Vietnam, 50 años después: las lecciones de la guerra que cambió la conciencia en Estados Unidos
Medio siglo después de la retirada de EEUU, expertos analizan las claves de un conflicto que partió en dos a la sociedad americana y que aún resuena en la geopolítica

Monográfico en 'La Noche de Adolfo Arjona' sobre los cincuenta años del fin de la Guerra de Vietnam
Málaga - Publicado el
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Se cumplen 50 años del fin de un conflicto que cambió la historia del siglo XX. La Guerra de Vietnam no fue solo un enfrentamiento entre dos ejércitos, sino entre dos formas de entender el mundo: el norte comunista, apoyado por la Unión Soviética y China, y el sur capitalista, con el respaldo de Estados Unidos. El conflicto dejó un saldo aterrador: más de 3 millones de víctimas vietnamitas y 58.000 soldados estadounidenses muertos, selvas arrasadas por el Agente Naranja y una herida profunda en la conciencia de una generación que asistió a la que se considera la primera guerra televisada.
El detonante de la guerra
La implicación de Estados Unidos en el conflicto fue paulatina. Tal y como explica el divulgador histórico David López Cavia en el programa 'La Noche de Adolfo Arjona' de la cadena COPE, al principio muchos asesores del presidente Kennedy "no sabían ni siquiera situar Vietnam en el mapa". El motor de la intervención era el miedo a la expansión del comunismo en el sudeste asiático, una pieza clave en la geopolítica de la Guerra Fría.

Soldados americanos en la Guerra de Vietnam
El casus belli definitivo fue el incidente del Golfo de Tonkin en agosto de 1964. Un supuesto ataque a los destructores estadounidenses USS Maddox y USS Turner Joy sirvió como la excusa perfecta. López Cavia apunta que probablemente todo se debió a una mezcla de "técnicos de radar y de sonar inexpertos", nerviosismo y una fuerte marejada que llevó a los americanos a "disparar un diluvio de proyectiles contra la nada". Aun así, el incidente dio "carta blanca" al presidente Lyndon B. Johnson para una intervención militar masiva.

Helicóptero CH-47 Chinook
Un conflicto de desgaste
Una de las grandes preguntas es por qué una superpotencia como Estados Unidos no pudo ganar una guerra que sobre el papel parecía decidida. La respuesta reside en factores militares, geográficos y, sobre todo, psicológicos. Estados Unidos subestimó la capacidad de resistencia del Vietcong y del ejército norvietnamita. El propio líder Ho Chi Minh lo advirtió de forma premonitoria: "podrán matar a 10 de los nuestros por cada americano que caiga, que aún así, nosotros ganaremos la guerra y ustedes perderán".

Busto del líder vietnamita Ho Chi Mihn
Podrán matar a a 10 de los nuestros por cada americano que caiga, que aun así, nosotros ganaremos la guerra y ustedes perderán"
Presidente de Vietnam del Norte
Esa férrea voluntad de resistir de los norvietnamitas se vio reforzada por el crucial apoyo militar de China y la Unión Soviética. Como detalla López Cavia, Vietnam del Norte recibió carros de combate, el célebre fusil AK-47, armas antiaéreas e incluso asesores militares rusos que colaboraron en el derribo de aviones norteamericanos. Este respaldo equilibró la balanza frente al ingente despliegue estadounidense en apoyo del "corrupto régimen de Vietnam del Sur".
El historiador militar David de Caixal i Mata explica que los norvietnamitas y el Vietcong centraban sus ataques en el sur mediante artillería, emboscadas, sabotajes y sus famosos túneles. En respuesta, Estados Unidos y sus aliados desataron gigantescas campañas de bombardeo aéreo como 'Rolling Thunder' o 'Linebacker', llegando a lanzar más bombas que en Alemania y Japón durante toda la Segunda Guerra Mundial.
El perfil del soldado estadounidense que luchó en Vietnam estaba marcado por la clase y la raza. Según De Caixal, la mayoría eran jóvenes de entre 18 y 25 años provenientes de clases sociales bajas y medias. Hubo una presencia muy alta de minorías: entre 300.000 y 350.000 afroamericanos y hasta 100.000 soldados hispanos sirvieron en unidades de combate, llevando a menudo la peor parte en el frente.
El horror químico y la guerra invisible
Vietnam fue un laboratorio de nuevas tecnologías bélicas. El helicóptero Bell UH-1 'Huey' se convirtió en un icono, pero las innovaciones más siniestras fueron las armas químicas. El Napalm, diseñado para arrasar posiciones enemigas, provocó quemaduras extremas y un profundo efecto psicológico. La famosa frase "Me gusta el olor del Napalm por la mañana", (frase del personaje coronel Kilgore en la película 'Apocalypse now -1979-) encapsula la brutalidad del conflicto.
Me gusta el olor del Napal por la mañana"
Película 'Apocalypse now'
Entre 1961 y 1971, el ejército de EEUU roció más de 80 millones de litros de herbicidas, principalmente el Agente Naranja. Esta sustancia, cargada de una de las dioxinas más tóxicas jamás creadas, buscaba defoliar la selva para dejar sin refugio ni alimento al Vietcong. Medio siglo después, como se recordó en COPE, sus efectos perduran en forma de cáncer, malformaciones congénitas y otras enfermedades que afectan a miles de vietnamitas y veteranos estadounidenses.
Las tropas estadounidenses se enfrentaron a un enemigo invisible que dominaba el terreno. El Vietcong construyó una extensa red de túneles, con Củ Chi como su máximo exponente: una "auténtica ciudad invisible" de 250 kilómetros que se extendía bajo las líneas norteamericanas. Esta guerra subterránea, junto a las trampas y tácticas de guerrilla, supuso un desgaste moral y psicológico constante para los soldados americanos.
Para los prisioneros de guerra estadounidenses, en su mayoría pilotos derribados, el cautiverio fue una pesadilla. Confinados en prisiones como la célebre Hỏa Lò, apodada 'Hanoi Hilton', sufrieron durante años aislamientos, torturas y presión psicológica. La comunicación entre los presos se realizaba en secreto, mediante un "código de toques" en las paredes. De los casi 600 americanos capturados, se calcula que unos 200 no lograron sobrevivir.

