El análisis de la actualidad de Santi González en 'Herrera en COPE'.

Ayer se celebró en el Congreso de los Diputados el acto de homenaje a las víctimas del terrorismo que resultó, como era de esperar, un acto fallido. ¿Y por qué era de esperar? Porque la víspera, la Televisión Pública Española programó una entrevista en horario de prime time con Arnaldo Otegi, un tipo que no ha tenido tiempo de arrepentirse de su militancia en ETA, ni para condenar la actividad criminal de la banda durante su medio siglo de existencia. Ni siquiera para lamentar alguno de los 850 asesinatos por ella causados.

Otegi recordó que él ya lo había dejado claro en un libro que escribió en la cárcel: “Lo siento de corazón si hemos generado más dolor a las víctimas del necesario o del que teníamos derecho a hacer”. ¿Cuánto dolor es necesario causar a las víctimas?¿Cuánto dolor tenemos derecho a generar? ¿Por qué la comisaria de TVE ni siquiera se ha tomado la molestia de leerse el Manual de Estilo de Radiotelevisión Española, que dentro de su capítulo V titulado Cuestiones Sensibles, tiene un apartado específico dedicado al Terrorismo, en el que dice textualmente lo siguiente:

“Las entrevistas a miembros de organizaciones terroristas y a políticos pertenecientes a grupos que justifican o no condenan la violencia sólo tienen cabida en RTVE en casos de muy especial interés informativo”.

¿Y dónde estaba el interés informativo de las opiniones de Otegi? En ninguna parte. Se limitó a repetir una y otra vez los mismos mantras. En todo el grupo que hoy forman el PSOE y sus aliados, solo la ministra de Defensa en funciones se manifestó contra la entrevista. Ninguno de los socios de Sánchez desde la moción de censura recibieron con un aplauso de cortesía las palabras de Marimar Blanco, revelando así lo más íntimo de sus sentimientos: No pueden estar con Miguel Ángel Blanco. Ellos son más de Txapote.