

"Hay quien dice que el robo del Louvre solo evidencia una sociedad en crisis que empezó a arder cuando lo hizo su catedral y que ahora siente la humillación de un robo demasiado cutre impropio del glamur francés"
La comunicadora de 'La Tarde' analiza lo que sabemos hasta ahora del robo de las joyas del Louvre y lo que eso significa en un país como Francia
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Cinco nuevos detenidos por el robo en el Museo del Louvre, y ya son siete en total. Ese robo de película del que se cumplen 11 días y que dejó en evidencia los sistemas de seguridad de uno de los museos más importantes del mundo. Fue a plena luz del día. Los ladrones se vistieron de operarios y usaron una grúa en solo 7 minutos.
Es que fue un robo relámpago. 7 minutos empleando unas radiales, consiguieron colarse en la galería Apolo y se llevaron joyas de la Corona francesa. Siglos de historia del país galo, un conjunto de 8700 diamantes, 34 zafiros, 38 esmeraldas y más de 200 perlas. Su valor, 88 millones de euros. Precisamente el museo parisino se ha visto obligado a trasladar otras joyas muy valiosas al Banco de Francia, por miedo a que puedan sufrir otro robo. Las han llevado a una enorme bóveda a 27 metros bajo tierra en la que se guardan las reservas de oro del país.
El ridículo del museo fue también una humillación para toda la sociedad gala, un robo cutre a plena luz del día que ocupó portadas y portadas y titulares en todo el mundo.
Como decimos, con los cinco detenidos de las últimas horas, ya son siete en total los arrestados. Para algunos de ellos, la Fiscalía pide 15 años de cárcel por robo y otros 10 años más por asociación de malhechores. Hoy, precisamente, la fiscal del caso, ha salido a anunciar las detenciones y a dejar claro que todavía no está todo perdido y algunas de las joyas podrían recuperarse.
Por mucho que consiguiesen encarcelar a todos los culpables y recuperar las joyas, el ridículo ya está hecho. Un informe del Tribunal de Cuentas francés ha acusado al museo parisino de contar con un sistema de videovigilancia que es insuficiente en sus tres salas. También les acusa de haber aplicado recortes muy fuertes en el gasto destinado a seguridad. Dice el informe que este gasto, el gasto en seguridad del Louvre, es mucho menor hoy en día que hace 20 años.
Pero en Francia hay quien ve en este robo un síntoma de algo mucho más grave. Un ejemplo más de la decadencia de nuestro país vecino que ya llega al corazón de su cultura. No han sido capaces de proteger uno de sus grandes emblemas nacionales.
Francia atraviesa una crisis política y social muy fuerte en los últimos años. Fíjate, desde el incendio de la catedral de Notre Dam, en el año 2019, Francia ha tenido siete primeros ministros diferentes y varias protestas en las calles que paralizaron algunas zonas del país. Pienso los chalecos amarillos, en las manifestaciones por la reforma de las pensiones, las la crisis del mundo agrícola, el estallido de los suburbios o la última protesta por los recortes al estado de bienestar.
La sociedad francesa está más fragmentada que nunca. La extrema derecha de Marine Le Pen es la favorita para ganar las próximas elecciones presidenciales, unos comicios que Macron, en caída libre en los sondeos, se resiste de momento a convocar.
Por eso hay quien dice que el robo del Louvre solo evidencia un país que se desmorona, una sociedad en crisis que empezó a arder cuando lo hizo su catedral y que ahora siente la humillación de un robo demasiado cutre, impropio, del glamur francés.