Tanque expuesto en el Museo de la Guerra de Vietnam
La guerra que dividió a América
Por primera vez, una guerra se retransmitía por televisión, llevando imágenes de una crudeza inédita a los hogares estadounidenses. El catedrático de Historia Contemporánea Francisco Javier Caspistegui señala en su conversación con Adolfo Arjona que esta exposición constante fue minando el apoyo popular. La prensa, con periodistas como Walter Cronkite, pasó de un apoyo inicial a una postura cada vez más crítica, destapando las contradicciones del discurso oficial frente a la Guerra de Vietnam.
El conflicto en Vietnam coincidió con una época de gran agitación social en Estados Unidos. El movimiento contra la guerra prendió en las universidades y se fusionó con la lucha por los derechos civiles. Líderes como Martin Luther King Jr. alzaron la voz contra el conflicto: "Salvemos nuestro honor nacional. Detened el bombardeo y detened la guerra". La música y el arte, con himnos como 'Give Peace a Chance' de John Lennon, canalizaron el descontento de toda una generación.
El coste social fue inmenso. La guerra llegó a absorber el 56% del presupuesto federal en 1968, dejando en segundo plano los programas de la 'Gran Sociedad' del presidente Johnson contra la pobreza y la discriminación. Asesinatos como los de Martin Luther King y Robert F. Kennedy y la represión violenta de protestas, como la matanza de Kent State, terminaron de fracturar a la sociedad estadounidense.
El regreso a casa de los soldados americanos fue otro trauma. Los más de 150.000 veteranos heridos y mutilados no fueron recibidos como los héroes de la Segunda Guerra Mundial. Como explica Caspistegui en este monográfico sobre la Guerra de Vietnam (de cuyo fin se han cumplido cincuenta años), se enfrentaron a la indiferencia y la hostilidad de una sociedad que los veía como "traidores y asesinos". Muchos se unieron a organizaciones pacifistas y sus memorias nutrieron una visión crítica del conflicto en el cine y la literatura de los años posteriores.
De enemigos a socios comerciales
Tras la caída de Saigón en 1975, Vietnam se reunificó bajo un férreo régimen comunista. Se impuso una unificación forzosa con purgas, represalias y la creación de "campos de reeducación" por los que pasaron cientos de miles de personas. Este proceso, según el experto Francisco García Campa, provocó una tragedia olvidada: la huida de casi dos millones de vietnamitas del sur, los conocidos como 'boat people'.
Tras una década de aislamiento y miseria en los 80, Vietnam emprendió una serie de reformas económicas. Hoy, el país es una economía emergente y, paradójicamente, un socio comercial de Estados Unidos. Como explica García Campa en COPE, la normalización de relaciones en 1995 abrió la puerta a las inversiones estadounidenses, una alianza que también sirve a Washington como contrapeso geopolítico a la creciente influencia de China en la región.
La historia, sin embargo, es más compleja que el relato popularizado por el cine. García Campa recuerda que la idea de una guerra de EEUU contra Vietnam obvia el papel clave de la URSS y China, que a su vez mantenían una relación tensa. Una prueba de estas complejas alianzas es que solo cuatro años después del fin de la guerra, en 1979, China invadió Vietnam, su antiguo aliado, demostrando las contradictorias dinámicas de la geopolítica de la Guerra Fría.
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