Joaquín Sabina emociona en su último concierto en España al señalar cuál es la mejor ciudad del mundo
Más de 150.000 personas han asistido a las 20 fechas programadas en territorio español y el periodista Juan Fernández-Miranda narra uno de ellos en La Linterna

Madrid - Publicado el
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Joaquín Sabina, uno de los nombres esenciales de la canción de autor en español, está cerrando su última gira por España con una serie de conciertos que han agotado entradas en todas las ciudades. Según datos oficiales de la promotora, más de 150.000 personas han asistido a las veinte fechas programadas en territorio nacional, confirmando el lugar indiscutible del artista en la cultura musical española. Pero si hay un escenario que siempre ha sido especial para Sabina, ese es Madrid. La capital, donde el cantautor ha vivido gran parte de su vida, fue testigo anoche de un concierto cargado de emoción en el WiZink Center, rebosante de público hasta la última butaca.
El periodista Juan Fernández-Miranda, en su sección 'La Posdata' del programa La Linterna de la COPE, narró en directo la atmósfera del recital, destacando la conexión única entre Sabina y su público madrileño. "No es un concierto cualquiera, es el penúltimo de su última gira. Y está siendo emocionante, porque es una despedida", relató Fernández-Miranda desde el lugar. El cronista describió al artista, ya septuagenario pero lleno de energía, subido al escenario con su característico sombrero y un pantalón amarillo, mientras arrancaba los primeros acordes de "19 días y 500 noches", una de sus canciones más emblemáticas.
Madrid, "la mejor ciudad del mundo"
A lo largo de la velada, Sabina no ocultó su cariño por Madrid, una ciudad que lo acogió en sus años de juventud y que ha sido escenario de muchas de sus letras. "Hoy, en Madrid, toca en casa", afirmó el músico, provocando una ovación del público. Fernández-Miranda recogió en su crónica estas palabras, añadiendo que Sabina definió la capital como "la mejor ciudad del mundo, una ciudad libre, hospitalaria, en la que nadie te pregunta de dónde vienes, nadie te pide el pasaporte, nadie te dice quiénes son tus padres ni cuánto dinero tienen". Una declaración que resonó especialmente en un momento en el que las discusiones sobre identidad y migración siguen presentes en el debate público.
El concierto fue un recorrido por las cinco décadas de carrera del artista, desde sus primeros temas en los años 70 hasta sus composiciones más recientes. Canciones como "Calle Melancolía", "Y nos dieron las diez" y "Contigo" se mezclaron con versos cargados de ironía y melancolía, dos constantes en la obra de Sabina. En un momento especialmente emotivo, el cantautor entonó "Cuando la muerte venga a visitarme, que me lleven al sol donde la fin", un verso que, como destacó Fernández-Miranda, resume la actitud desenfadada y a la vez profunda que siempre ha caracterizado su música.

Joaquín Sabina, durante un concierto
Una despedida con sabor agridulce
Aunque el ambiente fue festivo durante la mayor parte de la noche, hubo espacio para la nostalgia. Sabina, consciente de que se acerca al final de su carrera sobre los escenarios, bromeó con su propia mortalidad y con el paso del tiempo. "Aunque le hayan robado el mes de abril", en referencia a su conocido poema musicado, el artista demostró que sigue en plena forma vocal y con una capacidad intacta para conectar con el público.
Fernández-Miranda cerró su crónica con una reflexión personal: "Escuchar esta despedida conduce, inevitablemente, a la melancolía". Y es que, más allá de los éxitos y las cifras de ventas, el legado de Sabina trasciende lo musical. Sus letras, llenas de historias urbanas, amores perdidos y crítica social, han acompañado a varias generaciones de españoles, convirtiéndolo en un cronista excepcional de la vida cotidiana.
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El adiós de un mito
Con este concierto, Sabina no solo cierra una gira, sino que pone punto final a una etapa. Aunque el artista ha dejado la puerta abierta a esporádicas apariciones, sus seguidores saben que noches como esta ya no se repetirán. La música en directo perderá a uno de sus últimos grandes narradores, pero quedan sus discos, sus poemas y, sobre todo, la memoria de un hombre que supo convertir las calles de Madrid en escenarios universales.
Mientras el WiZink Center se vaciaba y los últimos acordes de "Pongamos que hablo de Madrid" resonaban en el aire, muchos asistentes coincidían en una misma idea: Sabina puede estar despidiéndose de los escenarios, pero su música, como la ciudad que tanto ama, nunca pasará de moda.