

"Ábalos parece decirnos que el verdadero tomate está en la implicación de la esposa del presidente en el pago de 475 millones a la aerolínea de su buen amigo Javier Hidalgo"
Jorge Bustos analiza el día después de la entrada del exministro en la celda de Soto del Real y las declaraciones a El Mundo antes de la vistilla en el Supremo
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Hoy es Black Friday, pero en su traducción literal es viernes negro. El viernes negro que sucede a un jueves marrón oscuro. Hay quien hoy se levanta con el techo de gasto por los suelos. Hay quien hoy se levanta convertido en presidente de la Generalitat Valenciana. Y hay quien hoy directamente no se quiere levantar porque abre los ojos y todo lo que ve son las paredes desnudas de la celda de una cárcel.
El portavoz socialista que defendió la moción de censura contra Rajoy para sacar la corrupción de la política, ha pasado hoy su primera noche en prisión y por eso merece la pena también recuperar la advertencia del censurado que hoy suena a profecía: “¿Son ustedes acaso Teresa de Calcuta, señor Ábalos? Mire usted, corrupción, como sabe usted muy bien, porque la tiene muy cerca, la hay en todas partes. No conoce barrios, ni banderas, ni doctrinas. ¿Qué le voy a contar yo a usted que no sepa?”
Mariano Rajoy, como se sabe, tuvo que abandonar la Moncloa y hoy se gana la vida en el registro de la propiedad. Bastante bien, por cierto. Su interlocutor en ese debate, en cambio, no solo está en la cárcel, es que la Fiscalía Anticorrupción quiere que se pase en ella 24 años más. Y eso solo por el primero de los casos que se le están investigando, el de las mascarillas. Quedan otros y son los más graves.
En ese arco narrativo que va desde el Ábalos que defiende la moción de censura en el parlamento y el Ábalos que entra cabizbajo en la cárcel de Soto del Real. Se resume una gigantesca farsa moral que conocemos con el nombre de Sanchismo, un movimiento caudillista que ha disfrazado de lucha contra la corrupción primero y de lucha contra el fascismo después la cruda ambición de poder y de dinero de sus promotores. De los cuatro hombres que viajaban en aquel Peugeot, tres ya han catado el talego, solo queda uno, el número uno. Y esa posibilidad hoy parece lejana, tanto al menos como se lo parecía a Nicolás Sarkozy cuando aún disfrutaba del poder ganado tras una campaña financiada ilegalmente. Nunca en España ha sido imputado un presidente. Pero hay que recordar que Pedro Sánchez Pérez Castejón es el presidente de las primeras veces.
Si la semana pasada un fiscal general fue condenado por primera vez sin dejar de ser fiscal general, ayer un diputado entró en prisión sin dejar de ser diputado también por primera vez. No cobrará, no votará, pero retiene el acta. Así que la minoría de gobierno hoy es más minoritaria. Pero es que no hablamos de un diputado cualquiera. Ábalos fue siempre el número dos del número uno. No solo defendió la moción de censura, combinó durante años el máximo poder en el Partido Socialista y el Ministerio con mayor presupuesto del Gobierno. También fue uno de los cuatro ministros, acuérdate, a los que Sánchez eligió para centralizar todo el poder durante el estado de alarma. ¿Y por qué tenía Pedro tanta confianza en Jose? Pues porque le había ganado unas primarias, porque Jose había visto algo en aquel guapo defenestrado en el comité federal de 2016 y apostó por él cuando nadie lo hizo. ¿Y por qué apostó por él? Porque eran gemelos morales.
Porque la codicia de José Luis Ábalos maridaba a la perfección con la ambición sin escrúpulos de Pedro, el tándem perfecto. Juntos con Santos y Koldo diseñaron aquella estrategia populista que consistió en enfrentar a las bases podemizadas del PSOE contra el aparato todavía socialdemócrata que se negaba a pactar con Bildu en caseríos. Incluso después de purgar a su querido José Luis, porque sus escándalos eran ya un secreto a voces en el partido, Pedro todavía lo volvió a rescatar para incluirlo en las listas de las generales de 2023. Por eso es diputado. ¿Por qué lo rescató? Porque era su gemelo moral. El destinatario de sus confidencias más desahogadas. ¿A quién escribía Pedro cuando quería llamar “pájara” A Margarita Robles? ¿O “petardo” e “impresentable” a Vara y Lambán, que en paz descansen? ¿A quién le pedía que diera un toque a Page para que dejara de tocar los c******? Con perdón.
