Las monjas de Toledo que convierten el mazapán en helado para combatir el calor: "Con fe y nata todo sabe mejor"

Sor Matilde detalla en Mediodía COPE cómo las hermanas del convento de San Antonio de Padua combaten la ola de calor con helados artesanos que ya despiertan elogios... incluso entre italianos

Los helados artesanales de estas monjas desbancan al mazapán en Toledo

Los helados artesanales de estas monjas desbancan al mazapán en Toledo

Borja Cuñado

Publicado el

2 min lectura

En pleno casco histórico de Toledo, donde las temperaturas rozan los 40 grados estos días, las monjas clarisas del convento de San Antonio de Padua han encontrado una deliciosa fórmula para afrontar el calor estival y mantener a flote su economía: elaborar helados artesanos. La idea surgió como alternativa a sus tradicionales dulces de mazapán y turrón, cuya demanda cae en picado durante el verano.

Fue la madre Consuelo y Sor Esther quienes viajaron hasta Gandía para aprender de otras hermanas clarisas que ya tenían experiencia en heladería. Desde entonces, y con mucho esfuerzo, han conseguido desarrollar una carta de sabores que va creciendo cada año: desde mazapán y turrón hasta leche merengada, yogur con maracuyá o incluso sorbetes sin lactosa para los intolerantes.

Helados artesanos, la solución de las monjas del Convento de San Antonio de Padua

Helados artesanos, la solución de las monjas del Convento de San Antonio de Padua

Sabores celestiales y producción casera

Los helados se elaboran en el propio convento, con leche, nata y azúcar como base, y con ingredientes naturales que aportan sabor y cremosidad. "No tienen nada que envidiar a los italianos", aseguraba Sor Matilde en Mediodía COPE, contando incluso que algunos turistas italianos ya han probado sus helados… y han quedado encantados.

La producción, aunque artesanal y limitada, se adapta a la demanda: se venden exclusivamente en la tienda del convento, servidos en tarrinas, también en formatos para llevar. El sabor estrella, por supuesto, es el de mazapán, elaborado con el mismo producto que las hermanas usan durante el año para sus dulces típicos.

Un convento que no se rinde al calor

Lejos de quejarse por las altas temperaturas, las hermanas han hecho de esta ola de calor una oportunidad. "Siempre hay goteras que arreglar en una casa grande y antigua", decía con humor Sor Matilde, quien también asegura que si hay que ampliar la producción, Sor Esther –la hermana heladera oficial– se levanta antes sin problema.

Más allá de una solución económica, esta iniciativa ha servido también para abrir las puertas del convento a quienes buscan algo más que alivio térmico: una experiencia cargada de autenticidad, fe y tradición. El verano en Toledo ya no solo sabe a calor… ahora también sabe a mazapán helado.

Una experiencia que trasciende el sabor

Más allá del producto en sí, quienes se acercan al convento de San Antonio de Padua en Toledo descubren mucho más que un buen helado. La experiencia de comprar en este lugar con siglos de historia y tratar directamente con las hermanas convierte la visita en algo especial. El trato cercano, la calma del entorno y la autenticidad del producto hacen que muchos repitan no solo por el sabor, sino por el vínculo humano y espiritual que se genera.  

Para las religiosas, esta iniciativa no solo ayuda a mantener el edificio y cubrir los gastos del convento, sino que también se ha convertido en una forma de evangelización sencilla: "Los helados abren muchas conversaciones", cuentan desde la comunidad. Incluso turistas que no esperaban entrar en contacto con una comunidad religiosa se ven sorprendidos por esta fusión entre fe, trabajo y creatividad.

Visto en ABC

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