la unión de Castilla y Aragón: primer poseedor del título que hoy estrena la princesa Leonor
Fue encerrado por su padre y se convirtió en una de las figuras más poéticas y evocadoras de nuestra historia

'Muerte del príncipe de Viana', Vicente Poveda y Juan (1887)
Madrid - Publicado el
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La princesa Leonor se encuentra realizando su primer viaje oficial a la Comunidad Foral de Navarra. La heredera de la Corona ha acudido allí con sus padres, los reyes Felipe VI y Letizia, para conocer los orígenes del título que acaba de estrenar, el de princesa de Viana, que fue creado hace seis siglos.
La agenda oficial ha comenzado esta mañana en Pamplona con la visita al Palacio de Navarra, sede del Gobierno Foral, donde los reyes y la princesa han tenido un encuentro institucional tanto con la presidenta socialista de Navarra, María Chivite, como con su Ejecutivo.
Posteriormente, se han trasladado a Viana, donde, de la mano de su alcaldesa, Yolanda González, han visitado la exposición organizada en las ruinas de la iglesia de San Pedro con motivo del sexto centenario del título de príncipe de Viana. Tras esto han ido al Monasterio de San Salvador de Leyre, donde se encuentran los restos de los primeros monarcas navarros.

La princesa Leonor y loa reyes visitan el jardín de Serrat en las ruinas de San Pedro junto a la presidenta navarra y la alcaldesa de Viana
Mañana sábado la comitiva se trasladará a Olite y a Tudela, donde acudirá al Palacio Real y al del Marqués de San Adrián, sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
A raíz de la visita de la Familia Real a Navarra, y en concreto a Viana, nos han surgido algunas dudas. ¿De dónde viene este título? ¿Quién fue el primer príncipe de Viana? ¿Qué pasó con él? ¿Por qué este reconocimiento nobiliario no es tan conocido como otros?
un regalo de abuelo a nieto
España, como la conocemos hoy, es el producto de la unión de varios reinos de época medieval. Por un lado, Castilla y León, unificados de forma definitiva en 1230 gracias a Fernando III "el Santo". Por otro Aragón, Navarra y Granada. De ahí que nuestro escudo actual esté cuartelado y entado.
Castilla y Aragón, como principales reinos de la península, tenían una serie de títulos nobiliarios asociados a su heredero. El primero tenía el de príncipe de Asturias y el segundo el de príncipe de Gerona. Navarra, sin embargo, era un reino de menor importancia y que no tenía posibilidad de expandirse porque limitaba no sólo con los territorios ya mencionados, sino también con Francia.

Tumba de alabastro de Carlos III de Navarra y su esposa Leonor en la Catedral de Pamplona
Su rey, Carlos III (1387-1425), conocido como "el Noble", había sido educado —según nos dice el historiador Pedro del Guayo— "en la Corte francesa, por lo que, cuando llega a Navarra, introduce modas y tendencias del país vecino". Entre ellas estaba la de otorgar un título al heredero del Trono —los galos tenían desde 1350 el de 'Delfín'— para "ponerlo por encima de todos los nobles del reino".
El afortunado sería su nieto, el príncipe Carlos, hijo de Blanca de Navarra (1385-1441) y del infante Juan de Aragón, duque de Peñafiel y Montblach, que más tarde se terminaría convirtiendo en el titular de la Corona de Aragón tras la muerte de su hermano, Alfonso V, "el Magnánimo".
el rey contra el príncipe
El príncipe —explica el historiador Carlos de Ayala Martínez—, pese a ser "un hombre culto, más atento a las letras que a las armas, fiel representante del espíritu caballeresco de su época y del primer humanismo que despuntaba", era también débil, indeciso y tenía mala salud.
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Su personalidad era fruto —según cuenta De Ayala— de "la sobreprotección materna, en contraste con el impetuoso y fuerte carácter de su padre". Carlos de Viana vivió hasta el año 1441 "al amparo de la afectuosa personalidad de su madre". Sin embargo, en su testamento le dejó un consejo que terminaría provocando una lucha entre padre e hijo.
La reina había pedido a Carlos que, "pese a que el reino de Navarra le pertenecían indiscutiblemente y de pleno derecho, sería muy conveniente que no hiciera uso del título de rey sin el expreso consentimiento de su padre".
¿Dónde estaba el obstáculo? En que el infante Juan, ya heredero de Aragón, "no estaba dispuesto ni estaría nunca a renunciar al título de rey de Navarra". ¿Y qué hizo el príncipe? Aceptar "la situación a regañadientes conformándose con asumir de manos de su padre la lugartenencia del reino".
Estamos —explica De Ayala— ante una situación jurídica extraña: "el propietario y señor natural del reino se convertía en representante delegado de un poder que ya no correspondía a quien hasta esa fecha había sido sólo rey consorte".
DE CAMINO AL CONFLICTO
La situación dividió a la nobleza navarra en dos bandos: los beaumonteses, asentados en los valles pirenaicos y partidarios del poder del príncipe Carlos, y los agramonteses, con base en el llano, que apoyaban la autoridad de Juan II. Carlos había premiado con generosidad el respaldo de Juan de Beaumont con señoríos y favores, lo que tensó aún más las rivalidades con los agramonteses.

