La España vaciada del coche eléctrico: dime dónde vives y te diré si te interesa comprar por los puntos de carga
La esperada transición energética sigue sin despegar del todo en el país y uno de los principales frenos está en las infraestructuras

Carlos Moreno 'El Pulpo' conoce con el experto en motor Alfonso García 'Motorman' el gran problema que denuncian los usuarios de vehículos eléctricos
Publicado el
3 min lectura
La transición energética es uno de los grandes retos del presente. Sin embargo, en España, la movilidad eléctrica aún no despega con la fuerza esperada. A pesar de las campañas institucionales, las ayudas al comprador y el impulso europeo, la realidad es que el coche eléctrico sigue siendo una opción desigual, marcada por el código postal. En pleno 2025, comprarse un eléctrico o no sigue dependiendo, en buena medida, del lugar donde vivas.
Un mapa desigual de puntos de carga
Más de Alfonso García 'Motorman'
Carlos Moreno ‘El Pulpo’, en el programa Poniendo las Calles de COPE, abordó el tema junto al experto en motor Alfonso García ‘Motorman’, quien puso sobre la mesa el problema más repetido por los usuarios: la falta de infraestructuras de carga. “El principal freno, bueno, pues dicen que sigue siendo el mismo: las infraestructuras”, lamentó El Pulpo. La red pública de recarga es aún muy limitada, especialmente fuera de los grandes núcleos urbanos. “Faltan cargadores de carga lenta que sean realmente asequibles y, sobre todo, que sean accesibles para todos”, insistió el comunicador.
La realidad del coche eléctrico en España tiene dos velocidades. Como explicó ‘Motorman’, hay casi 10 millones de conductores sin garaje ni plaza de aparcamiento, lo que los obliga a depender de la red pública de recarga. “Sus coches duermen en la calle. Son necesarios cargadores lentos, de carga lenta, en las vías públicas, a precio asequible”, defendió.

Carga de coches eléctricos en un punto de recarga público. Mérida, Badajoz.
El problema se agrava cuando se observa la disparidad territorial. Mientras comunidades como Madrid, País Vasco, La Rioja, Cataluña y Valencia cuentan con más de 20 puntos de carga rápida por cada mil kilómetros de carretera, otras como Canarias, Galicia, Extremadura, Baleares y Murcia están a la cola. Esto explica por qué “el 75 % de las ventas de coches eléctricos son principalmente en estas comunidades, y por supuesto, en capitales”, subrayó el experto.
A esta radiografía se suma otro obstáculo: la falta de mantenimiento y disponibilidad real de los puntos instalados. Muchos usuarios denuncian que llegan a un punto de carga y este no funciona o está fuera de servicio. El Observatorio de Infraestructura de Recarga de Aedive y Ganvam ofrece informes periódicos sobre el estado de la red y confirma que, de los cargadores instalados, una parte importante está temporalmente inoperativa.
¿Puede despegar la movilidad eléctrica en zonas rurales?
La llamada España vaciada se queda también al margen de la movilidad sostenible. En pueblos y municipios pequeños, donde la red eléctrica no siempre está preparada y donde apenas hay cargadores públicos, apostar por un coche eléctrico es todavía una decisión arriesgada. Y eso que muchos de estos trayectos se prestan especialmente a este tipo de movilidad, por su baja densidad de tráfico y sus distancias comarcales.

Coche Tesla aparcado en una estación de carga, Málaga
La estrategia nacional de puntos de recarga, recogida en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), prevé la instalación de 100.000 puntos de carga para 2030, pero el ritmo actual es insuficiente. “No se trata de tener solo supercargadores, sino de apostar por cargadores lentos en la vía pública, al alcance de quien no puede cargar su coche en casa”, reclamó Motorman.
La brecha de acceso a la movilidad eléctrica no es solo tecnológica, es también territorial y social. Mientras no se universalice la recarga accesible, el coche eléctrico seguirá siendo una opción mayoritaria en las capitales y testimonial en el resto del país.
La movilidad del futuro no puede depender del código postal. Porque en esta transición, como en tantas otras, el reto no es solo ecológico: es también de equidad.