El primer mapa de América no fue obra de Colón: así lo dibujó un marinero español
Mucho antes de que el mundo entendiera qué era América, un navegante cántabro trazó a mano el primer mapa que revelaba su existencia, y su historia ha permanecido oculta durante siglos

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En el año 1500, en El Puerto de Santa María, el marino cántabro Juan de la Cosa trazó con tinta y acuarela una de las piezas más valiosas de la historia de la exploración: un mapa en el que, por primera vez, aparecía representado el Nuevo Mundo.
Este mapamundi —de 93 centímetros de alto por 183 de ancho— no solo constituye la primera representación conocida de América, sino que también es la única carta náutica conservada elaborada por un testigo directo de los viajes de Cristóbal Colón. La carta, que hoy se expone en el Museo Naval de Madrid, no es solo una herramienta geográfica, sino una crónica visual del momento en que el mundo comenzó a redefinirse.
Confeccionada sobre pergamino de piel de ternera, la obra muestra en color verde las tierras americanas descubiertas por los españoles y portugueses hasta finales del siglo XV. El resto del mundo —Europa, África y parte de Asia— aparece en tono natural, según el estilo tradicional de los portulanos medievales.

La Carta de Juan de la Cosa
Decoración, símbolos y el mar como escenario de imperios
El mapa de Juan de la Cosa está ricamente decorado, lo que sugiere que fue encargado por un personaje poderoso de la corte de los Reyes Católicos. Sobre el océano Atlántico se despliega una gran rosa de los vientos con una imagen de la Virgen con el Niño. También se representan embarcaciones, reyes africanos, los Reyes Magos en Asia e incluso el mítico Preste Juan.
Una imagen especialmente llamativa es la de San Cristóbal, que cubre el área donde hoy se encuentra Centroamérica. Esta figura, que parece aludir a Cristóbal Colón, no solo tiene valor simbólico, sino que podría haber servido para ocultar deliberadamente una zona cartográficamente incierta en ese momento. De hecho, se ha sugerido que Juan de la Cosa evitó representar una costa continua entre América del Norte y del Sur para mantener la posibilidad de un paso marítimo hacia Asia.
A pesar de los detalles artísticos, el mapa presenta imprecisiones notables en las latitudes. Cuba, por ejemplo, aparece correctamente como isla —en contra de lo sostenido por Colón—, pero otras regiones como Puerto Rico o La Española están dibujadas en posiciones más septentrionales de lo que les corresponde geográficamente.

El presidente de la Asociación de la Carta Juan de la Cosa, Juan Antonio Lago
De manos desconocidas a patrimonio nacional
Tras su realización, el mapa desapareció durante siglos. Se sabe que Juan de la Cosa presentó dos cartas náuticas a los Reyes Católicos en 1503, pero no hay certeza documental de que una de ellas fuera esta. La pista del documento se perdió completamente hasta que en 1832 fue redescubierto en París por el barón de Walckenaer, quien lo adquirió a un comerciante local.
El documento pasó por varias manos privadas hasta que en 1852 fue adquirido por el Estado español por 4.321 francos. Desde 1853, la carta se conserva en el Museo Naval de Madrid, donde se ha mantenido en buen estado pese a haber sufrido daños por un incendio y los avatares de la Guerra Civil, durante la cual fue evacuada y trasladada a Ginebra junto con otras obras del Tesoro Artístico.
Más tesoros del Patrimonio Nacional
Aunque algunos historiadores han puesto en duda la fecha de su realización —al considerar que ciertos datos, como la insularidad de Cuba, no estaban confirmados en 1500—, los análisis científicos del Museo del Prado han verificado que los pigmentos utilizados son compatibles con esa época y no se detectaron añadidos posteriores.
Además de su valor histórico, la carta ofrece una visión sorprendentemente precisa de regiones como las Antillas y la costa sudamericana, incluyendo menciones a descubrimientos recientes como el cabo de Santa María, hallado por Vicente Yáñez Pinzón en 1499, o tierras exploradas por portugueses como Pedro Álvares Cabral.
El mapa de Juan de la Cosa es una reliquia única de una época en la que el mundo, literalmente, estaba por dibujarse. No solo representa un hito cartográfico, sino también una ventana al momento exacto en que Europa comenzaba a mirar hacia el oeste para encontrarse con una realidad que cambiaría el curso de la historia.