El día que los Reyes Católicos doblegaron a Boabdil y pusieron el broche de oro a la Reconquista con la Toma de Granada: "Somos tuyos"
Nueva York elige alcalde al musulmán y demócrata Zohran Mamdani en plena era Trump

'La Rendición de Granada', Francisco Pradilla (1882)
Madrid - Publicado el
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Zohran Mamdani, demócrata, es el nuevo alcalde de Nueva York gracias al 50% de los votos que ha recabado, convirtiéndose en el alcalde más joven desde 1892 y el primero musulmán en la historia de la ciudad. Su victoria se ha producido frente al independiente Andrew Cuomo y al republicano Curtis Sliwa, en unas elecciones con una participación notablemente alta, la mayor desde 1969.
La campaña de Mamdani ha destacado por sus propuestas, como transporte público y cuidado infantil gratuitos, viviendas asequibles y tiendas municipales con precios bajos para combatir el elevado coste de vida. Aunque su orientación política ha generado recelos dentro del propio Partido Demócrata y críticas por parte del presidente Donald Trump, ha logrado una fuerte movilización especialmente entre los votantes jóvenes, que se han volcado como voluntarios.

Zohran Mamdani durante un debate en la campaña electoral que le ha valido la alcaldía de Nueva York
Cuomo, todavía cuestionado por los escándalos que provocaron su dimisión como gobernador en el año 2021, ha centrado su campaña en atacar la falta de experiencia de Mamdani y sus posturas sobre Israel. La victoria de Mamdani supone un impulso para el sector más progresista del Partido Demócrata, aunque está por verse si este resultado podrá trasladarse al escenario político nacional, dado que Nueva York es un bastión demócrata y la contienda tuvo un enfoque local.
Tras su victoria, Mamdani ha recibido la felicitación del alcalde de Londres, Sadiq Khan, quien ha destacado que Nueva York ha elegido "la esperanza sobre el miedo". Khan, también musulmán y figura relevante del laborismo británico, ha mantenido contacto con Mamdani durante la campaña, y ha subrayado la importancia simbólica de su elección. En su discurso de triunfo, Mamdani ha agradecido el apoyo de trabajadores y comunidades inmigrantes, ha evocado la idea de un "día mejor para la humanidad" y ha afirmado que la ciudad vive el comienzo de un "renacimiento".
La victoria de Mamdani encuentra un episodio completamente opuesto en la Historia de España: la rendición del sultán nazarí Boabdil —que reinó como Muhammad XI y era llamado "el Chico" por los cristianos—, y la consiguiente Toma de Granada.

"La Rendición de Granada", Francisco Bayeu y Subías, hacia 1763
UNA GUERRA DECLARADA
En 1482, los Reyes Católicos acababan de ganar la Guerra de Sucesión castellana que se había desatado tras la muerte de Enrique IV y había enfrentado a Isabel con su sobrina, Juana, apodada por el bando isabelino "la Beltraneja". Además, habían conseguido evitar que los turcos se hicieran con el territorio napolitano después de haber tomado Constantinopla.
En ese contexto, "el rey nazarí de Granada, Muley Hacén (Abu al-Hasan 'Ali ben Saad), rompía las treguas con Castilla y tomaba al asalto la villa de Zahara", explica Manuel Fernández Álvarez en España. Biografía de una nación (2010). Isabel y Fernando se vieron envueltos en un conflicto que les había llegado sin previo aviso, "aunque lo cierto es que estaban deseando tener las manos libres para poder llevarlo a cabo", apunta el historiador madrileño.
MÁS SOBRE LA HISTORIA DE ESPAÑA
La situación política y social de Granada a finales del siglo XV la expone muy bien Antonio Domínguez Ortiz en España, tres milenios de historia (2000): "En teoría era un feudo de Castilla, obligado a pagarle parias (...). Se vivía mal; la población tenía que trabajar duramente para arrancar el sustento a una tierra poco generosa; las clases elevadas no daban ejemplo de civismo ni en el aspecto social ni en el político y los monarcas, para mantener una corte brillante, defenderse de sus enemigos, y pagar parias a Castilla, tenían que abrumar a sus vasallos con impuestos que sobrepasaban las normas coránicas. La actividad cultural había bajado de nivel (...) y la tolerancia no tenía muchas ocasiones de ejercitarse, puesto que la minoría hebrea se reducía a muy pequeños grupos y apenas había más cristianos que los prisioneros que gemían en las mazmorras. No había una sola iglesia en todo el reino nazarí. Puede afirmarse que la convivencia no era ni buena ni mala, sino inexistente".
Durante la primera mitad del siglo XV, la Reconquista castellana se había paralizado. Fue la caída de Constantinopla (1453) en manos de los turcos la que, en palabras del hispanista John H. Elliott, "reanimó el entusiástico espíritu de cruzada de la cristiandad y Enrique IV de Castilla respondió debidamente a las exhortaciones del Papa a una nueva cruzada".
En ese ambiente nacieron y crecieron Isabel y Fernando. La caída de Zahara fue pagada con la conquista de Alhama de la que el romance culpa al rey: "Por eso mereces [por haber matado a los bencerrajes], Rey, / una pena muy doblada: / que te pierdas tu y el reino / y que se acabe Granada".

