Trabaja como enfermera militar en Madrid, le hace un reconocimiento a un soldado y se queda muda con la respuesta que él da al médico

Si hay algo en lo que, prácticamente, todos los seres humanos estamos de acuerdo es en que no nos gusta ir al médico. Y no porque los consideremos, ni mucho menos, malos profesionales, sino porque ir suele significar un problema de salud por el que nadie quiere pasar.

Da igual de qué se trate, porque ir al médico puede evidenciar que hay algo en tu sistema que no está bien y que se le tiene que poner remedio. Pocas veces, de hecho, ir al médico puede significar una alegría.

Y estas suelen ser cuando vas a tener un hijo, en todos esos exámenes previos y en el día del parto, o cuando son revisiones periódicas en las que te indican que está todo bien.

Más allá de todo lo que acarree, es bueno ir al médico y hacerse controles de vez en cuando, con el fin de chequear que todo está correcto en tu sistema y que posees una buena salud. Además, es una fuente inagotable de anécdotas, porque entre otras cosas, uno suele ir nervioso a consulta.

Por eso, en 'Fin de Semana' hemos querido preguntar a los oyentes qué anécdotas atesoran en una consulta de médico, y nos hemos quedado de piedra con muchas de ellas. Ojo, que alguna es escatológica y no procede escribirla, aunque puedes escucharla sin problema.

Un reconocimiento médico a un soldado español

Entre todas las anécdotas, hay una que nos ha cautivado. Se trata de una enfermera militar, oyente de 'Fin de Semana', que contaba una de las cosas que le pasó en consulta.

Ella trabajaba en el hospital militar Gómez Ulla de Madrid, y se dedicaba, en muchas ocasiones, a acompañar a su doctor en los reconocimientos médicos a soldados, tropa, suboficiales y oficiales del Ejército español. También, por supuesto, a los futuros profesionales del cuerpo.

En uno de esos reconocimientos, como contaba en el programa, dio con un soldado cuya respuesta le llamó la atención y recuerda a día de hoy.

“Pasábamos consulta a los soldados. El médico le preguntó a uno de ellos, que estaba enfermo de digestivo, 'muchacho, ¿tú ventoseas?' Y el otro no sabía qué contestar” comenzaba contando.

Por supuesto, el médico quería saber si expulsaba gases o no. Sin embargo, este soldado, nervioso, no entendía qué se le preguntaba. “Se lo volvió a preguntar, y él puso la cara de desconcierto” confesaba esta enfermera.

Lo lógico hubiera sido que le preguntara a qué se refería o le explicase que no entendía la pregunta. Sin embargo, decidió responder, y esto es lo que dejó de piedra a la enfermera y, seguramente, al médico. “Después de la tercera vez le dijo 'sí, mi capitán. Yo toco el trombón en mi pueblo'” decía con mucho humor.

Una anécodta que ha alabado Cristina López Schlichting, que aseguraba que había que llamar a las cosas por su nombre para evitar confusiones.

Otras anécdotas que no dejan indiferente a nadie

La divertida anécdota de esta enfermera militar no era la única con la que el equipo estallaba en carcajadas, y es que hay otras tantas en las que los médicos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para atender, sin reírse, a los pacientes.

Esta anécdota la contaba otro oyente, que explicaba cómo, siendo su padre mayor, tuvo que acompañarlo al doctor. Le tenía que hacer una revisión médica y, por tanto, le pedía ciertas pruebas para corroborar que todo estaba en su sitio.

Así pues, esté médico le preguntó al padre del oyente si, era tan amable, por favor, de colocar las manos encima de la cabeza para comprobar el equilibrio. Claro, uno entiende que se trata de colocárselas a uno mismo, pero eso no es lo que él entendió.

De esta manera es cómo este paciente puso las manos en la cabeza al doctor, sin darse cuenta de que no era esa la petición que le hacía.