Este es el pueblo de España dónde el lanzamiento de jamón es una competición: tres categorías y un premio que se come

Dicen los entendidos que aquí no basta con la fuerza bruta, sino que hay que tener muñeca fina y un ángulo de lanzamiento perfecto, como si en lugar de jamón se tratara de una jabalina.

El campeonato está dividido en tres categorías: masculina, femenina e infantil.

El campeonato está dividido en tres categorías: masculina, femenina e infantil.

José Miguel Cruz

Barcelona - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En Carrascosa de la Sierra, un rincón serrano de Cuenca donde normalmente solo vuelan los pájaros y el aire fresco de la montaña, hay un fin de semana al año en que también vuelan los jamones. Sí, jamones. Con su pezuña, su forma aerodinámica y ese toque curado que, además de abrir el apetito, sirve para que la pieza surque los cielos de la plaza del pueblo como si fuese un misil gastronómico. 

El lanzamiento de jamón es ya un clásico de las fiestas de Carrascosa

El lanzamiento de jamón es ya un clásico de las fiestas de Carrascosa

Tres categorías, un solo objetivo: que el jamón vuele

El campeonato está dividido en tres categorías: masculina, femenina e infantil. En la masculina, los participantes se colocan en la línea de lanzamiento, agarran el jamón con seriedad olímpica y lo hacen volar lo más lejos posible. Dicen los entendidos que aquí no basta con la fuerza bruta, sino que hay que tener muñeca fina y un ángulo de lanzamiento perfecto, como si en lugar de jamón se tratara de una jabalina.

Hay que tener muñeca fina y un ángulo de lanzamiento perfecto, como si en lugar de jamón se tratara de una jabalina.

En la femenina, la competencia es igual de reñida, y alguna vez ha pasado que las campeonas han superado a los hombres con lanzamientos dignos de estudio de física. Y luego está la categoría infantil, la más entrañable de todas: niños de apenas diez años intentando levantar un jamón casi más grande que ellos y lanzarlo unos centímetros, con un público que aplaude como si hubieran batido un récord mundial.

Lo de Carrascosa no es una rareza aislada. España está llena de competiciones que parecen inventadas tras una sobremesa con vino de la tierra.

Lo de Carrascosa no es una rareza aislada. España está llena de competiciones que parecen inventadas tras una sobremesa con vino de la tierra.

 Premios que se comen, no que se guardan

Aquí nadie se lleva a casa una copa de plata ni un diploma para colgar en el salón. Los premios son mucho más prácticos: un jamón bien curado para los campeones adultos y un surtido de embutidos para los pequeños. En alguna ocasión, el ayuntamiento también ha incluido queso manchego como extra, porque lo de ganar un concurso y luego poder celebrarlo con una buena merienda colectiva es casi obligatorio en estas tierras.

 España, fábrica de campeonatos imposibles 

Lo de Carrascosa no es una rareza aislada. España está llena de competiciones que parecen inventadas tras una sobremesa con vino de la tierra.

En Carcabuey, Córdoba, se celebra el campeonato de lanzamiento de hueso de aceituna. Aquí no hace falta brazo, sino boca entrenada. El objetivo: comer la aceituna, guardar el hueso en la lengua y dispararlo como si fuese una cerbatana natural. Los récords superan los 20 metros y se habla de auténticos maestros del soplido aceitunero.

En lanzamiento de aceituna los récords superan los 20 metros y se habla de auténticos maestros del soplido aceitunero.

En Galicia, por su parte, existe el lanzamiento de grelos. Sí, esa verdura que acompaña al lacón con grelos y que, en lugar de terminar en el plato, en este campeonato vuela por los aires. No sabemos si lo organizan para animar la cosecha o porque a alguien le dio pena ver los grelos solo en la olla.

En Navarra se han visto concursos de lanzamiento de alpargata, probablemente surgidos de una madre cansada que, en lugar de tirársela a su hijo como escarmiento, decidió convertirlo en deporte popular. Y en Castilla y León también han inventado el lanzamiento de azada, demostrando que el ingenio campesino no conoce límites. 

Más que lanzar, reír y reunirse

Al final, lo importante no es si el jamón vuela 25 metros o apenas un par. Lo que cuenta es que en Carrascosa de la Sierra el pueblo entero se junta, ríe, anima y comparte la jornada con música, bailes y tapas. Es la demostración de que en España cualquier excusa es buena para montar una fiesta, y que cuanto más surrealista sea la prueba, más divertida resulta.

Así que ya saben: si en agosto oyen hablar de un jamón volador, no se preocupen, no es que la charcutería haya salido ardiendo ni que un cerdo alado se haya escapado de una fábula. Es Carrascosa de la Sierra celebrando, a su manera, que la vida siempre sabe mejor con humor y con un buen embutido en la mesa.

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