Una francesa llega a un pueblo de Navarra huyendo y hace que la localidad pase a la historia: "Cundía el pánico"
El episodio más famoso de la persecución de brujas en España ocurrió en el norte de Navarra y marcó un antes y un después en la actuación de la Inquisición

La historiadora Ana Velasco explica a Alberto Herrera lo que ocurrió con las brujas y la inquisición en España
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El nombre de Zugarramurdi, un pequeño pueblo del Valle de Baztán, en Navarra, resuena aún hoy como sinónimo de brujería en el imaginario colectivo español. Allí tuvo lugar el caso más conocido de toda la persecución de brujas en España, aunque la realidad dista mucho del mito. Fue un episodio que, según la historiadora Ana Velasco, “cambió por completo la actitud de la Inquisición”, y cuyas consecuencias frenaron radicalmente las cazas de brujas en nuestro país, a diferencia de lo que ocurrió en el resto de Europa.
Todo comenzó con la llegada de una mujer procedente de Francia, María de Ximildegui, que huyendo de las represiones al otro lado de la frontera, volvió a su pueblo natal y se autoproclamó bruja. “Empieza a acusar a vecinas, a señalar personas, y entonces cunde el pánico”, relató Velasco en una entrevista con Alberto Herrera en COPE. En ese contexto supersticioso, montañoso y aislado, y con leyendas que hablaban de “las cuevas del macho cabrío” o de un río conocido como “el que va al infierno”, el clima era ideal para que se desatara el miedo colectivo.
El auto de fe de Logroño
Las acusaciones llegaron a la Inquisición de Logroño, que inició un proceso que desembocó en un auto de fe en 1610. Un total de 16 personas fueron condenadas: algunas murieron en la hoguera, otras en prisión, y otras más fueron quemadas en efigie. El concepto de “relaxarse” —que no significaba relajarse como hoy lo entendemos, sino ser entregado al brazo secular para su ejecución— reflejaba la gravedad de aquellas condenas. “No todos los autos de fe acababan en hoguera”, matiza Velasco, “pero para quienes eran ejecutados, era una doble condena: terrenal y espiritual”.

Famosa cueva de las brujas de Zugarramurdi en Navarra
Sin embargo, el giro llegó gracias al inquisidor Alonso de Salazar y Frías, quien tras investigar el caso y entrevistar a miles de personas en la región, concluyó que se trataba de una histeria colectiva sin pruebas reales. Su informe desmontó la lógica de las persecuciones y provocó un cambio radical: la Inquisición dejó de perseguir casos de brujería con la severidad vista en otros países europeos.
Una mala fama desproporcionada
“En España hubo entre 50 y 100 ejecuciones por brujería, frente a las decenas de miles en Alemania, Austria o Francia”, explica la historiadora. En países como Alemania y Austria se registraron entre 25.000 y 30.000 ejecuciones, mientras que en Escocia fueron alrededor de 2.000, y en Francia, entre 5.000 y 6.000. Estos procesos eran llevados a cabo, sobre todo, por tribunales civiles, no eclesiásticos.
Más curiosidades de la historia
Lo paradójico es que la Inquisición española, tan denostada históricamente, era percibida en su tiempo como un tribunal más garantista que los civiles. “Se requerían tres testigos, una investigación previa, y la tortura no era el método principal”, asegura Velasco. Esta institución incluso eliminó prácticas supersticiosas como las ordalías, los juicios de Dios, o la creencia de que si no te quemabas al poner la mano en el fuego eras inocente. “La Inquisición destierra todo eso porque lo consideraba superstición”, añade.
La mala fama de la Inquisición española proviene, en gran medida, de la propaganda anticatólica surgida en los siglos XVIII y XIX. En este contexto de anticlericalismo, liberalismo y desamortizaciones, se consolidó una visión deformada que asoció a España con una brutalidad que no se corresponde con los datos históricos. “Está lo de los Monty Python: ‘Nadie espera a la Inquisición española’”, ironiza Velasco, “pero también toda la construcción moderna contra el poder de la Iglesia en España”.

Una escalera de madera sube por la ladera de una colina, bordeada de exuberante musgo verde y plantas densas.
Aunque el término “caza de brujas” sigue siendo sinónimo de represión injusta y pánico colectivo —como ocurrió incluso en el siglo XX durante el macartismo en Estados Unidos—, la historia real de Zugarramurdi demuestra que, al menos en España, hubo quien se atrevió a parar a tiempo.