Le detectan un cáncer de pulmón terminal a los 85 años y, tras 60 años casados, toma una decisión para morir junto a su mujer: "Gracias"
A Joaquín le detectaron un cáncer terminal y, ahora, vive sus últimas semanas de vida bajo cuidados paliativos en su casa, con su mujer, familia, hijos y nietos

Fernando de Haro reportaje paliativos
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
En España, los cuidados paliativos a domicilio todavía no son una realidad extendida en todo el territorio. Solo unas pocas comunidades autónomas ofrecen este servicio de forma estructurada. Sin embargo, cada vez más voces defienden su valor: acompañar el final de la vida en casa, en un entorno familiar y cálido, donde el paciente se siente seguro y rodeado de los suyos. Por eso, Fernando de Haro se ha trasladado, para La Mañana del Fin de Semana, hasta la casa de Joaquín, donde, a sus 85 años, está viviendo sus últimas semanas de vida junto a su familia.
Antonio Sacristán, médico de cuidados paliativos en Madrid, explica que su unidad trabaja con un objetivo claro: “Queremos que la atención en el domicilio tenga ventajas. Son personas gravemente enfermas, que lo que pretendemos es que estén la última etapa de su vida en su medio natural”.

Antonio, el médico que cuida de Joaquín
CÓMO SON LOS CUIDADOS PALIATIVOS A DOMICILIO
El equipo del doctor Sacristán identifica pacientes que ya no pueden recibir tratamiento curativo y se encarga de prestar atención integral en sus hogares, siempre que se cumplan ciertas condiciones: que el paciente lo desee, que el entorno doméstico lo permita y que haya un cuidador principal disponible. Ese cuidador puede ser un cónyuge, un hijo o incluso un amigo cercano. Lo esencial es su presencia constante y su implicación diaria.
Joaquín es uno de esos pacientes. Tiene 85 años y un diagnóstico claro: cáncer de pulmón en fase terminal. Vive con su mujer, Emilia, en Madrid, y ha decidido recibir los cuidados en su casa. La serenidad con la que afronta su situación conmueve. “Sé que me voy a morir y ¿qué voy a hacer? Esperarlo. Supongo que lo harán lo más leve posible los doctores y se acabó, que es lo único que pretendo”, afirma con voz pausada pero firme.

Joaquín vive sus últimas horas de vida desde su casa
Tras 60 años de matrimonio, Joaquín quiere pasar sus últimos días junto a su compañera de toda la vida. “Estamos los dos aquí solos, porque los demás tienen que trabajar. Pero yo prefiero estar aquí, en casa, con mi mujer. En el hospital sería todo más frío”, explica. Para él, la presencia de Emilia y el calor del hogar son más importantes que cualquier entorno clínico.
Joaquín y emilia, más de seis décadas unidos
La pareja lleva más de seis décadas unida. “Nos conocemos desde que éramos unos niños”, recuerda Emilia. El 5 de agosto habrían celebrado 60 años de casados, aunque en realidad suman 65 años juntos. Una vida compartida que ahora, en su etapa final, se fortalece con pequeños gestos cotidianos. Emilia cuida de Joaquín con cariño, aunque él todavía es capaz de encargarse de su medicación: “Tiene la cabeza muy bien y lo lleva todo apuntado”.
Pese al dolor físico y las noches complicadas, Joaquín no pierde la gratitud ni el buen humor. “Tengo hasta bisnieta. ¿Qué más puedo pedir? No puedo pedir más a la vida”, dice con una sonrisa que traspasa la enfermedad.
El seguimiento de Joaquín lo realiza el equipo del doctor Sacristán, que le visita semanalmente y mantiene contacto telefónico cuando es necesario. La atención es cercana y humana. “Estoy muy contento con ellos. Cualquier cosa, les llamamos”, asegura el paciente. Para él, saber que no está solo, ni médica ni emocionalmente, es fundamental.
Sacristán insiste en la importancia de que estos servicios estén bien organizados. “La casa debe reunir condiciones higiénico-sanitarias y, sobre todo, debe haber una figura que se encargue de los cuidados básicos”, apunta. Pero también deja claro que estos equipos deben tener capacidad de ingreso hospitalario si la situación lo exige.

Emilia lleva casi 60 años casada con Joaquín
Joaquín asume con entereza lo que está por venir. “Tengo 85 años. Me ha tocado terminarlo con esto, pues ya está”. Agradece el trato recibido, la compañía de su familia, y sobre todo, poder despedirse sin prisa, sin angustia, con dignidad.
Su mujer, sus hijos y sus nietos forman parte de esa red de apoyo que le permite afrontar el final con tranquilidad. “Tener una familia así es un don del cielo”, dice Emilia, con una mezcla de orgullo y ternura.
Esta historia no solo pone nombre y rostro a una enfermedad terminal, también arroja luz sobre un modelo de atención que cada vez cobra más sentido. Los cuidados paliativos a domicilio permiten a las personas vivir sus últimos días con calidad, alivio y acompañamiento emocional. No se trata solo de medicina, sino de humanidad.