Antonio Agredano y esas cosas que acumulas en casa: "Tienen los hogares algo de tumba egipcia y como no todo cabe en la memoria, los convertimos en recuerdos"

Una quiniela de los años 70, animales disecados con taras o un adoquín de la calle. En nuestras casas guardamos muchos objetos a los que acabamos olvidando y siguen ahí pese al paso de los años. Antonio Agredano le pone voz a todo ello.

 Cosas que aparecen en casa  

Cosas que aparecen en casa, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas

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Tienen los hogares algo de tumba egipcia, de preparación para el viaje, con sus objetos cotidianos, sus amuletos y su ajuar. Como no todo cabe en la memoria, convertimos los recuerdos en cosas. Aquel bolígrafo que papá siempre llevaba en la chaqueta, un libro que Marta me regaló en mi cumpleaños, ese en el que tanto llovía, 0 la camiseta de mi equipo de balonmano, cuando tenía quince años y ganamos la copa andaluza.

Todo ocupa su espacio en este desorden al que llamamos vida. De repente aparece en casa algo que no ubicamos, muy profundo en el pasado, muy difuso. Una bufanda que alguien se dejó en casa. Un imán de nevera de una ciudad en la que nunca he estado. Una libreta apenas empezada que ella me trajo en un café, pero pienso y no sé quien es ella, ni su rostro, ni su nombre. Pero recuerdo la tarde y el gris otoñal y cordobés.

El cerebro tiene sus ritos. Nos lleva en silencio de un lado a otro, como queriendo decirnos algo. Como un niño que señala con insistencia y nos tira de la mano para que le hagamos caso. Yo querría perder interés en lo material, vivir más liviano, reducir al mínimo las cajas en la mudanza, pero no puedo, porque me estoy haciendo mayor.

Y pienso que los recuerdos irán adelgazando. Y no quiero que el tiempo pase. Quiero quedarme con todo. Con lo que viví, con lo que lloré. Con todo. Con una porción de infancia. Con mis CDs, aunque ya no tenga con qué reproducirlos, con esos teléfonos apagados y antiguos que guardo en un cajón sólo porque me recuerdan a antiguos amores, a mensajes de madrugada, a largos viajes en ALSA. No quiero que la vida se vaya frenando. Quiero quedarme para siempre en el contexto de las cosas. En su tacto. Y en el vértigo de la memoria.