El monólogo de las 6H

"El problema del gesto calculado de Pedro Sánchez es que en realidad estaba marginando a España"

Jorge Bustos repasa los principales titulares en su monólogo de las 6H que marcarán la actualidad de este jueves 26 de junio de 2025

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Son las 6, las 5 en Canarias.

¿Qué tal? Soy Jorge Bustos. Bienvenido al amanecer de este jueves 26 de junio. Despedimos la DANA, que nos deja cielos despejados, como recién lavados. Pero con mucho calor, ¿eh? Hay aviso amarillo en Andalucía, en Aragón, en Cataluña. Las temperaturas máximas darán una tregua en el noreste y en Baleares, aunque sí subirán en la mitad sur. Se llegará a los 36 grados en el noreste peninsular y se esperan 38 grados en el valle del Guadalquivir. Despejado en casi todo el país, por tanto, pero no se descartan lluvias en el Cantábrico y en Galicia. Como debe ser, por otro lado, en el Cantábrico y en Galicia.

Bueno, salta la sorpresa en el Tribunal Constitucional. Sorpresón: el órgano presidido por Cándido Conde-Pumpido, compuesto para esta ocasión por seis magistrados progresistas y cuatro conservadores, va a avalar hoy la amnistía por un total de seis votos contra cuatro. Pero espérate, que hay algo todavía más sorprendente. Ha declarado Pedro Sánchez desde La Haya que esta decisión le parece "muy saludable". ¿Quién le iba a decir? ¿Quién le iba a decir al candidato que perdiera las elecciones y que solo logró la investidura cuando prometió a Puigdemont borrarle los delitos a cambio de sus siete votos, que estaría a favor de la amnistía?

Mira, yo sé que a la gente lo que más le escandaliza de este Gobierno es, por ejemplo, lo de colocar a prostitutas en pisos y en puestos pagados con dinero público del Ministerio de Transportes, y que encima no tengan que ir a trabajar. O entiendo que escandalice amañar obras durante años para cobrar mordidas desde la cúpula de Ferraz, o colocar a dedo a tu hermano, o presionar a empresarios para que financien los chiringuitos de tu esposa. Todo eso está muy mal y es justo que cause escándalo, pero ningún caso de corrupción en el que incurra este Gobierno podrá ya superar en gravedad el escándalo que inauguró esta legislatura, aunque ya nos hayamos habituado a él. Y es el escándalo de ver a un político borrando los delitos de otros políticos para poder seguir disfrutando de los privilegios del poder.

Eso es la amnistía. No hay nada más dañino para la moral pública y para la confianza en la democracia que ver cómo nuestros representantes canjean poder por impunidad. No hay presunta normalización que justifique la consagración de la desigualdad de los españoles ante la ley. Unos españoles de primera —que, precisamente, son los que quieren dejar de serlo— y luego todos los demás, que pagamos nuestros impuestos y a quienes nos embargan si no pagamos una multa de aparcamiento.

Ojalá no olvidemos nunca la gravedad de este apaño infame, ni tampoco olvidemos a quienes, como Conde-Pumpido, se prestaron al enjuague al precio de manchar su toga. Y ojalá también que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea termine diciendo la última palabra sobre esta autoamnistía que la Constitución no prohibió expresamente porque sus autores jamás imaginaron que alguien podría tener la poca vergüenza de ejecutarla.

Pero mira, vamos a intentar explicar la comedia en red que nuestro presidente protagonizó ayer en La Haya, en la cumbre de la OTAN. Y veremos si la comedia no acaba en tragedia para la economía española. Empecemos por lo básico: ¿qué es más importante en la vida, una foto o una firma? ¿Qué nos compromete más? Estaremos de acuerdo en que una firma, ¿no? Uno no se suscribe a una hipoteca haciéndose una foto con el director de la sucursal. Uno estampa su firma al pie de un documento que condicionará cada mes de los próximos 30 años —si la hipoteca es a 30 años—. Bueno, pues la hipoteca que acaban de firmar todos los socios de la OTAN, incluida España, los compromete a alcanzar, desde hoy y hasta 2035, una inversión del 5 % de su riqueza nacional en defensa, con el fin de cumplir con unos objetivos determinados de capacidades militares que ya han sido asumidos por todos. Y en 2029 habrá una revisión para comprobar que todos están cumpliendo.

Bueno, pues este documento lleva al pie la firma de Pedro Sánchez. Pero claro, hablamos de Pedro Sánchez. Alguien capaz de negar su propia firma, igual que negó ayer que él hubiera fijado la cifra del 2,1 % de gasto militar.

O sea, que Pedro no es Pedro. Está claro, ¿no? Es un presidente cuántico. El Pedro de Schrödinger, un hombre que contiene multitudes, como diría Walt Whitman. Es capaz de estar a favor y en contra del mismo texto simultáneamente. Rubrica el acuerdo, pero luego, en la foto de familia que celebra ese acuerdo, se sitúa deliberadamente al margen, en la esquina más solitaria que encuentra. Bastante más lejos de la OTAN de lo que jamás ha estado de Santos Cerdán.