Ausias March leyendo sus trovas al Príncipe de Viana, Julio Cebrián y Mezquita (1884)
Juan II, por su parte, aprovechó su alianza con Enrique IV de Castilla para debilitar la posición de su hijo y comenzó a designar miembros del bando agramontés para cargos de poder en Navarra.
La tensión entonces se volvió bélica: escaramuzas, asedios locales, incursiones y despliegues militares acompañaron este pulso de poder. Navarra quedó dividida entre quienes apoyaban al príncipe legítimo y quienes sostenían la autoridad del rey viudo, fundando así un conflicto que fue hasta cierto punto civil, pero con todas las implicaciones políticas de una lucha dinástica.
claudicación y encierro
La muerte del rey Alfonso V y el ascenso del infante Juan al Trono aragonés cambiaron el tablero. "Dadas las costumbres de la Corona de Aragón —relata De Ayala—, [Carlos] difícilmente podría ser apartado de la sucesión", por lo que el nuevo monarca se veía obligado a dialogar con su hijo.
Así llegó en 1460 la concordia de Barcelona, a la que el historiador madrileño se refiere como "una vergonzosa claudicación del príncipe, a quien su padre perdonaba a cambio de que le reconociera la plena potestad sobre Navarra, territorio que, junto con Sicilia, no podría ser su residencia".
Tras esto, Carlos, neutralizado por su padre, comenzó a contactar y a buscar el respaldo de los sectores catalanes opuestos a la política dey rey Juan y a buscar un matrimonio con la infanta de Castilla, una desconocida Isabel (luego llamada "la Católica").

'La prisión del príncipe de Viana', Emilio Sala Francés (1871)
Enterado de esto el rey, mandó detener al príncipe en Lérida. Hay quien, como Víctor Balaguer en su Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón, asegura que la segunda esposa de Juan II, Juana Enríquez [madre de Fernando "el Católico"], no quería que Carlos reinara en Navarra ni en Aragón.
Así el autodenominado "trovador de Montserrat" defiende que "don Juan, dominado por aquella mujer, por aquel ángel malo que el infierno parecía haber puesto a su lado, dio desgraciadamente oídos a sus sugestiones". Y continúa describiendo aquella escena de la detención: "don Carlos se echó entonces a los pies de su padre, rogándole que no quisiese proceder tan cruelmente contra su propia sangre, y le reconvino por semejante felonía".
El encarcelamiento tuvo consecuencias en los reinos de Navarra, Aragón y Castilla. La guerra civil se recrudeció en el primero de ellos. En el segundo, la oligarquía de patricios catalanes, es decir, la Biga, se alzó en defensa del príncipe y se declaró en rebeldía contra el monarca. Por último, en Castilla, Luis de Beaumont reclutó un ejército y cruzó la frontera.
Carlos de Viana pasó encerrado dos meses. En palabras de Manuel José Quintana en Vidas de españoles célebres (1807), "el estudio fue el consuelo que tuvo en la adversidad, y el compañero y amigo de su soledad y retiro. La lectura de los autores clásicos, la composición de algunas obras en prosa y verso, y la correspondencia con los hombres sabios de su tiempo, llenaban aquellas horas, que en otros príncipes hubieran sido de aflicción y de amargura, o de crápula y de disipación".

'El príncipe don Carlos de Viana', José Moreno Carbonero (1881)
Carlos moriría el 23 de septiembre de 1461 víctima de la tuberculosis, aunque algunos apuntan a una "muerte provocada que acababa con la pesadilla de Carlos II", dice De Ayala. Esto le impidió heredar las dos Coronas que estaba llamado a ceñirse. El título de príncipe de Viana pasó entonces a Gastón de Foix, quien había defendido a ultranza los derechos de Juan al Trono de Navarra.
Por su parte, el de príncipe de Gerona terminó recayendo en el primogénito de Juana Enríquez, Fernando, que en octubre de 1469 se casó con Isabel de Castilla. Así —y pese a su posterior enlace con Germana de Foix y el nacimiento de Juan de Aragón y Foix—, Castilla y Aragón —luego lo haría también Navarra— unieron para siempre sus destinos hasta el punto de que el actual rey, Felipe VI, reina sobre ellos y la princesa Leonor está llamada a heredarlos.