Segunda oportunidad a las víctimas de trata
Un taller de costura devuelve la dignidad a mujeres explotadas sexualmente
A escasos metros de la Gran Vía, donde la prostitución se muestra a plena luz del día, un pequeño taller de costura se ha convertido en un espacio de esperanza. Allí, la asociación APRAMP ayuda a mujeres víctimas de trata y explotación sexual a reconstruir su vida: aprenden un oficio, recuperan su dignidad y demuestran que salir de la esclavitud es posible.

Rocío Mora, Judith Ponce y Victoria en la tienda de moda y taller de APRAMP en la calle Ballesta 9
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En la calle Ballesta 9 de Madrid funciona un taller de corte y confección, una tienda de moda y un espacio de acogida en el que las supervivientes de trata no solo aprenden un oficio, sino que también recuperan su dignidad.
Una de estas mujeres es Victoria, que llegó a España engañada durante la pandemia y terminó en manos de mafias de prostitución. Hoy trabaja como agente social de la unidad móvil de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida), acompañando a otras mujeres en su camino hacia la libertad.
“Cuando hablas en primera persona y dices ‘sé lo que estás pasando, sé cómo te sientes, pero se puede salir’, ellas ven que es posible”, cuenta Victoria emocionada. Su testimonio refleja el trabajo integral de la asociación: desde la atención psicológica hasta la formación profesional, pasando por el acompañamiento en los primeros pasos hacia la reinserción laboral.
El proyecto, fundado hace más de cuatro décadas por Rocío Nieto, continúa hoy bajo la dirección de su hija, Rocío Mora. “Decidimos instalarnos aquí, en el corazón de la prostitución, porque queríamos ser una puerta de entrada para estas mujeres, pero también para la sociedad. Es necesario desmontar la imagen idílica que proxenetas y clientes venden: aquí hay esclavitud y pérdida de dignidad”, subraya Mora.
El taller, ahora dirigido por Judith Ponce, ha evolucionado hasta convertirse en una escuela de moda con marca propia: Con Alma by APRAMP. Allí las mujeres diseñan, cosen y comercializan prendas artesanales, mientras ganan experiencia para encontrar empleo estable. “Entran con miedo y salen renovadas. Cuando logran un trabajo fuera, es el broche final de su recuperación”, explica la responsable.
El reto sigue siendo enorme: en España, 114.000 mujeres permanecen atrapadas en redes de prostitución, según datos del Ministerio de Igualdad. Un problema que se alimenta de la alta demanda en el país, el primero de Europa en consumo de prostitución.
Frente a esta realidad, APRAMP recuerda que la salida es posible y que cada puntada en su taller es también un paso hacia la libertad. “Aquí se salvan muchas Victorias —dice Mora— y aún quedan muchas más por salvar”.