Mabel se iba a subir al funicular de la Gloria en Lisboa, pero no lo hizo gracias a lo que su hija le pidió justo antes de entrar
Mabel Mateo, española, explica a Pilar García de la Granja en Mediodía COPE cómo fue ser testigo del accidente de la capital portuguesa, que ha dejado al menos 17 muertos y 20 heridos

La historia de Mabel en Mediodía COPE
Madrid - Publicado el
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Lisboa vive una jornada marcada por la tragedia. El histórico funicular de la Gloria, uno de los transportes más emblemáticos de la capital portuguesa, ha sido escenario de un grave accidente en el que han muerto al menos 17 personas y otras 23 han resultado heridas. El suceso ha conmocionado a Portugal y ha tenido eco internacional. El Papa León XIV ha transmitido sus condolencias a través de un telegrama en el que asegura que reza por las víctimas y agradece la labor de los equipos de emergencia.
Entre los testigos directos del siniestro se encuentra Mabel Mateo, una española que viajaba de vacaciones con su hija en Lisboa. Su testimonio en Mediodía COPE pone de relieve lo cerca que estuvo de formar parte de la tragedia y cómo una simple pregunta lo cambió todo.

La tragedia ha sacudido a Lisboa
"NO SUBIMOS AL FUNICULAR GRACIAS A MI HIJA"
“Estábamos en la parada para subir y no lo hicimos porque mi hija me comentó que no quería ir de pie, que esperáramos al siguiente”, relata. Esa decisión, aparentemente insignificante, terminó por salvarles la vida.
Mabel recuerda con claridad lo que ocurrió mientras esperaba en la parada: primero un movimiento extraño del tranvía que estaba en la parte baja de la línea. “Se movió unos metros hacia atrás y pensamos que solo era un fallo puntual”, señala.

Accidente de funicular en Lisboa
Pero apenas unos segundos después todo se precipitó. “Escuchamos un chirrido muy fuerte, miramos hacia arriba y vimos venir el otro tranvía a muchísima velocidad. En la curva se salió de las vías y chocó contra un edificio”, describe con la voz aún sobrecogida. Lo que siguió fue una escena de caos. Una nube de polvo cubrió la calle, la gente corrió cuesta abajo tratando de ponerse a salvo y la imagen que quedó fue, en palabras de Mabel, “todo hierro retorcido”.
LA DESGRACIA QUE SACUDE A LISBOA: "A MÍ SE ME HIZO LARGUÍSIMO"
La reacción ciudadana no tardó en llegar. Varias personas subieron rápidamente a ayudar a los atrapados, mientras otros trataban de dar aviso a los servicios de emergencia. Para Mabel, los minutos hasta la llegada de bomberos y policía se hicieron eternos. “Dicen que no tardaron mucho, quizá unos diez minutos, pero a mí se me hizo larguísimo”, reconoce.
Su testimonio coincide con otros relatos que destacan tanto la rápida reacción de los vecinos como la angustia de los primeros momentos tras el choque. Aunque madre e hija están fuera de peligro, Mabel no salió ilesa del todo. “Tengo una rodilla dolorida porque al correr cuesta abajo la gente empujaba y, con las sandalias, traté de no caerme”, explica. El daño físico es leve, pero admite que el susto ha sido mucho mayor.

El funicular de Lisboa es un icono de la ciudad
El accidente convierte lo que debía ser un viaje turístico tranquilo en una experiencia marcada por la tragedia y por la fortuna de haberse librado gracias a un detalle casi anecdótico: la insistencia de su hija en esperar al siguiente tranvía. El accidente abre ahora un debate en Portugal sobre el estado de conservación de este tipo de transportes históricos y sobre las medidas de seguridad que deben aplicarse.
La magnitud del siniestro ha hecho que muchos viajeros españoles que disfrutan estos días de vacaciones en Portugal sigan las noticias con preocupación. El caso de Mabel y su hija recuerda la delgada línea que separa la rutina turística de un desenlace trágico.