Por eso, por mucho que se afanen los socios parasitarios del PSOE con ese lacayo llamado Rufián a la cabeza o la propia Yolanda Díaz, resulta imposible aislar al nuevo inquilino de Soto del Real, del actual presidente del gobierno. Imposible. Estuvieron demasiado cerca durante demasiado tiempo. Hicieron muchas cosas juntos y no todas santas. Y ahora que no tiene nada que perder, Ábalos ha empezado a destaparlas para que nadie se atreva a aislarlo ni a llamarlo trastornado. Los disparos del exministro ya no solo apuntan a pactos secretos con Otegi o al uso irregular que Yolanda Díaz habría hecho de su vivienda oficial. Ayer, antes de entrar en prisión, Ábalos dio una entrevista a mis compañeros del mundo Juanma Lamet y Esteban Urreiztieta y el titular que les dio retumbó en el dormitorio de la Moncloa como un dron teledirigido. Te cito, “investigar el rescate del Europa sería abrir el melón porque ahí podemos llegar a Begoña. Podemos llegar bien llegados”. Fin de la cita.
¿Qué significa “llegar bien llegados” a Begoña? ¿Llegar todavía más lejos que el juez Peinado que le imputa cinco delitos y ahora, por cierto, le reclama la agenda? Pues eso parece decirnos Ábalos, que el verdadero tomate está en la implicación directa de la esposa del presidente del gobierno en el pago de 475 millones de dinero público a la aerolínea de su buen amigo y patrocinador Javier Hidalgo. Y esto es solo el principio, porque la cárcel es un lugar mágico. Activa resortes insospechados en el cuerpo humano. Suelta mucho la lengua, por ejemplo. Refresca la memoria y agudiza el ceño. Hay demasiado tiempo para pensar en Soto del Real, para planear ajustes de cuentas con compañeros de partido que te desprecian, para replantearse estrategias de defensa orientadas a conseguir quizá un trato judicial más benévolo como el que ha logrado Víctor de Aldama, que por cierto aportó ayer pruebas contra Ángel Víctor Torres, que pronto conoceremos. Y luego está Koldo, que también está hablando. Les han puesto la misma celda para que se sostenten mutuamente como los viejos tiempos.
Al director de Ok Diario, Eduardo Inda, Koldo le ha contado que el propio Sánchez iba presumiendo de los 100.000 pavos que su suegro, el de las saunas, le había puesto para financiar su campaña de primarias. Pero además Koldo aportó más detalles de esa turbia campaña.
Derrota del techo de gasto
Desde la cárcel, se enteraría, por cierto, el diputado Ábalos, de la derrota del techo de gasto en el Congreso y eso bloquea la posibilidad de que España tenga unos presupuestos. Aquí se sube el sueldo de los funcionarios, se dispara el gasto de las pensiones, pero para todo lo demás y para todos los demás no hay dinero. ¿Podría ser esa subida salarial a los funcionarios una pista de que alguien está pensando en llamar a las urnas? De momento, Feijóo ha convocado una concentración el domingo a mediodía en Madrid en defensa de los jueces y en demanda de elecciones.
Y cada día que pase, a partir de ahora, cada día, abonará el terreno para nuevas revelaciones de Ávalos y de Koldo. o de Aldama o de los pagos en metálico del PSOE o del rescate de Europa. ¿Cuánto va a durar esta agonía? Yo no lo sé, pero es obvio que Pedro Sánchez ha perdido por completo el control de esta legislatura si es que alguna vez lo tuvo. Esta es una legislatura por control remoto y el mando no está en Moncloa ni en las Cortes. Está en el Supremo, en Waterloo y en Soto del Real.



