"Albares ha perdido la enésima oportunidad de condenar la dictadura venezolana; pero ha aprovechado para hablar de Franco"

Jorge Bustos analiza las claves que marcan la actualidad de este viernes, 13 de septiembre

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Mira que es fácil decir: “Venezuela es una dictadura”. “No hay dictaduras buenas”. “Las dictaduras de izquierda son la misma mierda (con perdón) que las de derechas”. Pues nada. No hay manera. El ministro Albares ha perdido la enésima oportunidad de condenar la dictadura venezolana; eso sí, ha aprovechado para hablar de Franco. El famoso valor del PSOE con los dictadores muertos y su célebre cobardía con los dictadores vivos.

El sanchismo lleva demasiado tiempo contemporizando con el chavismo. Demasiada ambigüedad mientras hombres, mujeres y niños venezolanos son perseguidos, secuestrados, torturados. Pero la hora de los equilibrios imposibles, e inmorales, toca a su fin. 

La semana que viene el Parlamento Europeo (salvo sorpresa mayúscula) votará a favor de reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela, como ya le han reconocido los Estados Unidos de Biden. 

¿Qué van a votar los eurodiputados socialistas españoles? ¿Van a hacer el mismo ridículo que los diputados socialistas del Congreso? ¿Se van a desmarcar de los socialistas alemanes o nórdicos para no enfadar al abogado internacional y representante comercial de Maduro que es José Luis Rodríguez Zapatero?

Mira, yo he criticado innumerables veces los cínicos cambios de opinión de Pedro Sánchez; pero ahora espero sinceramente que Pedro cambie de opinión de aquí a la semana que viene, cuando vote la Eurocámara. O al menos que adopte la opinión de Margarita Robles, que ha llamado dictadura al régimen de Maduro, y desautorice la de Albares.

He criticado innumerables veces los cínicos cambios de opinión de Pedro Sánchez; pero ahora espero sinceramente que cambie de opinión"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Entre la honra y el pragmatismo, el Gobierno de España quiso renunciar a la honra para escoger el pragmatismo. Pues bien, ahora tiene la deshonra de haber votado en contra de reconocer a Edmundo, y además tiene la amenaza de ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela. 

Sánchez y Albares, teledirigidos por Zapatero, han logrado una auténtica hazaña: decepcionar por igual al chavismo y a la oposición. Cabrear al tirano y a los demócratas a la vez. Los socialistas han perdido a la vez la ética más elemental y la eficacia negociadora.

Nadie entiende hoy la esquizofrénica posición del Gobierno sobre Venezuela. No se entiende ni dentro ni fuera de España. Como tampoco entiende Bruselas que Pedro se invente relaciones bilaterales con China que contradicen los acuerdos adoptados por consenso en la Unión Europea respecto de los aranceles al coche chino. 

Como tampoco se entiende tanta prisa en reconocer al Estado palestino, contra el criterio de Europa, para arrastrar ahora los pies indignamente con la causa de la libertad del pueblo venezolano.

La diplomacia sanchista es una mezcla infantil de caprichos y bandazos, porque Pedro se comporta fuera igual que dentro. O mejor: porque usa los viajes al extranjero exclusivamente para alimentar el relato doméstico.

Tenemos conflictos abiertos con Argentina, con Israel, con Argelia y ahora encima también con Venezuela, pero por las razones equivocadas. No por haber defendido con coraje y claridad la gesta democrática de Edmundo y María Corina, ganando en las urnas al dictador, sino por ponerse de perfil para no enfadar al amigo bigotudo de Zapatero. 

Y ahora que Maduro se ha enfadado igual, qué va a hacer el Gobierno. ¿Se alineará con los partidos democráticos europeos de izquierda y derecha que apoyan a Edmundo? ¿O seguirá calladito, encajando insultos de criminales bolivarianos? La verdad es que es difícil dar más vergüenza.

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