Este viernes nos deja, también, la historia de James Randi. Fallecido este martes a los 92 años. Su vida giró alrededor del ilusionismo.

De niño se educó en casa y sólo fue a la escuela para examinarse. Años después, cuando un accidente le inmovilizó durante meses, se volcó en la lectura de libros de magia. Tanto le atraparon que decidió dejar el instituto con 17 años y unirse como mago a un grupo de feriantes.

Durante décadas maravilló al público haciendo levitar a sus ayudantes, leyendo la mente y replicando fenómenos paranormales. Hasta que se jubiló. Entonces, se dedicó a desenmascarar a los charlatanes que decían tener, precisamente, poderes sobrenaturales.

Una de sus víctimas fue el conocido ilusionista Uri Geller. Cuando en 1973 el israelí fue de invitado al show de Johny Carson, este le pidió consejo a Randi para que Geller no pudiera engañarle. Y su directriz fue clara: “no le dejes usar su propio material”.

Y así fue coNo, delante de 40 millones de personas, Geller no consiguió ni doblar cucharas ni tampoco poner a funcionar relojes…

Era sólo el principio. Porque a partir de entonces, Randi desenmascaró en la televisión a otros individuos que decían comunicarse con seres de otros mundos o curar enfermedades.

Y así fue como este hombre, paradójicamente, hizo del ilusionismo la mejor arma para luchar contra el fraude.

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