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Así 'encienden' las luces de Navidad tu cerebro para que compres antes y sin control

Una psicóloga experta analiza cómo la iluminación temprana dispara el cortisol y empuja al consumo, mientras la calle se divide entre la ilusión y el agobio

Iluminación navideña La Laguna
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Entrevista Ana Laura Bossoni

Entrevista Ana Laura Bossoni

Guillermo García

Tenerife - Publicado el - Actualizado

5 min lectura11:07 min escucha

Apenas comenzado el otoño, cuando el calendario todavía marca el mes de octubre, las calles de numerosas localidades canarias ya han comenzado a vestirse para la Navidad. La instalación anticipada del alumbrado navideño ha sorprendido a los ciudadanos, generando un debate que divide a la población. Mientras algunos reciben con agrado la llegada temprana de la parafernalia festiva, otros la perciben como una precipitación innecesaria que alimenta el estrés y la presión por consumir. Esta situación, que parece repetirse cada año con mayor antelación, plantea preguntas sobre sus efectos psicológicos y sociales, analizados por expertos que alertan de las consecuencias de adelantar tanto una de las épocas de mayor consumo del año.

La calle opina: entre el agobio y la ilusión

La opinión de la gente de la calle, recogida por COPE Canarias, refleja una clara polarización. Por un lado, se encuentra un grupo considerable de personas que siente que la Navidad llega demasiado pronto. "Me parece un poco precipitado que estén poniendo ya a esta altura las luces", comenta una ciudadana. Este sentimiento de precipitación se vincula a la idea de no poder disfrutar del presente. "Creo que todo va muy precipitado, no disfrutamos las cosas como debemos, porque estamos pensando en salir de una fiesta, para entrar en otra", señala otra viandante, quien confiesa que la situación le "agobia mucho". 

La sensación de que las temporadas se solapan y pierden su identidad es una queja recurrente. "No hemos salido de verano y ya está Halloween, Navidad, y todo cuanto antes", lamenta una entrevistada, quien subraya la importancia de dar a cada fiesta su espacio para poder disfrutarla plenamente. "Para mí es demasiado precipitado, porque cada época del año necesita tener sus fiestas, celebrarla bien y disfrutarla", añade. Frente a esta imposición del calendario comercial, algunos ciudadanos se mantienen firmes en sus tradiciones, como una mujer que afirma rotundamente: "Hasta diciembre, como siempre, no pondré el árbol y no compraré nada de Navidad ni haré nada que no sea en su época".

En el lado opuesto se sitúan aquellos que ven con buenos ojos este adelanto. La ilusión es el motor principal de esta perspectiva, especialmente en los hogares con niños. "Ahora teniendo niños, uno lo vive, pues, de una forma diferente", explica una madre. Para ellos, las luces, aunque permanezcan apagadas hasta la fecha oficial de encendido, son un recordatorio de que se acerca una "época muy bonita, familiar". Lejos de ser una molestia, la decoración temprana se convierte en un motivo de alegría y orgullo local: "A todos nos gustaría que, cuando llegue el momento de la iluminación, esté todo encendido y todo muy bonito, porque de ellos nos alegramos también, y presumimos de ello".

El cerebro bajo las luces de Navidad: cortisol y melatonina

Más allá del debate social, la exposición temprana y prolongada a la iluminación navideña tiene efectos fisiológicos medibles. La psicóloga Ana Laura Bossoni advierte de las consecuencias que esta sobreestimulación lumínica puede tener en el organismo. Uno de los principales problemas es la interrupción de la secreción de melatonina, la hormona que regula los ciclos de sueño. La luz artificial durante la noche puede alterar este proceso natural, dificultando el descanso y afectando al bienestar general de las personas, un fenómeno que se agrava en las grandes ciudades con espectaculares y permanentes instalaciones de luces.

Iluminación navideña La Laguna

Iluminación navideña La Laguna

Junto a la alteración de la melatonina, la experta señala un segundo efecto preocupante: el aumento del cortisol, conocida como la hormona del estrés. En lugares con una alta densidad de estímulos, como calles con "música permanentemente, la música navideña, las luces prendidas con movimiento, con colores, se te dispara el cortisol", explica Ana Laura Bossoni. Este estado de alerta constante, aunque pueda pasar desapercibido, genera un desgaste físico y mental que puede tener consecuencias negativas para la salud, especialmente si se prolonga durante los casi tres meses que dura ya la temporada navideña en algunas ciudades.

En esta sociedad de consumo globalizado hay que vivir todo a lo grande"

Ana Laura Bossoni

Psicóloga

La psicóloga también profundiza en la dualidad emocional que caracteriza a estas fechas. Por un lado, el ambiente festivo puede generar "esperanza, un poco de bienestar" y evocar recuerdos felices, sobre todo de la infancia. La Navidad puede ser un ancla a momentos positivos si "has tenido buenas fiestas en tu vida". Sin embargo, esta misma atmósfera puede tener un efecto completamente opuesto en otras personas, acentuando sentimientos de pérdida y soledad. La experta es clara al respecto, afirmando que la Navidad puede ser un doloroso recordatorio de "lo que ya no es".

Este lado oscuro de las fiestas afecta especialmente a quienes atraviesan situaciones de vulnerabilidad. Según Ana Laura, "la época de Navidad es la que las personas con trastornos relacionados con el estado de ánimo y personas que quizá tienen algún tipo de exclusión a nivel social, se encuentran más solas, más marginadas, más excluidas". La presión social por mostrar felicidad y participar en celebraciones puede ser abrumadora para quienes se enfrentan a problemas familiares, la ausencia de seres queridos o dificultades económicas, convirtiendo un tiempo supuestamente alegre en un período de intensa angustia emocional.

La presión social por mostrar felicidad y participar en celebraciones puede ser abrumadora para quienes se enfrentan a problemas familiares".

Ana Laura Bossoni

Psicóloga

El motor del consumo anticipado

La psicóloga Ana Laura Bossoni no duda en señalar la raíz comercial de este fenómeno, calificando el nivel de gasto en España como "un consumo disparado en las fiestas,  desproporcionado a mi gusto". La anticipación de la Navidad crea un marco mental que impulsa a la compra. Para aquellas personas que no pueden participar en este festín consumista, la sensación de exclusión se agudiza. El "no puedo comprar, no tengo", se convierte en una fuente adicional de estrés y malestar en una sociedad que, como apunta la experta, empuja a la grandilocuencia.

La reflexión de la especialista es contundente al ligar la aceleración de los tiempos con un modelo económico concreto. "En esta sociedad de consumo globalizado hay que vivir todo a lo grande", afirma, describiendo un ciclo festivo continuo —Halloween, Navidad, Carnavales— que tiene como principal objetivo "vender". Desde su punto de vista, la justificación de un alumbrado tan anticipado es débil, ya que "perfectamente se podrían prender en diciembre, y tienen un mes entero". Esta estrategia, además, tiene un notable "impacto socioambiental" que, en su opinión, es un "despropósito".

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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