La sorprendente razón por la que la mayoría de casos de sumisión química son entre personas conocidas: más de un 80%

Pascacio Hinojosa, graduado en criminología y psicología, explica en Fin de Semana el procedimiento habitual en estos casos

Copa de cóctel en la barra del bar de una discoteca
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La sumisión química en Fin de Semana

César Bernal

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3 min lectura

¿Alguna vez has sentido que alguien ha tocado tu copa de fiesta? ¿Alguna vez te has despertado con lagunas de la noche anterior? En el segundo caso , la situación se puede deber al exceso de alcohol, pero también a la llamada sumisión química. Se conoce como sumisión química al hecho de drogar a otra persona con fines sexuales. La sumisión química se ha convertido en una de las formas más invisibles y devastadoras de violencia sexual en el ocio nocturno y festivales, donde el consumo de alcohol y la relajación aumentan la vulnerabilidad de las víctimas.

Aunque se han impulsado campañas para luchar contra ello, los delitos siguen en aumento en España, planteando graves retos para la justicia y la protección de las personas. En Fin de Semana, entrevistamos a Pascacio Hinojosa, graduado en criminología y psicología, para conocer el perfil que suelen tener estos agresores y así evitar ciertos actos.

Las denuncias nunca llegan

No recuerdas nada, que es una de las cosas que tienen estas drogas. Se busca esa amnesia, que se llama amnesia anterógrada, de que no recuerden qué ha pasado”, explica Enbarvengut, farmacéutica e investigadora de la Universidad de Valencia. El vacío en la memoria que provocan estas sustancias no solo imposibilita que las víctimas reconstruyan su historia, sino que muchos acaban sin denunciar por vergüenza, culpa o sencillo desconocimiento de lo sucedido.

Mujer agarra a un agresor

Alamy Stock Photo

Mujer agarra a un agresor

Testimonios como el de María e Irache evidencian la gravedad: “A partir de ahí ya todo es negro. El siguiente recuerdo que tengo es de esa persona violándome”, relata María. Un caso muy similar es el de Irache: “Hay un momento que no recuerdo nada, o sea, como si estuviera dormida y de repente abrir los ojos y tenerlo encima”, violada cuando apenas tenía 16 años.

No hay un perfil claro

La dificultad para denunciar la mayoría de los casos, complica la identificación de un perfil de agresor concreto. Pascacio Hinojos, advierte que “el perfil es que no hay perfil, cualquier persona puede hacer uso de este tipo de sustancias para cometer agresiones”. Sin embargo, sí que hay un dato realmente curioso: “En torno al 80% de los denunciados son personas conocidas en el contexto familiar, social y relacional de las víctimas”, explica Pascacio.

El vínculo de proximidad y confianza complica la identificación, la denuncia y la persecución penal de estos delitos. Como resume Irache: “Ese vínculo es aprovechado por su agresor y esto todavía hace sentir más vulnerable a la víctima a la hora de presentar la denuncia o de saber si va a ser creída o no”.

Imagen de una discoteca en plena noche

Alamy Stock Photo

Imagen de una discoteca en plena noche

Drogas invisibles pero legales

Las benzodiacepinas, la ketamina o el GHB son las sustancias más empleadas en estos delitos. Sus características concretas: incoloras, insípidas y de efecto rápido, facilitan la tarea de los agresores: “Te la pueden meter en la bebida, en la comida y tú misma la estás consumiendo y no te das cuenta", cuenta Hinojosa. Además, el sabor del alcohol oculta cualquier indicio. En muchas denuncias, el caso acaba considerado como delito contra la salud pública porque no se puede demostrar la motivación sexual del agresor en ausencia de memoria y pruebas. Por desgracia, España se sitúa a la cabeza en consumo legal de benzodiacepinas, lo que incrementa la vulnerabilidad de las víctimas.

“Pulseras detectoras”

Cada vez más discotecas están tomando cartas en el asunto: pulseras que detectan más de 15 sustancias, tatuajes que cambian de color, intentos de tapar la copa, en definitiva, elementos que podrían alertar al agresor de que esa noche no va a poner hacer nada. Ahora bien, los cambios grandes tienen que llegar por parte de la sociedad y por parte de un Código Penal que no ampara lo suficiente a las víctimas.

Según los últimos informes del Observatorio contra la violencia de género, los casos de sumisión química han aumentado un 20% en el último año. La sumisión química no es más que un tipo de “violación más fácil”, que refleja el problema social de nuestro país.

Herrera en COPE

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