Cuando el español canta, algo tiene en la garganta. Pues debe ser que esto no es exclusivo y hay mucha gente por ahí tratando de contar su historia entre notas.

Se llama Rachel Keen y nació en un pueblo al sur de Londres.

Solo tiene 26 años, pero en su vida hay tantas muescas que parece que tuviera el triple. Encontró en la música una vía de escape a todo aquello que le pasaba. Su madre, de Ghana, la metió en el coro de la iglesia y ahí empezó todo. A los 10 años compuso su primera canción y a los 17 ya escribía canciones para los demás. Siempre estaba en un segundo plano. Luego hizo alguna colaboración esporádica. Hizo audiciones para algún talent show británico, pero nunca la llamaban.

Hasta que empezó a sacar la cabeza. Poco a poco. Siempre estaba nominada a esos premios que hablan del futuro, de lo que está por llegar, pero nada le decía lo que era absolutamente aplastante: que llegaría. Y llegó, lo hizo a pesar de pasar por una adicción a la marihuana, a pesar de sus inseguridades, a pesar de la dismorfia corporal que sufría, a pesar de la agresión sexual de un productor sin escrúpulos. Rachel se repuso a todo a través de la música.

Y acaba de romper el récord de artista más nominada de toda la historia de los Brit Awards. Rachel Keen se hace llamar Raye, el tachado que se hace a lo escrito.

Esta es la historia de una carrera de obstáculos que parece no acabar. Hasta que finaliza. Como tantas otras carreras que hay que tratar de acabar cada día de la mejor manera posible