El pueblo de La Rioja que el Gobierno vasco ha reclamado porque tiene las primeras palabras escritas del euskera: es la cuna del castellano
Esta localidad es conocida por su monasterio, que es una parte fundamental en la historia de España

El monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja
Madrid - Publicado el
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La historia de las lenguas que hoy hablamos en España no empezó en una gran ciudad ni en la corte de un rey, sino en lo alto de una colina de La Rioja, entre montañas y silencio.
Allí, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, se escribieron las primeras palabras conocidas tanto en castellano como en euskera. Un lugar que no solo es Patrimonio de la Humanidad, sino también testigo del nacimiento de dos lenguas esenciales de nuestra historia.

San Millán de la Cogolla tiene mucha relevancia en la historia del español
LA LEGENDARIA HISTORIA DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
Mientras el castellano fue evolucionando hasta convertirse en el idioma más hablado del mundo hispano, el euskera —lengua milenaria de origen desconocido— ha mantenido con fuerza sus raíces a lo largo de los siglos. Ambas lenguas, tan diferentes en forma y estructura, coinciden en un mismo punto de origen escrito: las glosas que se encuentran en los manuscritos del Monasterio de Suso.
A apenas 40 kilómetros de Logroño, San Millán de la Cogolla es mucho más que un pintoresco pueblo riojano. Sus dos monasterios, Suso y Yuso, guardan uno de los mayores tesoros culturales de Europa. Allí, hacia el siglo XI, un monje anónimo escribió al margen de un texto en latín unas breves anotaciones para facilitar su comprensión. Aquellas líneas, conocidas como Glosas Emilianenses, son el primer testimonio escrito del castellano y del euskera.

San Millán de la Cogolla es un patrimonio de la humanidad
Lo que nació como una ayuda de lectura terminó siendo el “certificado de nacimiento” de nuestro idioma. Y no solo eso: junto a las anotaciones en lengua romance, se encuentran palabras en euskera, lo que convierte a este enclave riojano en punto clave para ambas tradiciones lingüísticas.
Creemos que la huella del euskera en La Rioja es innegable y debería de ser reconocida"
Portavoz del Gobierno vasco, en 2018
LA RECLAMACIÓN DEL GOBIERNO VASCO SOBRE ESTE PUEBLO
En este contexto, el Gobierno vasco ha recordado públicamente —ya en 2018— que la huella del euskera en La Rioja es “innegable”. Así lo expresó el portavoz Josu Erkoreka, quien defendió que esa presencia histórica debería quedar reflejada, al menos, como parte del patrimonio cultural riojano en su Estatuto de Autonomía.
“Nadie está planteando que se convierta en lengua cooficial, pero el vínculo está ahí y merece ser reconocido”, afirmó entonces. Como ejemplos, citó no solo las glosas escritas en San Millán, sino también el Fuero de Ojacastro, que en el siglo XIV permitía expresarse en euskera sin temor a represalias, y la toponimia vasca presente en muchas zonas del norte riojano.
Aquella propuesta del PSOE riojano —la de incluir el euskera como parte del legado cultural de La Rioja en su Estatuto— fue recibida con críticas desde algunos sectores políticos, especialmente por el Partido Popular, que lo vio como una “concesión al nacionalismo vasco”. Aun así, el debate abrió una ventana a la reflexión: ¿por qué no reconocer el pasado compartido si las pruebas están en los propios muros del monasterio?

Algunos reclaman que La Rioja tenga un componente vasco
Porque más allá de ideologías, lo cierto es que la historia es clara: el euskera estuvo presente en tierras riojanas, igual que el romance que acabaría evolucionando en el castellano. Negarlo sería ignorar siglos de convivencia y cultura, o eso es lo que aseguraba el Partido Nacionalista Vasco en ese momento
San Millán de la Cogolla no solo es un destino ideal para los amantes de la historia y el arte. Es también un punto de encuentro entre culturas y lenguas que han marcado profundamente la identidad de nuestro país. Pasear por sus monasterios, leer los manuscritos, escuchar el eco de esas primeras palabras… es un viaje al pasado que ayuda a entender quiénes somos hoy.
En tiempos en los que se cuestiona tanto la convivencia entre lenguas, este pequeño pueblo riojano recuerda que el diálogo y la diversidad llevan siglos conviviendo. Y que la memoria escrita —la que sobrevive en márgenes de códices y piedras centenarias— es más fuerte que cualquier debate pasajero.