Judith, víctima de trata: "He encontrado un propósito, un sentido a la experiencia que he vivido, y esto me ha dado la oportunidad de enseñar"

Supervivientes de la trata y la explotación sexual aprenden a coser en un taller de Madrid para recuperar su dignidad y forjarse un futuro en libertad

Taller de APRAMP
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La Tarde

Álvaro Criado

Madrid - Publicado el

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Un gesto reciente de la reina Letizia ha vuelto a poner el foco mediático sobre una realidad a menudo silenciada. Al lucir una prenda confeccionada por supervivientes de la trata en el Tercer Congreso Internacional contra la Trata, la atención ha girado hacia las manos que cosen y las historias que hilan. El verdadero protagonismo no reside en la figura real, sino en el taller de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), un espacio donde la moda se convierte en una herramienta para volver a tener un futuro.

Este taller forma parte de un proyecto mucho mayor. España es, según las estimaciones, el país europeo con mayor demanda de prostitución, una realidad que atrapa a cerca de 114.000 mujeres en redes de explotación. En este contexto, la labor de APRAMP resulta fundamental. Solo durante el año pasado, su unidad móvil informó y asesoró a 8.422 personas y atendió a 1.756 nuevas mujeres. De ellas, 226 consiguieron un empleo en libertad, un paso que, más que una ayuda, significa cambiar el final de sus historias.

Una puerta a la esperanza en la calle Ballesta

El taller de APRAMP no está ubicado en un lugar cualquiera. Se encuentra en la calle de la Ballesta, en Madrid, a pocos metros de la calle Desengaño, un epicentro donde la explotación sexual es visible a plena luz del día. Es una tienda con un escaparate cuidado, pero en su interior no hay maniquíes, sino máquinas de coser y mujeres aprendiendo a reconstruir sus vidas. Rocío Mora, directora de APRAMP, explica que la elección del lugar es una declaración de intenciones. "Hemos querido estar aquí porque es una manera de abrir las puertas, de ser la puerta de entrada para muchísimas mujeres, pero también para la sociedad en general", afirma Mora, quien lleva más de 30 años en la organización.

La directora de APRAMP subraya que su presencia en esta zona busca contrarrestar la falsa narrativa de que todo es voluntario y maravilloso en el mundo de la prostitución. La asociación se enfoca en mostrar la realidad de las víctimas y en detallar sus intervenciones para ayudarlas a salir de la esclavitud.

Coser para sanar el alma

Judith es una de las protagonistas de esta historia. Entró por la puerta de APRAMP hace más de 20 años como superviviente y hoy es formadora, responsable del equipo de moda y profesora en la escuela bajo la marca Alma by APRAMP. Para ella, definirse hoy es ser "una mujer libre y costurera". Al principio, tuvo dudas sobre si la costura era lo suyo, pero su habilidad para las manualidades la impulsó a seguir. Explica que, para una mujer que llega al taller, lo primero que necesita oír es que "siempre hay apoyo y que siempre hay una esperanza".

He encontrado un propósito, un sentido a la experiencia que he vivido"

Judit

Asociada de APRAMP

Como formadora, Judith siente que ha encontrado un propósito. "He encontrado un propósito, un sentido a la experiencia que he vivido, y esto me ha dado la oportunidad de enseñar y ahora formar a las mujeres", confiesa. Su labor es brindar el mismo apoyo y confianza que ella recibió, poniendo un poco de su alma en el proceso, como reza el nombre de la marca.

La trata y la explotación son, en palabras de Rocío Mora, "una violencia extrema". Lo que se rompe en una mujer explotada es todo: el cuerpo, la mente y la percepción de sí misma. Judith coincide: "Comienzas a sentir que no eres nada, que nadie confía en ti, y como que te pierdes". Por eso, el apoyo integral que ofrece APRAMP, con un teléfono de atención 24 horas, asesoría jurídica y seguimiento profesional, es tan crucial para que logren recuperarse.

El factor de riesgo fundamental es ser mujer, porque eres una mercancía fácil"

Rocío Mora

Presidenta de APRAMP

Mora señala que, aunque actualmente la mayoría de las mujeres provienen de Colombia, no se debe hablar de nacionalidades. "Hablemos de que el factor de riesgo fundamental es ser mujer, porque eres una mercancía fácil, porque van a sacar el máximo rendimiento de estar explotándote 24 horas, y porque, bueno, pues hay una demanda muy clara", sentencia.

El traje que visibiliza una realidad

El equipo de moda que confeccionó el icónico traje que lució la reina Letizia está integrado por 12 mujeres de entre 18 y 35 años, todas ellas supervivientes de la explotación. Para ellas, ver a la reina con una prenda hecha con sus manos es un "mucho orgullo" que les da "más confianza para seguir luchando, para seguir creando y para seguir aprendiendo". Aunque no sabían con certeza si sería para ella, en el taller fantaseaban con la idea: "A lo mejor a la reina le gusta este traje, pues, se lo va a llevar".

Más allá del orgullo, el gesto de la reina ha tenido un impacto tangible. Según Judith, les ha proporcionado "más visibilidad" y ha ayudado a "abrir conciencia". El mensaje que se traslada es que, después de una experiencia traumática, "hay una salida, hay una recuperación y esperanza". Cada puntada de ese traje es un testimonio de resiliencia y la prueba de que, con el apoyo adecuado, es posible coser un futuro digno y en libertad.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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