Ismael es sumiller de vinos pero su especialización es sorprendente: el agua. ¿Dónde empezó todo? Explica en Fin de Semana con Cristina que “desde que hay un interés más allá de lo que se ve con los ojos, querer tener más cultura y poder trasladarla y darle valor emocional a cuando un comensal va a un lugar y se espera algo más de lo que pueda darle un profesional habitual. Es importante poder dar información más allá de lo normal, ahí surge mi interés”.

López detalla que “dentro de las aguas con aguja hay un factor determinante al que se le da muy pocas veces valor: de dónde procede ese gas, si es añadido o emana directamente del manantial” ya que “si no es añadido no es dañino como son otros que se añaden. El añadido en cierta medida es dañino. La inmensa mayoría de las aguas con gas son gases que añaden CO2. Hay muy pocas aguas con CO2 añadido emanado del manantial, una de ellas es el agua gallega. Es muy saludable”.

¿Pero entonces es posible tener un agua pura tal cual? Por supuesto, cuenta Ismael, ya que “no todas las aguas son iguales. Hay un tipo de agua totalmente incolora, inodora y insípida que es el agua destilada, neutra totalmente, se usa para gente con problemas renales”.

Hablando de las personas que prefieren las aguas de hielo milenarios, López explica que “son reales y muy sanas”. Pero para poder consumirlas debidamente debemos tener un envase adecuado, y ese es “el vidrio”: “El plástico tiene un gran privilegio por el bajo coste, no hay roturas y es fácil de manejar, pero como parte negativa tiene la contaminación. Lo mejor es evitarlo. Lo mejor es el vidrio, pero los contras son el peso y la rotura. Definitivamente el plástico no es la mejor opción para almacenar agua en el tiempo”.