Porque no es que lo marginaran, es que se marginó él a sí mismo. Y el problema es que con ese gesto calculado, en realidad estaba marginando a España. Pero claro, ¿qué son los intereses de España comparados con los intereses de Pedro Sánchez? Es más: ¿es Pedro Sánchez español? ¿Viene de Marte? ¿De Venus? Oye, son preguntas legítimas a la vista de la jerga anglo-española que se gastó ayer: Pedro, te queremos. Doorstep. No puede decir “canutazo”; se conoce que le suena muy franquista, lo de "canutazo".

Bueno, cursilerías aparte, ¿qué es lo que está pasando aquí? Porque nos jugamos mucho en esto. ¿En qué quedamos? ¿España pagará o no pagará? Lo ha acordado. Pues si acudimos al secretario general de la OTAN, tampoco es que salgamos de muchas dudas, porque lo que Mark Rutte dijo ayer es: “Estamos de acuerdo en que estamos en desacuerdo con España”. Vaya.

Bueno, busquemos más respuestas. Por ejemplo, la del primer ministro belga. La retranca belga. Bueno, este caballero, que se llama Bart —como el chaval travieso de Los Simpson—, tira de ironía para aclarar la cuestión.

Pedro Sánchez está engañando a los españoles y les promete que España puede cumplir con los objetivos de capacidad militar invirtiendo solo el 2,1 %. Tarde o temprano tendrá que elevar la cuota para ponerse al nivel de los demás, y es peor hacerlo de golpe. Pero, por si no hubiera quedado claro que Pedro Sánchez ha firmado exactamente lo mismo que todos los demás, escucha cómo lo cuenta Giorgia Meloni. Es muy reveladora la risa de la presidenta italiana mientras explica lo obvio. Ya sabes que Italia es la cuna de todas las astucias políticas, desde Julio César hasta Berlusconi, pasando por Maquiavelo. Bueno, pues yo creo que con esa risa, Meloni está diciendo algo así como: madre mía, qué descaro el de Pedro, intentando jugar a dos barajas: una con los españoles y otra con nosotros, para intentar salvar su gobierno.

Porque, efectivamente, ese es el doble juego de nuestro trilero en jefe. Firma lo mismo que el resto —porque, total, no puede aprobar presupuestos—, pero luego envía un mensaje de rebeldía antitrumpista a sus socios y a su electorado de izquierdas para que le perdonen la corrupción. Ese era el plan. Y parecía que le iba a salir bien, hasta que Donald, que pertenece a la misma categoría de trilero que nuestro presidente, subió la apuesta. El presidente de Estados Unidos está dispuesto a desatar una guerra comercial específica contra España, a modo de represalia por la rebeldía sobreactuada de Pedro Sánchez.

Pero te podrías preguntar: si el presidente español ha firmado lo mismo que los demás, ¿por qué Donald lanza esta amenaza? Pues porque habla el mismo idioma de la teatralidad que Pedro Sánchez. Son dos líderes populistas. Gobiernan para la tele. Facturan sensaciones.

Su relación con la verdad es puramente instrumental. Cuando Donald dice que ha destruido las plantas nucleares de Irán —aunque sus propios servicios de inteligencia digan que solo las ha destruido en parte—, no le importa si esas plantas están o no destruidas: le importa parecer poderoso ante los votantes. Y cuando Pedro dice que España ha conseguido imponer su pacifismo progresista a toda la OTAN, mientras que con Feijóo nos habríamos rendido a los señores de la guerra, no le importa que todo eso sea mentira: le importa que su lado del muro vea en él al protector de las pensiones, del amor y de las becas comedor, aunque luego no pueda ni aprobar unas cuentas públicas.

Pero no nos equivoquemos. Como escribe hoy David Jiménez Torres en El Mundo, un cisma en la OTAN no provoca tanto el enfado de Trump como la alegría de Putin. Es al tirano ruso a quien Sánchez le está haciendo el juego con este postureo pacifista.

El problema es cuando un día la ficción se rompe en pedazos. Y cuando la función de teatro rompe la cuarta pared. El problema es cuando Donald cumple su amenaza. Y, de golpe, tienes a todos los productores, empresarios y exportadores de España temblando ante la posibilidad de un arancelazo que deje nuestra economía tiritando por culpa de un error de cálculo garrafal de Mr. Doorstep.

Usar la OTAN para hacer política nacional no solo es cutre, es peligroso, porque corres el riesgo de que te devuelvan la jugada. Y el riesgo de colocarte deliberadamente en el margen de una foto de familia es que, efectivamente, la familia te acabe tratando como un marginal. Y el precio de esa marginación ahora podemos pagarlo todos los españoles.

La Linterna

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Con Ángel Expósito

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