La amante de un rey español que terminó en un convento tras la fricción que creó en el matrimonio: "Tuvieron un hijo famoso"
El rey Felipe IV tuvo muchísimos hijos ilegítimos, tuvo muchísimas amantes y la más relevante no podía dedicarse a otra cosa que no fuera al mundo teatro

Sofía Buera descubre las curiosidades de la historia detrás de los odios y las enemistades
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No todas las guerras se libran en los campos de batalla. Algunas, las más silenciosas, se juegan en los pasillos del palacio o entre las bambalinas de un teatro. Y en pleno Siglo de Oro español, donde el poder de la monarquía era absoluto, un rey de España vivió una historia de amor tan escandalosa que terminó con su amante enclaustrada y su hijo convertido en figura clave de la historia nacional.
Amor, teatro y convento
Más curiosidades de la historia
Felipe IV, el llamado "Rey Planeta", es recordado tanto por sus guerras como por sus pasiones. Y entre todas sus amantes, una destacaba con luz propia: María Calderón, más conocida como la Calderona. Actriz, carismática, famosa en los escenarios del Madrid barroco, se convirtió en la mujer que rompió la ya frágil armonía del matrimonio real con Isabel de Borbón, la reina francesa con la que Felipe se casó por alianza política más que por amor.
Ana Velasco, en su colaboración con Sofía Buera en "Herrera en COPE", recordó la figura de esta actriz que “no podía dedicarse a otra cosa que no fuera el mundo del teatro”, y que conquistó el corazón del monarca hasta el punto de hacer tambalear la corte. El escándalo fue tan sonado que incluso inspiró pasajes literarios, como los recogidos por Pérez-Reverte en Alatriste.

Un mural del Capitán Alatriste en una callejuela de Madrid
“El rey era un gran bailarín y estaba enamoradísimo de ella”, narró Velasco. Pero en una corte donde las mujeres eran sacrificadas en los partos y las esposas se convertían en peones políticos, la reina no toleró aquella intromisión emocional ni simbólica.
La solución, tan cruel como recurrente en la historia de España: María Calderón fue enviada a un convento. Allí acabaría sus días, apartada del mundo que la encumbró y del hombre que la amó. Pero no sin dejar un legado: “El hijo que tuvieron se convirtió luego en jesuita, el padre Nithard”, recordó Velasco. Un hombre que, como su madre, también acabaría envuelto en conspiraciones cortesanas y luchas de poder.
Un hijo bastardo en el poder
La historia de Felipe IV está plagada de nombres ilegítimos, de herederos invisibles, de enemistades en palacio que alimentaron la leyenda negra de los Austrias. Sin embargo, pocas historias son tan simbólicas como la de María Calderón, que pasó de los aplausos a la clausura.

Silueta del monumento a Felipe IV en la Plaza de Oriente con cielo azul oscuro y nubes rojas, Madrid
“La reina Isabel no toleraba que su marido tuviera una amante con tanto poder”, explicó Ana Velasco. No se trataba solo de celos. La influencia de la Calderona era tan real que llegó a alterar el equilibrio interno del reino, a despertar rivalidades políticas y personales. Y su hijo, Juan Everardo Nithard, no sería un cualquiera: se convirtió en confesor de la reina Mariana de Austria y fue nombrado inquisidor general.
Aquella “solución” que debía apartar al bastardo del trono, acabó haciendo de él una figura clave en la política española, en un nuevo ejemplo de cómo la sangre real, aun sin legitimidad, se abría paso entre sotanas, intrigas y resentimientos.
Mientras tanto, la figura de María Calderón quedó envuelta en la bruma de la historia, entre rumores de conventos y viejos textos de teatro. Fue la mujer que amó a un rey, que desafió una corte y que pagó el precio más alto: el silencio.
Como tantas veces, el odio y la pasión se cruzan en los pliegues de la historia. Y en este caso, la fricción no fue entre reinos, sino dentro del propio palacio, donde las reinas y amantes libraron su propia guerra silenciosa, con final trágico, pero inolvidable.