"Los ciudadanos tienen problemas serios: no encuentran vivienda, tienen empleos basura y la inflación está desbocada"

El comunicador desgrana las claves informativas de este lunes 17 de noviembre

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Señoras y señores, me alegro, buenos días. 

Pues ya dirán las ocho de la mañana, ocho de la mañana de un día en el que la borrasca Claudia va de salida. No te voy a engañar, hay tiempo revuelto. En Cádiz y Ceuta van a estar en alerta amarilla y probabilidades hasta las ocho de la tarde.

Mientras, mañana también va a ser complicada la mañana en el litoral asturiano. A partir del mediodía, ojo Mallorca y Menorca.

En Canarias, que son las siete y media, hay cielos nubosos y las temperaturas van en descenso. Va a picar hacia abajo la temperatura en España a lo largo de estos días.

Bueno, comienza la semana de Franco. O comienza la gran semana que el Gobierno ha preparado para recordar la muerte de Franco.

Se cumplen 50 años. Usted estaba vivo entonces. Pues quiero decir que tiene ya una edad. Bueno, tenemos una edad los que estábamos vivos en aquel año. Servidor estrenando la universidad.

Y como saben, Franco murió en la cama. No hay ningún mérito democrático en ello.

Lo realmente meritorio fue el proceso que se inició con su muerte: la Transición. Que no estaba escrito en ningún sitio que fuera a salir bien o que acabara necesariamente en la democracia que tenemos hoy.

La encabezó un hombre que era Juan Carlos de Borbón, incomprensiblemente apartado de las celebraciones de estos 50 años.

No celebramos la muerte de Franco. Celebramos la llegada de la democracia, que no fue inmediata. Hubo de ser proclamado el Rey Juan Carlos, y después comenzar un tiempo que contó con los dulces o los sudores. Llevó a la creación de una Constitución que escribieron unos señores que entre ellos tenían poco que ver, pero que se pusieron de acuerdo.

Todo esto comenzó cuando Franco un día sentó a Juan Carlos en su despacho. Era al principio del año 69. Juan Carlos había venido de viaje, venía de Grecia creo. Y le llamó Franco:

—Pásese, pásese.

Y fue a verle. Franco se sentaba de espaldas a un gran ventanal de su despacho en El Pardo, donde se le perfilaba el desfile. El perfil… Él abría las ventanas y te ponía a ti delante, y tú veías la sombra, el perfil.

No tengo claro si fue en ese asiento o fue en su mesa de despacho acercándose un poco al rey Juan Carlos —al entonces príncipe de España—, y sin prácticamente decirle más que “buenos días” le dice:

—Alteza, ¿acepta usted ser heredero a la jefatura del Estado a título de Rey?

Juan Carlos sabía que en algún momento iba a llegar esa expresión, pero no sé, esperaba que tuviera otro formalismo. Y Juan Carlos le dice:

—Pues verá, mi general, déjeme que me lo piense. ¿Me da unos días?

Y dice Franco:

—No, no. Me lo tiene que decir ahora.

Y en ese momento se le viene a la cabeza a Juan Carlos todo: su padre, sus historias, el primo, los que querían que tuviera el primo metido por medio, lo que había luchado la Casa Real, la monarquía, por volver a instaurarse en España… Lo que tenía que pasar después, porque Juan Carlos sabía —y Franco también lo sabía— que no podría gobernar igual que gobernaba Franco.

Espero que todos estos cretinos, estos imbéciles de la asociación esta por la memoria histórica no piensen que nos multen por contar estas cosas de Franco.

Y cuando ya se levantaba, le dice Franco a Juan Carlos:

—Esto no se lo diga a nadie. Y mucho menos a su padre.

Cuando bajaba las escaleras del Palacio del Pardo, hay una carretera que conectaba directamente el Pardo con La Zarzuela. Y llega a La Zarzuela y se ve con la Reina Sofía.

—Mira lo que ha pasado.

Y la Reina Sofía le dice:

—Bueno, te ha dicho que no lo digas a tu padre, pero no ha dicho nada de tu madre.

Y efectivamente, a quien se lo dice es a doña María. Y le dice:

—Ha pasado lo que papá temía que iba a pasar.

—¡Ay Dios mío! —dice la madre.

Y a partir de ahí el resto de la historia —si me cabe tiempo se la cuento—.

Bueno, pues aquello, lo que vino después, podría haber salido mal. Pero lo que hay que celebrar después de estos 50 años fue aquella obra política hecha por otro tipo de políticos capaces de mirar por su país más que por intereses cortoplacistas.

En la España de la política mezquina, divisiva, de Pedro Sánchez… claro, aquellos políticos parecen auténticos gigantes.

España vive en TikTok. Tenemos un país con un presidente que vive en TikTok. Estamos ante la enésima operación de Moncloa para humanizar a este tío, a este señor, a este presidente, a este… lo que sea. 

Ustedes se acuerdan cuando le pusieron a jugar a la petanca con unos jubilados en un parque que previamente habían desalojado manu militari. Eran todos del PSOE. Y le decían aquello de “¡qué bien ha tirado usted, campeón!”.

Y él: “bueno, no, sí… jaja”. No había nadie en el parque.

Pues esto es lo mismo, pero ya como no intentan salir a la calle, Sánchez vive encerrado en Moncloa grabando vídeos de TikTok.

Pues qué bonito sería el mundo si quedara limitado a la realidad virtual del TikTok.

Pero fuera de TikTok, los ciudadanos —y esos jóvenes a quienes Sánchez trata como tontos— tienen problemas muy serios: no encuentran vivienda, tienen empleos basura, la inflación está desbocada. Y lo que obtienen del presidente del Gobierno es que le gustan mucho los discos de Rosalía.

Sánchez se cree que los jóvenes son tontos.

Bueno, dos, un par de apuntes. Hoy es un día en España. Vamos a volver a ver en acción ese dúo insólito formado por Leire Diez y el empresario Pérez Orset. Jamás se ha visto a unos mafiosos más chapuceros y torpes que han ido dejando un rastro de grabaciones, de vídeos de sus andanzas delictivas.

Y que se dedicaban a ofrecer tratos de favor, prebendas personales, acuerdos con la Fiscalía a cambio de obtener información contra el acervo de la Justicia, la Fiscalía Anticorrupción, la UCO de la Guardia Civil… y todo lo hacían por encargo del PSOE.

Y más concretamente —según sus propias palabras— por instrucción directa del presidente del Gobierno.

Les han grabado, les han fotografiado, les han hecho vídeos… O sea, va a ser muy difícil ver un caso con más pruebas que este.

Leire Díez entraba y salía de Ferraz como Pedro por su casa. Y además fue colocada en dos empresas públicas para ganarse un sueldo que la mayoría de españoles no tienen.

No te pierdas el resto del monólogo en el audio adjunto.

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