José María Camarero, experto en economía, sobre el precio de la calefacción en este invierno: "La tarifa TUR es la mejor que hay, por mucho que comparemos, sigue siendo la más competitiva en el mercado"
Lejos de ser una cuestión menor, el coste del calentamiento doméstico puede representar hasta un 70 % del consumo energético anual

Imagen de un termostato
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El primer gran frente frío del año ya ha comenzado a dejar su huella: termómetros en caída libre, heladas en zonas del interior y una sensación inequívoca de que el invierno ha llegado para quedarse.
Y, con él, un gesto que se repite en millones de hogares: girar la rueda del termostato, encender la caldera o programar el radiador. La calefacción vuelve a ser protagonista, pero también lo es la preocupación por el gasto energético en un contexto de precios inestables y bolsillos ajustados.
Lejos de ser una cuestión menor, el coste del calentamiento doméstico puede representar hasta un 70 % del consumo energético anual de una vivienda en algunas regiones, según estimaciones de asociaciones de consumidores.
Por eso, una mala gestión del calor en casa puede traducirse en facturas que crecen tanto como la columna de mercurio desciende.
Ojo con el termostato: un pequeño gesto con mucha repercusión
La primera recomendación de los expertos es casi un mantra: regular el termostato. Cada grado de más puede disparar el consumo entre un 6 % y un 10 %, una diferencia que a final de mes puede ser notable. El consenso de los técnicos se sitúa entre los 19 y 21 grados durante el día, y algo menos —entre 16 y 18— al dormir.
Además, apostar por programadores horarios permite adaptar la calefacción a los ritmos reales de la casa: calentar cuando hay ocupación y reducir cuando todos están fuera. “Ponerlo todo el día por si acaso” es, según los especialistas, una de las prácticas más ineficientes.
Radiadores y calderas: el mantenimiento que marca la diferencia
Tan importante como encender la calefacción es hacerlo con sistemas en buen estado. Los radiadores acumulan aire con el tiempo, lo que disminuye su eficacia. Purgarlos al inicio del invierno es un gesto sencillo que mejora el rendimiento.

Imagen de recurso de un radiador
En el caso de las calderas, una revisión anual no solo garantiza seguridad, sino que reduce averías en los momentos más fríos del año, cuando pasan a trabajar a pleno rendimiento. Las calderas modernas, especialmente las de condensación, pueden suponer un ahorro significativo frente a modelos antiguos.
El reto de calentar sin derrochar
Este invierno llega con un escenario energético aún incierto. Las bajas temperaturas, junto con posibles tensiones en la oferta energética europea, hacen que la eficiencia sea más importante que nunca. Los hogares buscan fórmulas para mantenerse calientes sin que la factura se dispare, y los expertos insisten en que la clave no está solo en los aparatos, sino en la forma de usar la energía.

Un deshollinador haciendo una limpieza a una caldera de gas
Con la calefacción ya en marcha en muchos hogares, el mensaje es claro: calentar sí, pero con cabeza. Y el mejor aliado no es un radiador más, sino un uso inteligente que combine eficiencia, buen aislamiento y hábitos adaptados al frío. Porque, al final, sobrevivir al invierno sin temblar por la factura es posible… siempre que se empiece por entender cómo se escapa —o se conserva— el calor dentro de casa.





