El consumo de alimentos ultraprocesados se ha triplicado en los últimos treinta años
La Universidad de Salamanca advierte de los peligros del consumo de estos productos y sus riesgos en la salud pública

Alimentos ultraprocesados
Salamanca - Publicado el - Actualizado
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Los alimentos ultraprocesados son aquellos productos elaborados de forma industrial y a base de ingredientes como colorantes, conservantes y azúcares añadidos. No sólo las comidas preparadas y conservadas listas para calentar, también los refrescos y bebidas azucaradas, la bollería industrial y los cereales azucarados, los snacks salados, como patatas fritas o los productos cárnicos o bien a base de pescado reconstituidos como las salchichas, fingers de pollo o palitos de supuesto cangrejo, son algunos de los alimentos que se incluyen en esta lista que puede ahorrar mucho tiempo en nuestra alimentación, pero también tiene dudosos valores nutricionales.
Esto pone de relieve la importancia de recuperar los hábitos de la conocida dieta mediterránea, en detrimento de esa "Fast Food" que tantos perjuicios causa en nuestra salud.
reducir la producción, el marketing y el consumo de estos productos
Una nueva serie de tres artículos científicos publicada en la revista The Lancet advierte que el consumo creciente de alimentos ultraprocesados (AUP) está desplazando a los alimentos frescos y mínimamente procesados, deteriorando la calidad de la dieta y aumentando el riesgo de múltiples enfermedades crónicas. Según los datos de la publicación, en España la proporción de calorías que aportan los AUP al total de la dieta se ha triplicado en las últimas tres décadas, pasando del 11% al 32%.
Esta serie, titulada “Ultra-Processed Foods and Human Health”, reúne a 43 expertos internacionales en salud pública y nutrición. Entre los autores figuran Maira Bes-Rastrollo, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IdiSNA) y de CIBEROBN; y Renata Bertazzi Levy, investigadora del Departamento de Medicina Preventiva de la Universidad de São Paulo (Brasil) y actualmente integrante de la Unidad de Atención Primaria de Salamanca (APISAL) y profesora visitante en el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) y la Universidad de Salamanca.
“La evidencia científica de estas investigaciones certifica que los alimentos ultraprocesados están modificando nuestra forma de alimentarnos y afectando a la salud de la población”, explica Bes-Rastrollo. “Los datos muestran que su consumo en España se ha triplicado en las últimas tres décadas. Es necesario promover políticas que favorezcan el consumo de alimentos frescos y mínimamente procesados para poder seguir un patrón alimentario saludable basado en la dieta mediterránea tradicional”.
En la misma línea, Bertazzi Levy apunta que la serie de artículos presenta “evidencias sólidas de que el avance global de los alimentos ultraprocesados está transformando y deteriorando las culturas alimentarias tradicionales, comprometiendo la calidad de las dietas y contribuyendo de manera consistente al aumento de las enfermedades crónicas en todo el mundo”.
La evidencia científica insta a una acción inmediata
Los alimentos ultraprocesados son productos industriales diseñados para sustituir a los alimentos frescos y mínimamente procesados, así como a las comidas tradicionales. Se elaboran con ingredientes baratos —como aceites hidrogenados, aislados proteicos o jarabes de glucosa o fructosa— y aditivos cosméticos —como colorantes, aromatizantes, edulcorantes artificiales o emulsionantes—. Su comercialización busca maximizar los beneficios empresariales más que el valor nutricional.
Precisamente, Bertazzi Levy es una de las integrantes del grupo que desarrolló la clasificación de alimentos NOVA, que acuñó el término ‘ultraprocesados’. Desde entonces, la científica trabaja para “consolidar la evidencia científica que demuestra los efectos perjudiciales del consumo de estos productos en la salud humana a nivel global”.
El primer artículo de la serie, del que Bes-Rastrollo y Bertazzi Levy son coautoras, revisa más de 100 estudios longitudinales y muestra asociaciones consistentes entre un alto consumo de AUP y un mayor riesgo de obesidad y sobrepeso, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, depresión, afecciones de los riñones y del sistema gastrointestinal, así como de mortalidad prematura.
En este sentido, desde la Universidad de Salamanca y el IBSAL, Bertazzi Levy impulsa el estudio de los alimentos ultraprocesados en el ámbito español y forma parte de un proyecto que persigue analizar “la asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la salud de la microbiota intestinal y oral, con el fin de comprender cómo esta podría actuar como mediadora en la aparición de enfermedades crónicas ya descritas en el artículo de The Lancet”, informa.

Infografía revista The Lancet
Por otro lado, desde la Universidad de Navarra, Bes-Rastrollo lideró uno de los primeros estudios con seguimiento llevados a cabo a nivel mundial que ponían de manifiesto el efecto perjudicial de estos alimentos sobre la salud. Actualmente sigue estudiando la relación entre el consumo de AUP y las enfermedades crónicas, utilizando datos de la cohorte SUN y de los estudios europeos VEGANScreener y BETTER4U.
Según las investigadoras, “reducir la exposición de la población a los AUP requiere medidas coordinadas que vayan más allá de la elección individual, siendo necesario reforzar las políticas de salud pública y fomentar sistemas alimentarios más sostenibles”.
Políticas para frenar el consumo de alimentos ultraprocesados y mejorar el acceso a alimentos saludables
El segundo artículo propone un conjunto de políticas coordinadas para regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de AUP y hace hincapié en la necesidad de responsabilizar a las grandes empresas por su papel en la promoción de dietas poco saludables.
Entre las medidas propuestas destacan incorporar un etiquetado frontal que identifique claramente los aditivos característicos de los AUP y establecer restricciones a su publicidad, especialmente la dirigida a menores y en entornos digitales. Además, los autores plantean retirar estos productos de los comedores escolares y de los hospitales, limitar su presencia en los supermercados y aplicar impuestos selectivos para financiar programas que faciliten el acceso a frutas, verduras y alimentos frescos en hogares con menos recursos.
Estas acciones, subraya la serie de The Lancet, complementan las estrategias existentes para reducir el exceso de grasa, azúcar y sal en la alimentación y se alinean con las políticas impulsadas por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FAO, a favor de sistemas alimentarios más saludables, sostenibles y equitativos.
Un llamamiento a la acción global

Las investigadoras Maira Bes Rastrollo, de la Universidad de Navarra, y Renata Bertazzi, actualmente en la Universidad de Salamanca
El tercer artículo advierte de que el auge de los AUP está impulsado por grandes empresas del sector, que utilizan ingredientes industriales baratos, producción a gran escala y marketing agresivo para obtener ventas superiores a los 1,9 billones de dólares anuales.
Según los investigadores, sus altos beneficios refuerzan su capacidad de influir, financiando campañas publicitarias, fusiones empresariales y la presión política que dificultan la adopción de regulaciones efectivas. Los autores comparan esta situación con la de la industria del tabaco y piden una respuesta global coordinada para proteger las políticas públicas frente a la interferencia corporativa y promover sistemas alimentarios centrados en la salud, la equidad y la sostenibilidad.
Además de la participación de la Universidad de Navarra y la Universidad de Salamanca, esta serie internacional ha contado con la contribución de expertos de universidades y centros de investigación de referencia de todo el mundo.



