Marian Rojas advierte de la escena que pudiste haber vivido en tu infancia y que te pasa factura inconscientemente: "Decisivo"
La psiquiatra explica a López Schlichting en 'Fin de Semana' por qué los recuerdos en la infancia son tan trascendentales

Marian Rojas advierte de la escena que pudiste haber vivido en tu infancia y que te pasa factura inconscientemente: "Decisivo"
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La psiquiatra Marian Rojas, en esta ocasión, reflexiona en su diván de 'Fin de Semana' sobre el impacto de los recuerdos de la infancia en la autoestima, las relaciones y la forma en que afrontamos la vida adulta.
¿Quién no recuerda con ternura un verano en el pueblo, una tarde interminable de juegos o aquel viaje familiar en coche? Los recuerdos de la infancia no solo nos acompañan: nos moldean.

Marian Rojas en COPE
“Como nos moldean los recuerdos… Hay escenas que no podemos olvidar incluso décadas después”, indica la psiquiatra.
La infancia, la etapa que configura nuestra voz interior
Desde su experiencia clínica, Rojas destaca el papel decisivo de la infancia en la construcción del cerebro y de nuestra identidad emocional. En esos primeros años se fijan creencias, formas de interpretar la realidad y, lo más importante, se forma nuestra voz interior: ese diálogo interno que puede alentarnos o limitarnos.
“Esa voz interior que yo llamo ‘la grabadora’… Es como te hablaban tus padres, cómo hablaban entre ellos, cómo hablaban de ti”, explica en 'Fin de Semana'.
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Y lanza un ejemplo muy gráfico: “Si tu padre te decía constantemente ‘eres torpe’, puede que llegues a los 47 años y aún te lo repitas a ti mismo sin darte cuenta. Esa palabra se te quedó grabada”.
Los recuerdos emocionales: ternura, miedo, trauma
Según Rojas, el cerebro no registra todos los momentos de la infancia, pero sí aquellos con alta carga emocional: las escenas de ternura intensa, el miedo, la culpa o la vergüenza. Especial atención merecen los recuerdos traumáticos.
“El trauma puede encapsularse. No es que se olvide, es que se guarda en un sitio del cerebro para no sufrir”, explica la psiquiatra. “Hay personas que tienen lagunas enormes de su infancia… Eso suele indicar que algo pasó”.

Padres de acogida y niños se enriquecen de esta maravillosa experiencia.
Pone el ejemplo de una paciente que, tras haber sido enviada interna a un colegio, no recuerda nada de dos años completos. “Lo más probable es que su cerebro, para protegerla del dolor, bloqueó los recuerdos”, asegura.
Cuando otros te cuentan tu propia historia
Curiosamente, otro de los factores que influyen en la construcción de los recuerdos es la repetición. Si alguien nos recuerda una escena de pequeños una y otra vez, acabamos integrándola como si fuese nuestra, incluso aunque no la hayamos vivido conscientemente.
“Hay gente que dice ‘con un año tengo un recuerdo clarísimo’. Bueno… lo que tienes es un recuerdo construido. Es muy difícil que recuerdes algo real con esa edad, salvo que haya sido muy traumático”.

Cerebro humano con emociones
Rojas advierte que muchas de las dificultades de los adultos tienen raíces invisibles en la infancia: “Un niño criticado constantemente puede convertirse en un adulto inseguro. Uno sobreprotegido, en alguien que evita cualquier riesgo. Y quien arrastra una herida de abandono, suele tener relaciones complicadas o apego ansioso”.
Por eso, anima a reflexionar y sanar: “No podemos cambiar lo que pasó, pero sí aprender a contarnos nuestra historia con compasión”.
Terapias para cerrar heridas del pasado
La psiquiatra menciona técnicas como la EMDR, un tipo de terapia centrada en el reprocesamiento de traumas, que utiliza estimulación bilateral (como el movimiento ocular) para desbloquear recuerdos dolorosos.
Pone como ejemplo el caso de una paciente que revivió una escena de abuso durante unas vacaciones de infancia: “Ahora que ha sido madre, le da miedo volver a ese sitio. La mente reacciona desde esa niña herida”.
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Rojas reivindica la importancia de escuchar a ese niño que llevamos dentro. Ese que, aunque ahora adulto, sigue sintiéndose a veces triste, abandonado o inseguro.
“A veces reaccionamos desde nuestro yo adulto, pero muchas otras lo hacemos desde ese niño herido que aún vive dentro”, explica. “Hay que hablarle, incluso escribirle una carta. Cuidarlo como te hubiera gustado que te cuidaran”.
Para quienes quieran explorar este camino de autoconocimiento, Marian Rojas recomienda su libro Encuentra tu persona vitamina, donde profundiza en la infancia, la voz interior, el apego y los cimientos emocionales.
“Tener buena salud mental es contarte bien tu historia. No desde el drama, sino desde la comprensión”, concluye porque "no se trata de mentirnos, sino de reinterpretar con compasión”.