

Expósito: "Maduro haciendo de bufón de Diosdado Cabello y con Zapatero en Caracas como socio del ridículo"
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La Constitución ha cumplido 42 años.
Un cumpleaños triste. Por el coronavirus. Sí. Por sus consecuencias y porque quienes quieren acabar con ella están sentados en el mismísimo Consejo de ministros.
Ya no son cuatro lunáticos organizando un referéndum independentista o una banda de terroristas aupados por sus padrinos nacionalistas. No. Ahora quienes quieren acabar, derrocar o tumbar el régimen del 78 se sientan en el Gobierno de España.
El acto de ayer en el Congreso resultó un cumple desangelado. Por el covid, por las ausencias habituales y por el cinismo de muchos de los presentes.
Un aniversario, 42 castañas, rodeado de unos cuantos debates tan absurdos como increíbles en esta España nuestra. Una España destrozada por la crisis económica, por el covid y por unos socios de gobierno que, por increíble que parezca, manosean los presupuestos, la Legislatura y las instituciones.
Debates abiertos en esta España de nuestras entretelas. Con la que está cayendo, así, a bote pronto:
.- Los políticos independentistas presos por el 1 de octubre a puntito de volver a casa. Y no creo que sea por un indulto ni mucho menos por una amnistía imposible. Los golpistas del 1 O volverán a casa por una de las más lamentables mentiras de Pedro Sánchez: Ni rebelión, ni sedición. Puro pacto que pretende terminar con Esquerra al frente de un nuevo tripartito: Junqueras, socialistas y Podemos.
.- En clave económica. Inaudito debate sobre la jornada laboral de 4 días a la semana. Líder de la idea: Íñigo Errejón. Te lo juro.
Una deuda que pagarán nuestros nietos; miles de empresas en quiebra, millones de autónomos que no aguantan para pagar sus impuestos, y unos genios que no han dado un palo al agua en su vida proponen trabajar 4 días a la semana. Por el mismo sueldo y, por supuesto...eso si, que lo pague otro. Que Errejón, Echenique y Monedero se encargarán de pagar sindicatos, funcionarios y subsidios.
.- Tercer debate. El poder judicial. Y los medios y la educación, y la Jefatura del Estado. Todo forma parte del mismo proyecto: El poder completo. Sin límites. Sin separaciones. No es que Montesquieu haya muerto, que también, es que ha resucitado Chavez, que es peor.
El primer pasito fue Lola Delgado en la Fiscalia General del estado. El siguiente. el asalto al Poder Judicial y después el Tribunal Constitucional.
Y aún Pablo Iglesias se saldrá con la suya y colocará en el Poder Judicial a Esquerra y a Batasuna. ¿Que no? ¿Apostamos? Cosas veredes, amigo Sancho.
.- Y un último frente. En clave exterior. Ayer se celebró una pantomima para la vergüenza y la miseria en Venezuela. Otra. Con el títere Maduro haciendo de bufón de Diosdado Cabello y con Zapatero en Caracas como testigo y socio del ridículo. Algún día entenderemos por qué Zapatero hace lo que hace en Venezuela.
Hasta entonces, cabe recordar que España es/somos el único país de esta parte del mundo con chavistas en el Gobierno. Y yo que he estado allí, qué quieres que te diga. No me parece que sea para sentirse orgulloso.
¡Ah! Y mi posdata asistimos a una polémica perfectamente orquestada en torno a unas cartas o manifiestos de militares en la reserva. Poco más y les hacen un consejo de guerra (para jubilados) por golpistas.
En cierta ocasión, un teniente general ya retirado me dijo que algunas cosas solo podíamos decirlas los civiles.
Resulta que Bildu apoya al Gobierno a la vez que habla de Repúblicas mientras homenajea a asesinos; Esquerra apoya al Gobierno y amenaza con repetir otro 1 de octubre que Podemos ES el Gobierno y clama por acabar con el Jefe del Estado, y resulta que el problema son unos militares jubilados que dicen verdades como puños y que firman ¡Viva la Constitución!.
Ayer, mi admirado juez Calatayud, en sección del domingo con Cristina fue tan irónico como realista:
No seamos necios. Van a por el Rey, quieren cargarse el régimen del 78 y buscan hundir la Transición. Y lo hacen desde el propio Consejo de Ministros.
Puede ser cierto que haya cosas que solo podemos decir los civiles. Por eso, yo no me callo.