La Guerra de Granada representada en la sillería del coro de la catedral de Toledo por Rodrigo Alemán
Todavía hoy sigue sorprendiendo a los historiadores que los nazaríes aguantaran tantos años las ofensivas castellanas. Domínguez explica que esto se debió a que el territorio granadino "era áspero, montuoso y sembrado de castillos; su población estaba ante el dilema de someterse o escapar al norte de África; [y a que] los granadinos combatían en su propio terreno, mientras que los castellanos tenían que desplazarse y asegurar el abastecimiento de un ejército numeroso, lo que originaba grandes problemas logísticos y económicos".
DISPUTAS INTERNAS
La muerte de Muley Hacén supuso un duro golpe para los granadinos, que se dividieron en dos bandos: los que apoyaban a su hijo, Boabdil, y los que reconocían al tío de este, el Zagal. Quienes defendían a este último lo hacían porque sospechaban que el heredero natural de Granada "había contraído pactos con los Reyes Católicos, declarándose su vasallo", dice Domínguez.
El Zagal defendía la zona oriental, mientras que Boabdil hacía lo propio con la occidental. Tras la toma de Baza, el Zagal se sometió a Isabel y Fernando, "pues prefirió estar sujeto a los cristianos que a su odiado sobrino". Los reyes habían llegado en 1488 a un acuerdo con Boabdil: este entregaría Granada y los monarcas le darían a cambio algunas ciudades que tenían en su poder. "Fue entonces —asegura Elliott— cuando Boabdil, que pocas veces sabía escoger el momento propicio, rompió con la palabra dada a los Reyes Católicos y proclamó su determinación de seguir luchando por el resto de su reino, reducido entonces a poco más que la ciudad de Granada".

Retrato de Boabdil, el último sultán de Granada, pintado en el siglo XVII
GUERRA TOTAL
La traición de Boabdil llevó a los reyes de Castilla y Aragón a romper todos sus acuerdos con el granadino y a intensificar sus ataques sobre Granada. Fernando había sido el capitán de todas las campañas nazaríes. Él había estado detrás de todas las victorias mientras que la reina —que era considerada por Boabdil "la princesa de reyes y la más grande y noble de ellos" entre otros títulos que recoge Fernández Álvarez en la biografía de Isabel— no dudaba en acercarse al frente de batalla para "animar al ejército que se mostraba tan alicaído", asegura el historiador madrileño.
La contienda llegó a su fin el 2 de enero de 1492. Tras meses de asedio, "cundió el desánimo en el bando moro y con él, el sentimiento general de que una rendición honrosa era preferible a una conquista militar", narra Elliott. Aquel día de invierno, Boabdil se vio frente a frente con sus vencedores: Isabel y Fernando. A este último le dijo aquello de "toma, señor, las llaves de tu cibdad, que yo e los que estamos dentro, somos tuyos".

'El Suspiro del Moro', Francisco Pradilla (1879-1892)
Cuenta la leyenda española que, al salir de Granada camino de su exilio en las Alpujarras, cuando coronaba un collado, Boabdil volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa una frase que quedaría para la historia: "Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre".
La conquista de Granada puso el punto y final al proceso de reconquista que había comenzado en Covadonga en el mismo 711 que se perdió la Península Ibérica. Esta victoria resonó en toda Europa, hasta el punto de que el nuncio italiano Baltasar Castiglione resumiría a Isabel asignándole "la honra de la conquista del reino de Granada". Fernando el Católico, orgulloso de su acción militar, escribió al papa Inocencio VIII para informarle de que "después de muchos trabajos, gastos y muertes y derramamientos de sangre de nuestros súbditos y naturales, este reino de Granada, que sobre 700 años estaba ocupado por los infieles, en vuestros días y con vuestra ayuda se ha alcanzado el fruto que los Pontífices pasados, vuestros antecesores, tanto desearon y ayudaron a loor de Dios".




