España, la cuna del perfume: la historia de por qué los españoles olemos como olemos

La experta Clara Buedo desvela en COPE cómo la historia ha moldeado la memoria olfativa y la identidad de un país a través de sus aromas más icónicos

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Ana Rumí

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El olfato es el sentido más primitivo y emocional, capaz de transportarnos a la infancia en solo tres segundos. Sobre esta poderosa conexión entre el olor y la memoria ha profundizado la periodista e investigadora Clara Buedo, autora del libro 'El perfume en España', en el programa 'La Tarde' de COPE. En conversación con Pilar García Muñiz, Buedo ha desvelado las claves históricas y culturales que explican por qué en España olemos como olemos.

La cuna del perfume europeo

Contrario a la creencia popular, la historia del perfume en Europa no comienza en Francia. Según la investigadora, España tiene una larguísima historia perfumada que se remonta a los fenicios y sus rutas comerciales en el sur. A esta herencia se suma la actividad perfumera de la Hispania romana, la llegada de los griegos y, de forma decisiva, la sabiduría de los árabes en al-Ándalus.

Fue en la Córdoba andalusí del siglo X, equiparable en lujo y avances a Bagdad, donde eclosionó la perfumería. Gracias a los avances en destilación y nuevos cultivos, los eruditos árabes desarrollaron las primeras versiones del perfume moderno con base alcohólica. Buedo es contundente al respecto: "por mucho que le pese a los franceses, la cuna del perfume europeo es España".

Por mucho que le pese a los franceses, la cuna del perfume europeo es España"

Olor a estatus, higiene y poder

Históricamente, el perfume ha sido un símbolo de estatus al alcance de las élites, como la realeza y la aristocracia. Clara Buedo ha explicado que las sustancias, muchas de ellas importadas de lugares lejanos como India o Asia, eran extremadamente caras. No obstante, su uso no era solo por placer, sino también como un escudo aromático protector.

En la antigüedad existía la teoría de que los malos olores, o miasmas, producían enfermedades. Por ello, las clases altas se rodeaban de buenos aromas para diferenciarse olfativamente del pueblo llano y protegerse de las epidemias. Este hecho marcaba una profunda diferencia olfativa entre las clases sociales de la época.

Algunos monarcas españoles destacaron por su obsesión con los buenos olores. Isabel la Católica, por ejemplo, utilizaba el perfume como valija diplomática, atesorando ámbar gris para regalarlo. Por su parte, Felipe II creó en El Escorial la Casa de la Destilería para elaborar aguas aromáticas que se repartían por el resto de cortes europeas.

Frasco de perfume Chanel nº 5

Alamy Stock Photo

Frasco de perfume Chanel nº 5

La experta también ha desmontado el cliché de que en la Edad Media la gente no se lavaba. Si bien el concepto de higiene era distinto, existía el curioso fenómeno de la 'camisa blanca'. Esta prenda interior, que sí se lavaba continuamente, actuaba como "frontera entre el cuerpo, la piel, que se mantenía limpia con la suciedad exterior" de los vestidos, que eran imposibles de lavar.

Durante siglos, las mujeres de la alta sociedad olían a sustancias animales como el almizcle, el ámbar gris o la civet, conocida en España como algalia. Estos ingredientes eran considerados talismanes y se usaban para todo, desde guantes hasta joyas. No fue hasta el siglo XVIII cuando el gusto cambió hacia aromas florales como la violeta, que reivindicaban la castidad y se asociaban a la "mujer de bien".

El ADN olfativo de los españoles

La memoria olfativa no es solo colectiva, sino también profundamente personal. La propia Clara Buedo ha confesado que su primer recuerdo olfativo es el de una muñeca de su infancia, 'Tarta de Fresa'. "La adoraba, la mordía, o sea, me gustaba tanto su olor que la estaba mordisqueando todo el rato", ha recordado en antena.

En el imaginario colectivo español, fragancias como Heno de Pravia, Magno o Álvarez Gómez son auténticos iconos. Según Buedo, estos aromas frescos, con cítricos y hierbas aromáticas, están muy arraigados en el ADN español por la influencia del clima mediterráneo y la costumbre de perfumar a toda la familia con aguas de colonia.

Esta costumbre ha generado un fenómeno muy particular en el lenguaje. Tal y como señala la periodista, "en España ya puede ser un extracto de Chanel que lo vamos a llamar bote de colonia". Esta expresión refleja cómo el formato de litro, fresco y familiar, ha calado en la identidad cultural del país.

Ya puede ser el extracto de perfume más caro del universo, que para nosotros es bote de colonia"

La investigadora también ha compartido su experiencia personal con la anosmia tras la pandemia, un problema que afecta a más de 800.000 personas en España. Tras perder el olfato, lo recuperó de forma distorsionada, lo que le generó una fuerte repulsa hacia la popular molécula ambroxan, cuyo olor percibía multiplicado.

Al finalizar la entrevista, Buedo ha reafirmado que el perfume es mucho más que un frasco bonito: es historia, identidad y memoria. Una idea que Pilar García Muñiz ha refrendado con una frase de su abuela: "puedes olvidar una cara, pero desde luego, no puedes olvidar nunca un olor a un perfume".

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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