Antonio Agredano y las modas: "Me gusta la gente que lleva su estilo o su capricho o su memoria allí donde va"

Los bolsos cruzados, los tatuajes, los calcetines subidos hasta la rodilla... hay muchas modas y muchos gustos a los que Antonio Agredano pone letra y voz.

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Modas, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas

Crónicas perplejas

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Muy 2005, me dijo Alberto el otro día, tras mirarme de arriba abajo. Llevaba yo pantalones negros estrechitos, botines Dr. Martens, camiseta, rebeca oscura y chaqueta de cuero. «Era una España mejor», suspiré, con cierto dramatismo. Pero lo que quería decir en realidad era: «Ay, el joven Agredano. Ojalá 2005 de verdad, ojalá tener 25 años de nuevo». 

Creo que casi todas las locuras estéticas que hacemos son por nostalgia. Por querer volver a una época en la que estábamos despreocupados y felices. Y, a veces, hasta ligábamos. Recuerdo esas noches de viernes, probándome ropa con canciones de los Strokes de fondo, ajustándome un corbatín de cuero, apretándome bien las Converse. Echándome potingues en el pelo largo y desmarañado.

Y ahora que estoy viejo tengo un cuerpo diferente, pero conservo aquel mismo ánimo. El de verse guapo. El de probarse cosas. El de salir queriendo comerse el mundo. Las canciones sonando siempre. Los selfis en el ascensor. Yo no quiero perder la coquetería. Yo no quiero aburrirme en el Zara. Yo quiero probar cosas, equivocarme, desentonar. Yo prefiero el desastre.

Siempre he preferido el desastre. Y me gusta la gente que lleva su estilo o su capricho o su memoria allí donde va. Sus colores. Sus brillos. Y, sobre todo, su «me da igual lo que digan, lo que piensen, lo que miren».

Siempre he dicho, ya me lo habéis oído por aquí, que lo contrario a la belleza no es la fealdad, sino la dejadez. Conformarse. Dejar de tener esa pulsión por dentro. Por eso bienvenidas las plumas y las pieles. Bienvenidas las gafas grandes y el pelo cardado. Bienvenidos los estampados psicodélicos y el animal print y las botas blancas y hasta las camisas de flores y de tigres.

Aquí lo único importante es ser uno mismo. Aunque ese uno sea el mayor mamarracho que ha dado la historia. Son tiempos para el exceso frente a la urgencia y las lecciones y los dramas impostados. Son tiempos para lentejuelas, canciones de amor, chupitos de Tequila y besos en la puerta de los baños.