Macu Gortázar, psicóloga: "El miedo a que exista la posibilidad de que no nos toque es irracional. Si en vez de costar 10 euros, el décimo de Navidad costara 1.000 sería diferente"

La Lotería de Navidad es mucho más que un simple juego de azar; el sorteo del 22 de diciembre se ha convertido en un fenómeno social y una tradición cultural arraigada en España desde hace más de dos siglos. 

Cada diciembre, millones de personas compran sus décimos, movidas por una compleja mezcla de factores que van más allá del deseo de ganar 'El Gordo'. Para analizar estas motivaciones, en 'Poniendo las Calles' hemos hablado con la psicóloga Macu Gortázar, quien ha desgranado las claves psicológicas detrás de este evento.

La ilusión y el factor social

Según Gortázar, aunque la ilusión juega un papel, no es necesariamente el factor más importante y es que existe un componente de contagio emocional. "Somos altamente contagiosos a las emociones de los demás", explica.

Si el entorno está ilusionado, es fácil sumarse a esos nervios y expectación. Esta idea, a menudo idealizada, de que “si participo me puede tocar”, se ve reforzada por una gran cantidad de información y anuncios que animan a participar.

Romper esa tradición es como traicionar a ese grupo"

Macu Gortázar

Psicóloga

Una gran parte de las personas compra lotería por tradición, ya sea familiar, con amigos o con compañeros de trabajo. En estos casos, explica la psicóloga, el acto de comprar va más allá de la esperanza de ganar. 

Se convierte en un hábito navideño más, y no participar puede ser visto casi como una deslealtad. “Romper esa tradición es un poco como traicionar a ese grupo”, señala Gortázar, y añade que algunas personas sienten vértigo o pena al pensar en bajarse de esa costumbre.

El miedo a quedarse fuera

Otro de los grandes motores de compra es el miedo a quedarse fuera, una sensación que Gortázar califica de “absolutamente infundado” pero muy potente. Mucha gente, más de la que se podría esperar, participa con la idea de “¿y si resulta que toca y yo me quedo fuera?”.

Este pensamiento lleva a que, al poner en una balanza el coste del décimo frente a la posibilidad de ser el único no premiado en su entorno, la balanza se incline hacia la compra para evitar esa posible exclusión.

Lo más probable es que no toque, pero ¿y si toca y yo me quedo fuera?"

Macu Gortázar

Psicóloga

La psicóloga apunta que este miedo es irracional, ya que la probabilidad de ganar es muy baja. Sin embargo, el temor a la exclusión social pesa más. “Probablemente, si el décimo de lotería, en vez de costar 10 euros, nos costara 1.000, no lo haríamos”, reflexiona, subrayando cómo el coste asumible facilita caer en esa inercia social.

Cómo gestionar la frustración

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Cuando las expectativas no se cumplen, puede aparecer la frustración. Macu Gortázar explica que no ganar la lotería puede ser una forma de “constatar de una manera muy objetiva que hay cosas de nuestra realidad actual que no nos gustan”. La idea de ganar se asocia a soluciones mágicas: dejar un trabajo infeliz, comprar la casa soñada o ayudar económicamente a la familia.

Ante este desánimo, la recomendación de la experta es cambiar el enfoque. Aconseja poner la atención “en aquellas cosas que sí nos gustan de nuestra realidad”. Reconectar con las personas importantes y valorar los aspectos positivos de nuestra vida, aunque no sea perfecta, es clave para gestionar esa pequeña decepción pasajera que puede generar el sorteo.

Para fomentar una relación más sana con el juego, Gortazar insiste en no perder la perspectiva de que se trata de “una cuestión de probabilidades”. Es vital mantener un equilibrio entre el gasto y la expectativa. En casos donde el juego se convierte en un problema, subraya la importancia de “pedir algún tipo de ayuda profesional”, un paso que puede generar un gran alivio y ser fundamental para la recuperación.

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