El motivo por el que esta famosa obra de teatro española se asocia al día de Todos los Santos y al de los Fieles Difuntos: su atmósfera fantasmal

Su estreno sorprendió al público por su tono poético y su mezcla de humor, amor, misterio y muerte

Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

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Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

Álvaro Fedriani

Madrid - Publicado el

5 min lectura

Cada otoño, cuando el calendario avanza hacia el 1 y el 2 de noviembre, hay un nombre que resuena en los escenarios, los institutos y en las plazas de España: Don Juan Tenorio. La obra de José Zorrilla, escrita en 1844, no solo es una de las piezas más representadas del teatro español, sino también un rito cultural que durante más de un siglo ha acompañado a la conmemoración del Día de Todos los Santos y del Día de los Fieles Difuntos.

El mito de Don Juan: de burlador a penitente  

El personaje de Don Juan no nació con Zorrilla. Antes que él, Tirso de Molina ya había creado al "Burlador de Sevilla", ese caballero arrogante que seduce, engaña y ofende a todos, y que termina condenado al infierno. El mito se había extendido por Europa con las versiones de Molière, Mozart y otros autores románticos, convirtiéndose en un arquetipo universal: el del hombre que desafía las leyes divinas y humanas por deseo y vanidad.

Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

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Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

Sin embargo, Zorrilla transforma al pecador en un hombre capaz de redimirse. Su Don Juan sigue siendo un libertino, pero ya no muere entre llamas infernales, sino que encuentra la salvación gracias al amor de Doña Inés, esa figura angelical que intercede por su alma desde el más allá.

Es esta dimensión espiritual —la posibilidad del perdón, la redención después del pecado— la que acerca el drama al sentido profundo de las fechas de noviembre. Los muertos que en vida pecaron, en muerte piden perdón, esa podría ser la síntesis moral del Tenorio y el motivo por el que se convirtió en la obra por excelencia del Día de los Difuntos.

 Un estreno entre tumbas y rezos  

Cuando se estrenó la obra en el Teatro de la Cruz de Madrid, el 28 de marzo de 1844, el público quedó fascinado por su tono poético y su mezcla de humor, amor, misterio y muerte. Sin embargo, fue a finales del siglo XIX cuando se consolidó la tradición de representarla cada 1 de noviembre.

La elección no fue casual. En esos días, las familias acudían a los cementerios, adornaban las tumbas y recordaban a sus seres queridos. El ambiente tanto de recogimiento como de espiritualidad se reflejaba en la segunda parte de la obra, donde los personajes ya no viven, sino que deambulan como sombras entre sepulcros. Don Juan regresa del exilio para enfrentarse al recuerdo de sus víctimas y, entre ellas, al espíritu de Doña Inés, que le ofrece la salvación.

Esa atmósfera fantasmal encajaba a la perfección con la simbología del Día de los Fieles Difuntos. Las velas, los cementerios, las oraciones por las almas del purgatorio..., todo encontraba un eco visual y espiritual en la escenografía de la obra. Así, "Don Juan Tenorio" pasó de ser un drama romántico a convertirse en un acto de reflexión sobre la vida, la muerte y la posibilidad del perdón.

El Tenorio como rito colectivo  

Durante décadas, ver o recitar "Don Juan Tenorio" se convirtió en una costumbre tan española como visitar el cementerio. En pueblos y ciudades, las compañías teatrales se preparaban para estrenar la obra en vísperas de Todos los Santos. En muchas localidades, los institutos o los grupos de teatro amateur la representaban en patios, claustros o incluso cementerios, iluminados con velas o candiles, para subrayar su tono espectral.

Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

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Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

El público no solo asistía a una función teatral: participaba en un rito cultural que mezclaba lo religioso y lo romántico. Se lloraba con la pureza de Doña Inés, se estremecía con la aparición de las estatuas y se contemplaba el arrepentimiento final del protagonista como una alegoría del alma humana en busca de redención.

Además, el verso de Zorrilla —musical, ágil, lleno de imágenes— hacía que el texto se convirtiera en un poema nacional sobre la fugacidad de la vida y la esperanza en la misericordia divina. Por eso, incluso quienes no eran asiduos al teatro sabían recitar algunos de sus versos más célebres.

"¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?"

Don Juan Tenorio

"Don Juan Tenorio", José Zorrilla (1844)

un clásico que resiste  

Aunque con el tiempo la tradición se ha ido debilitando, cada año, en muchos rincones de España, el espíritu del Tenorio vuelve a alzarse. Algunos teatros —como el Teatro Español de Madrid, el Teatro Lope de Vega de Sevilla o el Principal de Burgos— mantienen la representación anual, a menudo con versiones adaptadas o puestas en escena en espacios históricos o cementerios.

Más allá de la costumbre teatral, "Don Juan Tenorio" sigue siendo una lección moral y estética. En una sociedad donde la idea del pecado, la culpa o el más allá ha perdido presencia, la obra de Zorrilla recuerda que todo ser humano necesita reconciliarse con su pasado y buscar el perdón.

Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

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Representación de "Don Juan Tenorio" en el teatro Fernán Gómez de Madrid

El Don Juan romántico ya no es solo el conquistador que desafía a Dios y al mundo: es el hombre que comprende que sus actos tienen consecuencias, y que solo el amor —espiritual y desinteresado— puede salvarle. Esa es la clave de su permanencia y el motivo de que, cada año en la fiesta de Todos los Santos, su historia vuelva a cobrar sentido.

El eco eterno de la redención  

Quizá por eso, incluso hoy, cuando las calles se llenan de calabazas y disfraces importados de otras culturas, "Don Juan Tenorio" sigue siendo el espejo español del Día de Difuntos. Mientras Halloween celebra la risa ante la muerte, Zorrilla nos propone algo más profundo: mirarla de frente, dialogar con ella y encontrar consuelo en la fe y el amor. Cada año, entre el murmullo de los cementerios y el olor a crisantemos, resuena el eco de aquel verso final donde la salvación se hace poesía.

"Clemente Dios, ¡gloria a Ti! Mañana a los sevillanos aterrará el creer que a manos de mis víctimas caí. Mas es justo; quede aquí al universo notorio, que pues me abre el purgatorio un punto de penitencia, es el Dios de la clemencia el de Don Juan Tenorio"

Don Juan Tenorio

"Don Juan Tenorio", José Zorrilla (1844)

Visto en ABC

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