El abuelo de 76 años y su nieto de 12 que ya han hecho el Camino de Santiago cuatro veces

Jaime y Santi son peregrinos desde hace tiempo y cuentan en Fin de Semana con Cristina que sus edades no les impiden llegar a abrazar al Santo

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El abuelo de 76 años y su nieto de 12 que ya han hecho el Camino de Santiago cuatro veces

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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Este 202 es año Xacobeo y el Camino de Santiago, siempre que la pandemia lo permita, se va a llenar de peregrinos.

Unos buscan la experiencia, otros reencontrarse consigo mismo, la desconexión, el contacto con la naturaleza, conocer a otros peregrinos, motivos deportivos o espirituales... incluso la búsqueda o el refuerzo de valores (en ocasiones ha sido la condena que ha impuesto el juez de menores Emilio Calatayud).

Motivos hay muchos, pero en Fin de Semana con Cristina nos quedamos con una pareja singular: un abuelo y su nieto.

En el verano de 2016 hubo muchos cambios para “Santi”, de 7 años. Siempre fue un chico muy “movido”, y buscando el porqué le diagnosticaron TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad). Fue entonces cuando su abuelo, Jaime González le propuso, primero a “Santi” y luego a su madre, hacer el Camino de Santiago. El abuelo con 76 años y el nieto con 7.

Y le cogieron el gusto al Camino porque desde entonces lo han hecho en 4 ocasiones y ahora tienen en mente hay una quinta. Jaime, el abuelo, ha estado en Fin de Semana con Cristina, quien ha reconocido que pensaba que no aguantaría: “Yo tenía dudas de mí, porque con 76 años tengo la edad en la que no haces nada más, y de hecho he hecho deporte toda la vida y mi físico no estaba ni para 5 km, pero yo vi una situación en la familia complicada, no mucho pero daba lugar a que pudiera ayudar a este niño, lo que no contaba era con que él me iba a ayudar más a mí que yo a él. Porque estar con un nieto caminando con lluvia, frío y ver que resiste, que se levanta cada día a las 5 am y no protesta, que empieza poco a poco a conocer mi vida desde niño, pues fue una satisfacción. Como si dejas un legado a alguien, fueron muchos días y horas caminando juntos y conociendo ciudades y pueblos de España y gente de muchísimos países”.

Abuelo y nieto se perecen mucho y no solo en el aspecto físico: les dijeron que el TDAH podría ser herencia genética, del abuelo que también es muy hiperactivo, algo que él explica: “Yo de joven era un niño muy nervioso, a los 3 años me preguntaban cómo era posible que ya multiplicase. Tenemos una memoria muy especial, y él anduvo ese camino pero en una época de muchos más profesores y control. En mi época, en la posguerra, lo que más importaba era comer”.

Santi, de 12 años, también ha estado con Cristina, donde ha recordado el primer año de Camino con el abuelo: “Yo iba hacia delante, no era muy consciente de lo que era ni que iba a ser duro, al final lo llevé bien. La primera etapa fue muy dura porque nunca había caminado 20 km ni mucho menos pero me lo pasé muy bien y me ayudó mucho. Fue un desafío físico porque con 7 años esos kilómetros y madrugones lo es”. “Yo siempre he estado mucho con mi abuelo y no le veía mal, aunque en realidad sí que sufría físicamente, y sí que creo que cambió un poco, no pensaba que podría hacer tantos kilómetros”, reconoce el nieto, que afirma haber aprendido de su abuelo “la constancia y esforzarte, fundamental porque sin ella el Camino no te sirve de nada. Tienes que levantarte, hacer kilómetros sin parar y llegar a una hora prudente, etc.; y aparte están las conversaciones con él, un niño de 7 años de hace 80 años es muy distinto de ahora, me impactó mucho cómo jugaban ellos, cómo salían a la calle, la comida…”.

Santi también ha contado la historia del ‘vacaloura’: “Me gustaban mucho los insectos y yo había visto un escarabajo en algún libro que era muy grande, tenía cuernos y yo lo vi que en gallego se llamaba así. Un día estábamos en el Camino en una etapa muy dura, mi abuelo me preguntó qué animal quería ver yo y, cuando se esperaba que dijera una ballena o algo así, dije el vacaloura, y se quedó sorprendido. Estábamos llegando al sitio y nos encontramos una en el camino, patas arriba”. Lo más curioso es que el escarabajo llegó a la Plaza del Obradoiro y también a Vigo, de donde son: “Sin duda fue por el Apóstol Santiago, apareció cuando más hacía falta”.

“Hemos hecho otros Caminos, como el primitivo, que es durísimo, el más bonito pero es mortal. He acabado con las piernas contracturadas”, finaliza Jaime.

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