David Botello, divulgador histórico, sobre lo que dijo Isabel II al tomar la decisión de exiliarse a Francia: "Una respuesta castiza y borbona"

Este 18 de septiembre se cumplen 157 años del inicio de "la Gloriosa" y del exilio de Isabel II en Francia

Retrato fotográfico de la reina Isabel II

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Retrato fotográfico de la reina Isabel II

Álvaro Fedriani

Madrid - Publicado el

5 min lectura

Aunque no lo parezca, la historia de la España decimonónica es un riquísimo cajón de sastre lleno de anécdotas, traiciones, líos de faldas y personajes dignos de una docuserie. No obstante, pese a que podamos denominarlo de forma jocosa como "el siglo del salseo", no hay que olvidar que es la centuria más trágica e inestable de nuestra historia en términos políticos y sociales.

A los numerosos alzamientos [lo que hoy conocemos como golpes de Estado] y asesinatos públicos de políticos de primer nivel debemos sumar no solo los múltiples cambios de régimen, sino también las cuatro guerras civiles –como mínimo– que enfrentaron a los españoles entre sí.

Hoy vamos a hablar de uno de esos levantamientos que provocó en un sexenio el exilio temporal de los Borbones y de la soberana reinante, Isabel II, la implantación de una nueva dinastía, que fue un abrir y cerrar de ojos en la Historia de España, y la proclamación de la Primera República, que duró menos que Amadeo I de Saboya en el Trono, pero que llegó a tener hasta cuatro presidentes.

Una época esta, llamada el Sexenio Democrático, en la que los palos, las traiciones y los asesinatos estaban a la orden del día y que demostraron que el mejor cuadro para explicar la historia de este país llamado España es ese Duelo a garrotazos que pintara Francisco de Goya entre 1820 y 1823.

"Duelo a garrotazos", Francisco de Goya y Lucientes (1823)

Museo Nacional del Prado

"Duelo a garrotazos", Francisco de Goya y Lucientes (1823)

objetivo isabel

Vamos con los protagonistas. En primer lugar, está Isabel II de Borbón, reina por la pragmática gracia de su padre, Fernando VII. Conocida como "la reina castiza" –por su carácter madrileño y cercano al pueblo– o como "la de los tristes destinos" –sobrenombre que le puso Benito Pérez Galdós por el fracaso y la desgracia que caracterizó su reinado–, Isabel nació en octubre de 1830, cuando ya el infame reinado de su padre estaba en el tiempo de descuento.

La princesa asumió la Corona a la madura edad de tres años con el consiguiente cabreo de su tío, el infante Carlos María Isidro, quien, viéndose relegado a un segundo plano por la derogación de la "Ley Sálica" de Felipe V, decidió levantarse contra ella en las llamadas "guerras carlistas". 

Claro está, su capacidad gubernativa entonces era más bien escasa –aunque tampoco mejoraría mucho con los años–. Por ello se declaró la regencia. Primero quedó a cargo de su madre, la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, quien intentó conciliar a los absolutistas con los liberales. Más tarde pasó al general Baldomero Espartero, que fracasó en su labor por su marcado carácter absolutista –véase como ejemplo su relación con la ciudad de Barcelona, a la que, en su opinión, había "que bombardearla al menos una vez cada cincuenta años"–.

Las Cortes tenían previsto declarar a Isabel mayor de edad con catorce años, pero viendo cómo habían ido las regencias tomaron la decisión de adelantarla un año. Así, el 8 de noviembre de 1843 la princesa se convirtió en reina. Tres años más tarde el Gobierno acuerda casarla con su primo, el duque de Cádiz, Francisco de Asís de Borbón, quien, según  recoge David Botello en Follones, amoríos, sinrazones, enredos, trapicheos y otros tejemanejes del siglo XIX (2019), era "un hombre poco interesado  en las relaciones heterosexuales". 

"El rey Francisco de Asís, con uniforme de capitán general" retratado por Francisco Sainz hacia 1848

Museo Nacional del Prado

"El rey Francisco de Asís, con uniforme de capitán general" retratado por Francisco Sainz hacia 1848

De hecho —continúa Botello—, "parece ser que cuando le cuentan a Isabel que se va a casar con su primo, responde: ‘Antes de casarme con Paquita, abdico o me pego un tiro’”. El matrimonio no tarda en fracasar y el divulgador histórico —que también es guionista y director— asegura que Isabel II zanja el asunto con otra frase igual de demoledora que la anterior: “¿Qué podía esperar yo de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo?”.    

Los veinticinco años que está Isabel en el Trono se caracterizan por la alternancia entre los liberales moderados y progresistas —cada uno con su Constitución propia— y por el mangoneo constante de la camarilla —grupo de políticos que actuaban como sus consejeros—.

¡VIVA ESPAÑA CON HONRA!

Cuando llega el año 1868, la reina ha perdido toda su popularidad por los continuos escándalos que afectaban a su vida privada, la corrupción de su entorno y la inestabilidad política que había desgastado el país. A ello se sumaban también la crisis económica que azotaba el país, el malestar social y la falta de apoyo militar, por ejemplo de los generales Prim y Serrano.

Los generales Juan Prim y Francisco Serrano y el almirante Juan Bautista Topete, aprovechando que habían muerto O'Donnell y Narváez —dice Manuel Fernández Álvarez en España. Biografía de una nación (2010)—, "los dos principales soldados capaces de mantener a Isabel II en el trono", se levantaron contra la reina. 

El almirante, junto a Prim, se alzó el 18 de septiembre en Cádiz, "pero no al grito de viva la libertad, sino al de ¡Abajo los Borbones!", explica Fernández Álvarez. Un día después se unirían a ellos el general Serrano y los unionistas y Topete leería un manifiesto con la intención de justificar el pronunciamiento contra la reina. "El pueblo —asegura Botello— se echa a la calle al grito de '¡Viva España con honra!' y '¡Abajo la Isabelona, fondona y golfona!'".  

de estar de vacaiones a estar exiliada

El levantamiento militar pilló a la reina de vacaciones en San Sebastián. Cabe destacar que Isabel fue pionera en la práctica del veraneo en la costa. La monarca sufría de una afección cutánea, por lo que sus médicos le recomendaron los "baños de ola", una práctica que consistía en sumergirse en el mar para aprovechar sus beneficios terapéuticos. Por ello, en 1845 comenzó a veranear en la playa de La Concha (San Sebastián). Posteriormente, en El Sardinero (Santander), se habilitaron casetas para la realeza y la alta sociedad, marcando así el inicio del turismo de playa en España.

"Isabel II, reina de España" por Germán Hernández Amores hacia 1860

Museo Nacional del Prado

"Isabel II, reina de España" por Germán Hernández Amores hacia 1860

Viendo el panorama nacional, Isabel decidió poner rumbo a Francia. Antes de ello, sin embargo, el duque de Sesto, José Osorio y Silva (que ya la había intentado avisar de lo que pretendían los generales), "intenta convencerla —cuenta Botello— de que se quede a dar la cara, preguntándole si va a renunciar 'al laurel de la gloria'. A lo que ella, tan castiza y tan borbona, contesta: 'Pepe, la gloria para los niños muertos y el laurel para la pepitoria. ¡Yo me voy a Francia!'".

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