Francisco Botella, endocrino: "Si a la noche me tomo dos cafés, dormiré mal y tendré taquicardia. Con una bebida energética ocurre lo mismo, porque equivale a dos o tres cafés"
El dr. Francisco Botella explica en Fin de Semana los principales problemas que tienen bebidas como Red Bull, sobre todo en los adolescentes

Francisco Botella, en Fin de Semana
Madrid - Publicado el
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Las bebidas energéticas se han convertido en parte del día a día de muchos adolescentes y jóvenes, pero cada vez más países deciden poner freno a su consumo. En Inglaterra ya está prohibida la venta a menores de 16 años y en Grecia se han tomado medidas similares. En España, Galicia ha dado un paso adelante y ha aprobado que estos productos queden equiparados al alcohol y al tabaco, de modo que no podrán venderse a menores de 18 años.
La medida ha reabierto el debate sobre los riesgos reales de estas bebidas, que, aunque se venden como si fueran un simple refresco, contienen componentes que afectan directamente a la salud.

Niño bebiendo un Red Bull
LA ADVERTENCIA DEL ENDOCRINÓLOGO FRANCISCO BOTELLA
El doctor Francisco Botella, endocrinólogo y miembro del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, se muestra claro: "Una bebida energética lleva dos o tres veces más cafeína de lo que lleva un café, y eso lo hace muy peligroso, especialmente por la noche".
En una entrevista en Fin de Semana de COPE con Cristina López Schlichting, Botella subraya que estos productos deben regularse de manera más estricta porque generan dependencia y pueden causar efectos muy nocivos, sobre todo en jóvenes.
Según Botella, el problema central de estas bebidas está en la combinación de dos ingredientes: el azúcar y la cafeína. "Estas bebidas energéticas son un cóctel diabólico con dos diablillos, uno es el azúcar y otro es la cafeína. Lo demás es irrelevante, es marketing", señala.

Persona jugando a un videojuego mientras sujeta una bebida energética
El azúcar, advierte, tiene un fuerte componente adictivo. "Incluso hay estudios en animales que demuestran que, en determinadas circunstancias, es más adictivo que la cocaína", explica. A ello se suma la cafeína, que genera dependencia psíquica. "Muchas personas no pueden empezar el día si no toman café, y con estas bebidas pasa lo mismo, solo que con dosis mucho más altas".
Uno de los riesgos más claros aparece cuando se consumen por la noche. Botella lo describe de manera sencilla: "Si a las 12 de la noche me tomo dos cafés, probablemente dormiré mal, tendré palpitaciones y taquicardia. Con una bebida energética ocurre lo mismo, porque la cafeína que lleva equivale a dos o tres cafés de golpe".
Por eso, alerta de que los adolescentes, que muchas veces las consumen para salir de fiesta, están expuestos a problemas de insomnio, nerviosismo e incluso arritmias.
Muchas personas no pueden empezar el día si no toman café, y con estas bebidas pasa lo mismo, solo que con dosis mucho más altas"
Endocrino
el problema en los adolescentes con estas bebidas
Otro aspecto que preocupa al endocrino es el reclamo publicitario que acompaña a estas bebidas. "La taurina es una palabra que vende muy bien, pero en realidad es un aminoácido que el cuerpo fabrica por sí mismo y que no añade nada relevante", aclara. Lo mismo ocurre con las vitaminas que se anuncian en los envases: se usan como estrategia de marketing, pero no compensan los riesgos que implica el azúcar y la cafeína.
Botella incide en un punto especialmente alarmante: el uso de estas bebidas para mezclar con alcohol. "Tres cuartas partes de los adolescentes que toman bebidas energéticas lo hacen asociadas al alcohol", advierte. La cafeína, explica, enmascara los efectos depresores del alcohol, haciendo que los jóvenes se sientan más despiertos y con mayor resistencia.
"El alcohol produce somnolencia y torpeza, pero la cafeína lo contrarresta. Entonces, uno aguanta más y acaba bebiendo más cantidad de alcohol, lo que incrementa la toxicidad y los riesgos graves para la salud", detalla el especialista.

Una bebida energética
Por todo ello, el endocrino respalda las medidas restrictivas que ya se están aplicando en algunos países. "Si no tenemos ningún problema en prohibir el consumo de alcohol o de tabaco a los adolescentes, tampoco deberíamos tenerlo en prohibir las bebidas energéticas", afirma. Botella insiste en que no se trata de exagerar, sino de reconocer que estos productos generan dependencia y provocan efectos adversos que no pueden ignorarse.
Con Galicia como pionera en la regulación, la pregunta ahora es si el resto de comunidades autónomas seguirán el mismo camino. El consumo entre menores sigue siendo muy elevado —según la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia, casi la mitad de los adolescentes toma bebidas energéticas a diario—, y cada vez más expertos piden que se actúe antes de que los problemas de salud se disparen.
"Estamos hablando de una generación que se está acostumbrando a depender de estas bebidas para estudiar, salir de fiesta o rendir en el día a día. Eso es preocupante", concluye Botella.