Un investigador de La Rioja encuentra un documento del siglo X escondido en el forro de un libro antiguo: un tesoro histórico
El protagonista de esta historia es Miguel Ángel González Muro, investigador que, al hojear un volumen aparentemente sin importancia, percibió algo extraño

Un investigador encuentra un documento del siglo X escondido en el forro de un libro antiguo
Logroño - Publicado el
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¿Te imaginas abrir un viejo libro de cuentas y encontrar una joya del siglo X? Algo así como descubrir un tesoro sin buscarlo. No es una historia de ficción, ha ocurrido en La Rioja, concretamente en el Archivo Histórico Diocesano, donde un investigador ha dado con un hallazgo de enorme valor histórico, paleográfico y espiritual, un pergamino visigótico del siglo X escondido en el forro de un libro parroquial.
El hallazgo: todo empezó con una sospecha
El protagonista de esta historia es Miguel Ángel González Muro, investigador que, al hojear un volumen aparentemente sin importancia, percibió algo extraño. Lo que le llamó la atención fue una caligrafía que no encajaba con el periodo moderno al que se suponía pertenecía el libro. Aquel tipo de letra no era de los siglos XVI, XVII o XVIII. Era anterior, mucho más antigua. Y así comenzó todo.
De inmediato, Miguel Ángel avisó a Bruno Martínez, director del Archivo Diocesano, quien compartió su entusiasmo y puso en marcha el protocolo de análisis. Lo que parecía una simple curiosidad se convirtió pronto en una de las joyas documentales más valiosas localizadas en La Rioja en las últimas décadas.
Un pergamino de más de mil años
Lo que han encontrado es un pergamino litúrgico del siglo X, concretamente un comentario al Salmo 141, escrito en latín con letras negras y epígrafes rojos. Una pieza de gran belleza visual, deteriorada solo en las zonas más expuestas al roce durante siglos, pero en un estado de conservación sorprendentemente bueno gracias al forro del libro que lo protegía.
El estilo de la escritura es letra visigótica libraria, una caligrafía muy bien ejecutada, rica en abreviaturas propias de lo que se denomina “visigótica riojana”. Todo apunta a que este documento fue elaborado en un scriptorium de San Millán o de Albelda, centros de producción cultural fundamentales de la Alta Edad Media.
Esto demuestra que siempre puede haber algo más por descubrir, que nada está completamente escrito
Delegado diocesano de Patrimonio, en La Rioja
De un pueblo desaparecido: Ordoyo, en los montes de Yerga
Lo más insólito es el lugar del que procedía este libro, Ordoyo, un despoblado hoy inexistente, situado en los montes de Yerga, al sur de La Rioja Baja. Una parroquia humilde, con escasos registros, que sin saberlo escondía en su archivo una joya milenaria entre sus libros de cuentas.
El delegado diocesano de Patrimonio, Jesús Merino Morga, lo resume así, “de vez en cuando Dios nos regala estas maravillas. Esto demuestra que siempre puede haber algo más por descubrir, que nada está completamente escrito”.
Es una pieza de gran calidad, evocadora del Códice Albeldense
Paleógrafo
Restauración y futuro: darle una segunda vida
La tarea de conservación ha quedado en manos de Códice, un centro de restauración riojano con gran experiencia. La restauradora Isabel subraya que van a trabajar con mimo y con mucho cuidado para preservar esta pieza única. A pesar del desgaste en algunas zonas, la encuadernación original ha hecho de escudo protector, y eso ha sido clave para que hoy podamos hablar de ella.
El paleógrafo Pedro Carazo no duda en destacar su relevancia, “es una pieza de gran calidad, evocadora del Códice Albeldense. Es muy atractiva visualmente y excepcional en todos los sentidos”.
El pergamino no solo habla del arte de escribir, sino de cómo se rezaba, enseñaba y transmitía el conocimiento en el siglo X, y se suma al valioso legado cultural que nos han dejado los monasterios y centros religiosos de nuestra tierra.
Una pieza más del gran puzzle de la historia riojana
Miguel Ángel, el investigador que lo descubrió, insiste con humildad en que no ha hecho nada extraordinario, “solo abrí el libro y lo vi. Tuve la suerte de estar atento”.
Pero su gesto nos recuerda que la historia está viva, oculta a veces en los rincones más insospechados. Y que cada hoja, cada fragmento, puede ser una pieza clave del gran puzzle de nuestra memoria colectiva.