El "oro negro" gallego que solo se puede recoger en dos épocas del año y es el mejor del mundo para muchos: con nombre de un pueblo de Galicia
En plena Costa da Morte, uno de los paisajes más salvajes y fascinantes de Galicia, se vive estos días una auténtica euforia marinera

Roberto Vidal, patrón y percebeiro de la cofradía de pescadores de Corme, habla sobre la pesca del percebe
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En plena Costa da Morte, uno de los paisajes más salvajes y fascinantes de Galicia, se vive estos días una auténtica euforia marinera: ha comenzado la temporada del percebe de Roncudo, conocido como el oro negro gallego. Su recolección, limitada solo a dos ventanas anuales —Navidad y verano—, está marcada por la madurez del crustáceo y, sobre todo, por el respeto al mar.
“La piedra tiene que ver, las corrientes tienen que ver, el mar bravo tiene que ver...”, explica Roberto Vidal, patrón y percebeiro de la cofradía de pescadores de Corme, quien ha habla en directo para el programa La Tarde. “Todo eso hace que el percebe del Roncudo sea distinto, especial”.
Tres horas diarias en el mar
Ser percebeiro no es solo un trabajo, es una forma de vida y un desafío físico y mental. “Nosotros trabajamos unas tres horas al día, una hora y media antes de la bajamar y otra hora y media después”, relata Roberto. En ese tiempo, acceden a las zonas más escarpadas, muchas veces saltando desde embarcaciones directamente sobre las rocas. “Aquí casi no usamos cuerdas. Entramos desde el mar con lanchas de fibra, saltamos a las piedras...”, detalla.
La dureza del oficio no es ningún secreto. “Hay muchos que dicen que no tenemos miedo, que solo tenemos respeto, pero tarde o temprano tienes miedo. Te llevas sustos. Algún día dices ‘hoy casi me la juego’”, confiesa Roberto con serenidad.
El percebeiro va equipado con trajes de neopreno que, además de proteger del frío, ayudan a flotar si caen al mar. “Antes se moría mucha gente porque no había esa protección. Caían al agua y se iban para abajo. Ahora es distinto, las embarcaciones son mejores y rápidas para entrar y salir”.
Un oficio que se hereda
En el caso de Roberto, el mar no fue una elección, sino un legado familiar. “Ya había familiares que andaban a percebe: abuelos, tíos... Teníamos un ADN con salitre en casa”, recuerda con orgullo. Hoy es él quien mantiene viva la tradición, pero también quien defiende la sostenibilidad de este producto tan exclusivo: “Respetamos las vedas de seis meses. Cuidamos el percebe, lo mimamos”.
La regulación también es estricta: durante la campaña en el Roncudo, cada percebeiro tiene un tope de 6 kg diarios; en otras zonas, el límite es de 5 kg. “Y eso se cumple. Es una forma de asegurar que el percebe no se agote”, añade.

Marisco y percebes en el mercado de la Plaza de Lugo de A Coruña
fiesta en corme: entre 700 y 1.000 kilos de manjar
Este sábado, Corme celebra su día grande: la Festa do Percebe, una cita que cada año atrae a cientos de visitantes y moviliza la economía local. “Es nuestro San Fermín”, asegura Roberto. “Se llena el pueblo, las casas se ocupan, los hoteles están llenos… Es muy esperada por todos”.
Para la celebración se estima que se servirán entre 700 y 1.000 kilos de percebe. Y todavía faltan unos 150 kilos por recolectar. El precio, alto pero comprensible, se mantiene en torno a los 80 euros por kilo, “y eso comprándolo en bloque, los 6 kilos juntos en una caja”, matiza Roberto.
Un lujo merecido
El precio puede parecer prohibitivo, pero escuchar a Roberto lo justifica por completo. La peligrosidad, el esfuerzo físico, la técnica, la tradición y la calidad del producto lo convierten en un lujo con sentido. No es algo que podamos comer todos los días, pero entendemos perfectamente su valor.
Así, el percebe de Roncudo no solo se saborea: se respeta. Porque detrás de cada kilo hay tres horas de lucha contra el mar, generaciones de saber marinero y una comunidad entera que vive al ritmo de la marea.