Explicación de un viaje

¿Quién es Jesucristo en la vida de las mujeres y los hombres de hoy, quién es para cada uno de nosotros? Esta pregunta, lanzada por el Papa León XIV al mundo desde Turquía, explica por sí misma la primera etapa de su viaje, que hoy continúa en El Líbano. Es una pregunta que nos interpela en primer lugar a los cristianos, porque como dijo León nada más ser elegido Papa, y ahora ha repetido, corremos el riesgo de reducir a Jesucristo a una especie de líder carismático o superhombre, y eso solo conduce “a la tristeza y la confusión”. Porque si Jesús es solo un hombre, aunque fuese el mejor, ¿cómo podría salvarnos? Para nosotros hoy sería apenas una inspiración, algo incapaz de sostener la vida y de llevarla a su plenitud. Como ha dicho León XIV, “eso estaba en juego en Nicea y eso está en juego hoy”. Digámoslo sin rodeos, el Papa viaja sustancialmente para decir esto: “que Cristo Jesús no es un personaje del pasado, que es el Hijo de Dios presente entre nosotros que guía la historia hacia el futuro que Dios nos ha prometido”. Y es que, sin eso, como diría San Pablo, los cristianos seríamos los más tontos de los hombres.

Hay otro aspecto importante en la etapa turca del viaje del Papa. En aquellas tierras el cristianismo era floreciente hace 17 siglos, hoy constituye una exigua minoría. León ha dicho que la fuerza de la Iglesia “no reside ni en sus recursos ni en sus estructuras, ni los frutos de su misión derivan del consenso numérico, de la potencia económica o de la relevancia social”. La Iglesia puede tener, o no tener, estas cosas (estructuras, influencia, grandes números) pero no vive de ellas. Vive, ha dicho el Papa, “de la luz del Cordero (o sea, del que luego murió por nosotros), reunida en torno a Él e impulsada por el poder del Espíritu Santo en los caminos del mundo”. Yo comprendo que mucha gente sonría ante estas cosas, la cuestión es: ¿nos las creemos nosotros, los cristianos de hoy?