Juan busca una salida laboral con 24 años y decide viajar de Madrid a Huesca para aprender un oficio olvidado: 100.000 españoles se dedican a ello

La Linterna cuenta la oportunidad laboral que ha surgido en el valle del Chistau, en pleno corazón del Pirineo Aragonés

Imagen del centro de Huesca, Aragón
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Paco Delgado

Madrid - Publicado el

3 min lectura

En el corazón del Pirineo Aragonés, donde el silbido del viento se mezcla con el balido de las ovejas, un puñado de jóvenes está reescribiendo el futuro de un oficio milenario. Entre ellos está Juan, un madrileño de 24 años que cambió el asfalto por las montañas de Huesca para aprender a ser pastor. Su historia, junto a la de María, una emprendedora que sueña con montar su propia quesería, es el reflejo de una España rural que se resiste a desaparecer. Esta es la crónica humana de la Escuela de Pastores de San Juan de Plan, un proyecto que Expósito destacó en La Linterna como ejemplo de resistencia y reinvención.

 Un viaje hacia los orígenes  

Juan nunca imaginó que su búsqueda de un trabajo con sentido lo llevaría a cargar con un cayado y seguir a un rebaño por las laderas del valle de Chistau. "En Madrid solo veía oficinas y contratos temporales. Quería algo que me llenara, aunque fuera duro", confiesa. Su decisión no es casual: según datos del sector, unos 100.000 españoles siguen dedicándose al pastoreo, aunque muchos son mayores de 50 años. La falta de relevo generacional amenaza una profesión que, lejos de ser anecdótica, es clave para mantener vivos los ecosistemas de montaña y prevenir incendios.

En la Escuela de Pastores La Estiva, Juan encontró más que un curso: una forma de vida. "Aquí aprendes que pastorear no es solo cuidar ovejas. Es arreglar una valla, entender el clima o saber qué hierba es buena para el ganado", explica. Las 860 horas de formación —divididas entre teoría y prácticas en puertos de alta montaña— le han enseñado a gestionar un rebaño con "criterios del siglo XXI", como dice Roberto Serrano, director de la escuela y alcalde de San Juan de Plan 612.

Rebaño de ovejas

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Rebaño de ovejas

 La voz de los nuevos pastores  

Los testimonios de Juan y María encapsulan el espíritu de esta iniciativa. Para Juan, lo más valioso ha sido convivir con los pastores locales: "Ves cómo toman decisiones, su conexión con el terreno... Es un conocimiento que no está en los libros". María, por su parte, llegó con un objetivo claro: “Quiero montar una quesería con mi propio rebaño de cabras. Este curso me da las herramientas para hacerlo de forma sostenible”.

Sus palabras resuenan en un valle donde la ganadería extensiva es el último bastión contra la despoblación. "Sin pastores, no hay pueblos", insiste Roberto Serrano. De hecho, el 80% de los alumnos de La Estiva provienen de fuera de Aragón, atraídos por una profesión que, pese a su imagen romántica, exige resiliencia. "Pasas meses en la montaña, con frío y soledad. Pero también con una libertad que pocos trabajos ofrecen", admite Juan 912.

 Un oficio con futuro  

La escuela, creada en 2015 con apoyo de la Diputación de Huesca, no solo forma pastores; también redefine el oficio. "Hoy un pastor debe saber de energías renovables —como arreglar placas solares—, manejar subvenciones y hasta comercializar productos", explica Serrano. Es el llamado perfil "multiactivo", que María valora: "Aprendes a ser autónoma. No dependes de un jefe, sino de tu capacidad para gestionar recursos".

Aulario de la Escuela de Pastoreo de Aragón 'La Estiva', en San Juan de Plan (Huesca)

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Aulario de la Escuela de Pastoreo de Aragón 'La Estiva', en San Juan de Plan (Huesca)

Este modelo ya ha inspirado a otras regiones. En el País Vasco, la Artzain Eskola forma pastores desde 1997, mientras que Cataluña y Andalucía han replicado el proyecto. "Son semillas para repoblar el campo", defiende Paloma Serrano en el reportaje de La Linterna. Y los números lo corroboran: el 40% de los egresados de La Estiva se quedan en el sector, ya sea como empleados o emprendedores.

 El desafío de volver a la tierra  

Pese al entusiasmo, los obstáculos son grandes. "Faltan políticas que faciliten el acceso a tierras y financiación", critica María. Juan lo sabe: "No es fácil, pero merece la pena. Cada vez más gente busca alimentos naturales y productos con historia". De hecho, el auge de los quesos artesanos y la lana ecológica está revalorizando el pastoreo.

Al caer la noche en San Juan de Plan, Juan reflexiona: "Esto no es un retroceso, es avanzar hacia lo esencial". Mientras, María prepara su proyecto, consciente de que su queso llevará el sabor de un oficio que salvó a un valle —y quizá a una generación— del olvido. Como resumió Expósito en La Linterna: "Donde algunos ven un museo, ellos ven un futuro".

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