Posponer la alarma: un gesto con consecuencias que van más allá del cansancio
Este gesto tan cotidiano podría ser una señal clara de que el cuerpo no está recibiendo el sueño que necesita

Despertador
Barcelona - Publicado el
3 min lectura
Cada mañana millones de personas en todo el mundo pulsan el botón de “posponer” del despertador en un intento de ganar unos minutos más de descanso. Sin embargo este gesto tan cotidiano podría ser una señal clara de que el cuerpo no está recibiendo el sueño que necesita. Según especialistas en sueño, el hábito de posponer la alarma indica una deuda de sueño, es decir, la diferencia entre las horas que el cuerpo necesita para recuperarse y las que realmente se duerme. Dormir menos de lo necesario altera los ritmos circadianos y provoca que el cerebro entre en un estado de confusión al ser interrumpido repetidamente durante las fases más profundas del sueño.
riesgos detrás del botón de posponer
Diversos estudios advierten que el uso frecuente del “snooze” puede generar mayor somnolencia diurna, irritabilidad y dificultad para concentrarse. Además, interrumpir el sueño en sus últimos ciclos puede aumentar el ritmo cardíaco y elevar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. A largo plazo, esta práctica se ha asociado con un mayor riesgo de padecer hipertensión, obesidad y trastornos del ánimo.
El lado positivo, unos minutos de adaptación
No obstante, no todo es negativo. Algunos expertos sostienen que esos pocos minutos adicionales pueden facilitar la transición entre el sueño profundo y el estado de vigilia, reduciendo la sensación de aturdimiento matutino. Con un uso moderado y acompañado de una rutina de descanso adecuada, el “posponer” podría convertirse en un aliado para despertar de manera más gradual y menos brusca.

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El impacto en la productividad y el estado de ánimo
Posponer la alarma puede parecer inofensivo, pero su repetición constante tiene efectos sobre la productividad diaria y el bienestar emocional. Despertarse de forma interrumpida o sin haber completado los ciclos de sueño adecuados genera una sensación de fatiga que puede extenderse durante todo el día. Esto se traduce en menor capacidad para tomar decisiones, menos motivación y un rendimiento laboral o académico reducido.
El papel de la tecnología en los hábitos de sueño
La exposición a pantallas antes de dormir es otro de los factores que contribuyen a la falta de descanso y, en consecuencia, al uso del botón de “posponer”. La luz azul emitida por los dispositivos electrónicos retrasa la producción de melatonina, la hormona responsable de inducir el sueño. Los expertos recomiendan evitar el uso de teléfonos o tabletas al menos media hora antes de acostarse y establecer rutinas nocturnas que favorezcan la relajación.
Cómo romper el ciclo del “cinco minutos más”
Para quienes han convertido este hábito en una costumbre diaria, los especialistas proponen ajustar la hora de acostarse y despertarse de forma progresiva. Ir adelantando el momento de ir a la cama, mantener horarios regulares incluso los fines de semana y evitar el consumo de cafeína o alcohol antes de dormir son medidas simples pero efectivas. También se aconseja colocar el despertador lejos de la cama para obligarse a levantarse y evitar la tentación del botón.
Por lo tanto, posponer la alarma no debería ser un enemigo si se hace de forma consciente, pero sí una señal de alerta sobre la calidad del descanso. Si se vuelve un hábito diario, es momento de revisar los horarios de sueño y priorizar el descanso antes de que el cuerpo pase factura. Dormir bien no es un lujo, sino una necesidad básica para mantener la salud física, mental y emocional.
Un sueño reparador permite procesar mejor la información, equilibrar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico. En cambio, el descanso insuficiente afecta la toma de decisiones y la capacidad para afrontar el estrés cotidiano. Aprender a escuchar las señales del cuerpo y crear rutinas de sueño saludables puede marcar una diferencia real en la calidad de vida. Despertar sin depender del botón de “posponer” es una meta alcanzable si se adoptan hábitos sostenibles y se reconoce que el descanso no es tiempo perdido, sino la base que sostiene la productividad y el bienestar diario.
 
                 
                         
                    



